Amnesty International denuncia que Rusia y Siria utilizan armas prohibidas
Para Amnesty International -en un descarnado informe reciente, de unas 40 páginas- las fuerzas militares del asediado régimen sirio que aún encabeza el autoritario Bachar Al-Assad y los contingentes militares de la Federación Rusa que lo apoyan en el terreno, han cometido crímenes de guerra, o sea delitos de lesa humanidad perpetrados en el curso de un conflicto armado.
Ello ocurrió, señalan, tanto el año pasado, como a comienzos de este, en la provincia siria de Idlib, que está emplazada en el noroeste del convulsionado país, cuando -violando específicamente el Derecho Humanitario Internacional- se bombardearon intencionalmente –tanto desde la tierra, como desde el aire- varios centros médicos (como el de Ariha) y algunas escuelas, dando así -cruel e innecesariamente- muerte a cientos de víctimas civiles inocentes.
Esos ataques fueron generalizados y sistemáticos, según sostiene la organización antes mencionada.
Ese conflicto, recordemos, provocó ya más de trescientas mil muertes de civiles, así como más de un millón de desplazados que huyeron, en masa, del estallido de violencia y del consiguiente riesgo de muerte.
En esos casos se usaron armas con municiones "en racimo", que han sido específicamente prohibidas por una Convención especial, denominada "Convención de Oslo", que prohíbe la utilización, fabricación, almacenamiento y trasferencia de ese tipo de odiosas armas diseñadas como un contenedor que es usado para trasportar y, luego, dispersar un panal de submuniciones explosivas, de menos de 20 kilogramos cada una.
Esas minibombas con frecuencia no explotan de inmediato y quedan, como una suerte de asesinos -silenciosos y latentes- constituyendo un peligro oculto y cierto, aunque eventual, por espacio de muchos años.
En Laos, por ejemplo, donde la guerra se silenció hace décadas ya, esas terribles bombas continúan, todavía hoy, causando daños irreparables.
Lamentablemente, la mayoría de los países que producen esas armas, sin embargo, se ha negado a ratificar esa Convención, suscripta en diciembre de 2008, cuya necesidad de vigencia es promovida muy particularmente por Francia.
Este tipo de arma está, desgraciadamente, siendo además utilizado en Yemen, Ucrania, Libia y Sudán.
Los civiles son sus víctimas principales, incluyendo muertos y amputados.
Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña las han destruido y ellas ya no están en sus inventarios de guerra.
La Convención se refiere, asimismo, a las obligaciones de "desminado" y a la protección que cabe a las eventuales víctimas de las armas en cuestión.
El autor es exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas