AMBA, la provincia que necesita inventar el kirchnerismo
Concentra un tercio de la población del país en la ciudad de Buenos Aires y 40 municipios el Gran Buenos Aires
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Concentrando el 32% de la población nacional, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) está compuesta por todos los barrios de la ciudad de Buenos Aires y 40 municipios del Gran Buenos Aires, caracterizándose por ser la concentración urbana de mayor densidad del país.
Es conocido, y asumido por los gobernantes porteños, que históricamente los servicios esenciales que brinda la ciudad de Buenos Aires como la salud, educación y la asistencia social, son utilizados en gran escala por habitantes del conurbano bonaerense. Y la atención sanitaria en la lucha contra el Covid-19 no ha sido la excepción, al contrario, la intensificó.
“A lo largo de toda la pandemia el Sistema Público de la Ciudad representó el 60% de los testeos y el 35% de las internaciones en Terapia Intensiva. Por supuesto, marcado también porque 25% de los que se internan en las terapias porteñas son bonaerenses. Lo mismo sucede en el sector privado, que tiene 33% de bonaerenses internados en terapias. Se trata de una dinámica propia del conglomerado urbano” señala sin quejarse a LA NACION Fernán Quirós, ministro de salud porteño.
Ese mecanismo de solidaridad interjurisdiccional, que funciona así desde hace décadas, nunca fue presentado como una injusticia por los distintos jefes de gobierno, aceptaron esa realidad y, a su manera, reforzaron ese modelo, lo que habla muy bien de un mecanismo solidario entre distritos que no se repite en ningún otro lugar del país. Sin embargo, repasar algunos indicadores sanitarios que arroja la atención en hospitales públicos porteños no hace más que exponer al Gobierno nacional que exhibe un claro favoritismo hacia el territorio bonaerense, algo que puede favorecer la estrategia política del espacio, pero no aporta nada para la estrategia más importante en estos días: la sanitaria.
El año pasado, un trabajo realizado por el economista Roberto Mionis, magíster en Economía y Gestión de la Salud, demostró cómo funciona en los últimos años esa suerte de servicio sanitario que financian los porteños pero que usufructúan en gran escala vecinos del conurbano. Allí se reflejan datos que asombran sobre los residentes del conurbano que se atienden en los hospitales públicos de la CABA, desde mucho ante del Covid, y que representan una alta demanda en internaciones: 80% Hospital Elizalde; 74% Hospital Gutiérrez; 62% Maternidad Sardá; 54% Hospital Penna; 44% Hospital Zubizarreta y 42% Hospital Santojani. Siendo los municipios de La Matanza; Lomas de Zamora, Lanús y Esteban Echeverría los que más pacientes suman a esta estadística.
A pesar de estos indicadores, el Gobierno nacional y el Gobierno bonaerense, desde que comenzó la mentada “segunda ola”, no dejaron de atacar a la ciudad de Buenos Aires, intentando responsabilizarla de no hacer todo lo posible para poder controlar el virus. El debate alrededor de la educación presencial expuso de manera notoria esa estrategia que imponen el gobernador Kicillof y sus funcionarios a la cual tuvo que adaptarse, y tomarla como propia, el presidente Alberto Fernández.
Sin dudas, el territorio bonaerense, donde vota más del 40% del padrón nacional, es un distrito absolutamente decisivo en cada elección, desvela al kirchnerismo y obliga a Alberto Fernández a actuar con probada discrecionalidad para esconder los desaciertos de gestión de Axel Kicillof, detrás de una exposición crítica hacia la gestión anti-pandemia del GCBA.
La consigna es muy clara, para que el relato funcione es necesario crear una “nueva provincia”: el AMBA.
Curiosamente, mientras el Presidente se muestra como “el gobernante del AMBA”, con exceso de parcialidad a la vez libera a los otros 21 gobernadores a adoptar sus propias decisiones. Se empeñan en hablar del área metropolitana de Buenos Aires, sin darse lugar para distinguir las acciones, omisiones, errores y hasta las especulaciones políticas que se cometen en CABA y en la Provincia de Buenos Aires. No comparar parece ser la orden que imponen desde La Plata.
Es llamativo este comportamiento hostil, sobre todo porque el sistema de salud de CABA es el socio más importante que tiene la Provincia de Buenos Aires para colaborar en la demanda de atención durante la pandemia: test, control, internaciones. Paciente que se atiende en CABA y no se atiende en el Conurbano libera camas y quita presión al sistema de salud bonaerense y, por supuesto, minimiza sus falencias.
Así lo demuestran otros datos sobre la lucha contra el Covid que maneja el Gobierno porteño. Desde el inicio de la pandemia se testearon a un total de 2.134.127 personas en CABA, el 39% son no residentes, en su mayoría son provenientes del conurbano bonaerense. Hoy se encuentran ocupadas el 68% (306) de las 450 camas de Terapia Intensiva del sistema público porteño especialmente destinadas a pacientes con un cuadro grave de Covid-19, el 27% de ese total son pacientes también provenientes del conurbano. Asimismo, se encuentran ocupadas el 47% (705) de las 1.500 disponibles para cuadros moderados de coronavirus, el 32% de las personas internadas en estas plazas son residentes de la PBA. Además, el 36% de las personas que se testearon en las 22 Unidades Febriles de Urgencia son en su gran mayoría con domicilio en la Provincia de Buenos Aires.
Desde el inicio de la pandemia se testearon a un total de 2.134.127 personas en CABA, el 39% son no residentes, en su mayoría son provenientes del conurbano bonaerense
Respecto de la reciprocidad de este mecanismo de atención cruzada, Quirós señala: “En promedio, el 30% de las camas porteñas son ocupadas por bonaerenses. Si algún paciente porteño se ha atendido en el conurbano no lo sé, pero el 30% global de la terapia intensiva pública y privada de la ciudad está ocupada por bonaerenses”.
Hoy la situación sanitaria en la provincia de Buenos Aires es extremadamente delicada, el Gran Buenos Aires mantiene una alta ocupación de camas en Unidad de Terapia Intensiva (UTI), en especial partidos como La Matanza, donde quedan solo 72 plazas libres; en Merlo, 29; en Quilmes, 42 y en La Plata solo cuentan con 84 de sus 439 lugares disponibles. Y, desde febrero, los contagios crecieron un 53% entre los jóvenes.
“Los contagios en la provincia de Buenos Aires se encuentran en un nivel de descontrol insostenible. Combinado con un sistema sanitario ya colapsado, con instituciones sin cama y sin estrategias de derivación efectiva de pacientes, convierte al conurbano en un potencial caso Brasil”, afirma el Doctor Carlos Kambourian. Y agrega: “Una de cada dos personas en el conurbano es positiva de Covid-19, no lo saben porque no se testea lo suficiente, celebran 100.000 test cuando deberían realizar al menos 500.000”.
El Gobierno nacional pareciera no reconocer estos datos porque en lugar de cuidar a su aliado, el sistema de salud de CABA, que colabora en la atención de pacientes que no encuentran lugar de su par bonaerense, se dedica a denostar y complicar el accionar del Gobierno de la Ciudad quitándole fondos ya presupuestados de la coparticipación, en medio de una pandemia con mucha demanda de recursos en el sector sanitario, y adoptando medidas inconsultas, como la prohibición de la presencialidad en las escuelas por 15 días.
Por su parte, Axel Kicillof hace su juego. Pidió enfáticamente la semana pasada restricciones más duras suspendiendo la nocturnidad y las clases. Llama la atención que las medidas que pide el gobernador son aplicables, si se controlan con dureza, solo en la ciudad de Buenos Aires y en algunos barrios céntricos del conurbano, pero no tienen la menor chance de cumplirse en barrios del segundo y tercer cordón del conurbano donde durante el verano proliferaron las fiestas clandestinas y donde no alcanzan las fuerzas de seguridad para controlar el cumplimiento de la prohibición del tránsito comunitario nocturno. “De día por las ferias y de noche por la misma vida nocturna que mantienen los jóvenes, esto es incontrolable”, señala un intendente de la zona oeste que cree que las medidas están mal analizadas.
También el Gobernador enfatizó en la necesidad urgente de suspender las clases, algo que afecta y mucho a CABA y a la educación privada bonaerense. Desde marzo, cuando comenzó la presencialidad en la provincia, hemos asistido a denuncias de padres empeñados en mostrar que en muchos distritos bonaerenses, desde el comienzo del ciclo lectivo, la presencialidad en el sistema público es la excepción y no la norma, allí no cambia nada.
Cuidar el proyecto político, ocultar los errores del candidato que se incuba en el extenso territorio bonaerense, parece ser la principal estrategia del oficialismo que, cansado de correr de atrás la carrera por los testeos y las vacunas y salpicado por la vacunación privilegiada, quizás el gesto más inmoral que nos regaló la política en muchos años, ahora necesita crear discursivamente una nueva provincia, el AMBA, para mezclar en ella sus errores, disfrazando así sus propios fracasos.