Alvaro Alsogaray: "El único golpe justificable fue el del 55"
A los 90 años, sufre por la detención de su hija, a quien defiende, afirma que nunca fue antiperonista y define a Menem como un liberal incompleto. Cree que Kirchner no empezó aún a gobernar
Desde luego, a los noventa años, el tono de voz de Alvaro Alsogaray ya no es el mismo. El ingeniero, como siempre marmóreo aunque cortés, habla bajo y cerrado. Ha perdido gran parte de aquella dicción de eses pronunciadas junto con aquel énfasis con el que alguna vez, en los sesenta, exhortara a los argentinos desde el Ministerio de Economía a "pasar el invierno". También perdió los tics faciales que consumieron incontables horas de ensayo de tantos imitadores televisivos. Las ideas que expresa, en cambio, parecen haber resistido el paso del tiempo.
Protagonista de más de medio siglo de la vida argentina, Alsogaray dice que no tiene cosas importantes de las que arrepentirse. Pero reconoce que le duele no dejar la herencia de un partido político colector de su prédica, luego de que la Ucedé se diluyera en las entrañas del menemismo ("y encima tuvimos en la Ucedé tres personas de carácter disolvente", dice, aunque se niega a identificarlas).
De traje gris y buen semblante, más delgado, en su eterno estudio de la calle Riobamba, donde conserva una rutina diaria de lectura y escritura, Alsogaray mantuvo con LA NACION un diálogo de casi dos horas y aceptó, así, romper un largo silencio. Arrancó con su ingreso en la política. Evocó los tiempos en que fue ministro de Industria del presidente Pedro Eugenio Aramburu y fundó el efímero Partido Cívico Independiente. Más tarde llegó a la actualidad, capítulo en el que, con una mezcla de deseos de callar y de decir, abordó el insoslayable tema de la detención de su hija.
--Ha pasado casi medio siglo desde la Revolución Libertadora. Con los ojos de hoy, ¿cree usted que fue acertado el enfoque del peronismo que hizo aquel gobierno militar?
--La revolución en sí misma, desde mi punto de vista, fue un acto patriótico. Pero no estaba preparada para gobernar. Fue un gobierno un poco improvisado. Podemos definir a la Revolución Libertadora como un acto de reivindicación argentina, con la desventaja de que no estaban preparados para dar respuesta a la cuestión. Excluyó al peronismo, de alguna manera lo persiguió. Pero, ¿qué quería hacer para gobernar? En realidad la Revolución estuvo muy supeditada a lo que peronismo había hecho.
--¿Tiene hoy una visión crítica de lo que significó el antiperonismo de esa época?
--No, al contrario, considero que la Revolución Libertadora es el único golpe de Estado que está justificado, porque el régimen de Perón era una dictadura y contra eso se tenía que reaccionar. Los demás golpes de Estado han tenido motivos menores y no son justificables.
--Hace muchos años usted me contó que durante el primer golpe de Estado, en 1930, había marchado con la columna del Colegio Militar hasta la Casa Rosada, aunque en un sidecar.
--Tenía 16 años.
--¿Y cómo ve ahora el golpe del 30?
--No lo veo como un equivalente de la Revolución Libertadora. Pudo haberse evitado. Pero el golpe del 30 lo hizo la población. Cuando Uriburu llegó, la Casa de Gobierno estaba tomada. Fue un acontecimiento político como hemos tenido muchos en el siglo pasado, mientras que la Libertadora fue un acto de sanidad de la población argentina que no quería seguir viviendo bajo la dictadura de Perón.
--Veo que conserva intacto su antiperonismo.
--Yo no tengo sentimiento antiperonista. Cuando fui ministro de Industria hice sacar de los legajos del personal todos los antecedentes de los peronistas para que no fueran perseguidos individualmente. Y mantuve a algunos funcionarios. Siempre consideré que el peronismo auténtico, que no es el nacionalsocialismo, era una expresión de una parte importante del pueblo argentino. No tuve una actitud antiperonista de persecución. Creo que estaban equivocados y que habían llevado al país a una situación de decadencia. No soy lo que se acostumbraba llamar un "gorila".
--Ya que usted lo menciona, permítame decirle que no es esa la percepción que de usted tiene mucha gente. Lo consideran un "gorila".
--¿Por qué?
--Supongo que por su participación en la Revolución Libertadora, en el gobierno de facto de Guido, en el de Onganía.
--Esos gobiernos tampoco tuvieron una vocación antiperonista. Se produjeron por otras razones. Por ejemplo, la revolución de 1976, el último gobierno militar, no era peronista ni antiperonista.
--Pero cuando se produjeron los gobiernos militares anteriores el peronismo estaba proscripto y el peronismo era el tema central.
--Una vez producida la Revolución Libertadora no hubo otros golpes de Estado basados en el problema peronista. A lo sumo hubo una restricción electoral del peronismo. Pero eso no permite calificar como peronismo o antiperonismo, gorilas o no gorilas. Desde luego, cuando el peronismo se presentaba políticamente con sus banderas, su música y sus cantos, provocaba la reacción contra eso. Ahí sí había gente antiperonista. Muchos, por supuesto. Pero el caso mío no se aplica porque yo no había hecho profesión de fe antiperonista.
--¿Cómo fue su relación personal con Perón? ¿Lo conoció?
--No tuve una relación personal. Solamente una vez... Me habían designado (durante el primer gobierno peronista) presidente de FAMA, la Flota Aérea Mercante Argentina, y quise hablar con Perón. Me dieron la audiencia para un día a las siete de la mañana. Cuando llegué, Perón estaba preparando su discurso para que comiéramos vegetales en lugar de carne, ¿se acuerda? En la antesala me dijeron "espere un momentito". Esperé hasta las 11 y media. No me recibió.
--¿Y después nunca lo vio?
--No. El conocía muy bien todo el pensamiento mío. Yo le hice saber varias veces por distintas personas lo que pensaba y la necesidad de que él mismo hiciera cambios, pero no tuve éxito. Después, estando Perón en España, tuve dos contactos con un allegado suyo que quedó bastante impresionado por lo que yo decía y se lo comunicó. Me hablaron acá para que yo fuera a verlo a Perón. Yo les dije: "Prefiero no ir a España, como todos los peronistas; podemos encontrarnos en Francia". Pero no se hizo.
--Muchos años después usted se asociaría con el peronismo de Menem. ¿Cómo ve hoy esa asociación?
--Menem, Angeloz y yo éramos candidatos a presidente. Menem representaba al peronismo, sin definir bien qué era, Angeloz era radical y yo representaba al liberalismo. Desde nuestro punto de vista estuvimos satisfechos, porque reunimos dos millones de votos. No sé si usted recuerda la reunión en River Plate, donde juntamos ochenta mil personas y además les pedimos que pagaran la entrada en lugar de llevarlos en ómnibus.
--La Ucedé estaba en su mejor momento.
--Estaba en el pico. Yo escribí en ese momento un libro que se llama Bases para la acción política futura. Además de exponer mis ideas, me servía como plataforma. Ese libro le llegó a Menem. Después de que ganó la elección, un día yo estaba almorzando, sonó el teléfono, atendió mi mujer y sonriéndose, como diciendo que se trataba de un chiste, me dijo: "Te llama el presidente de la República". Era Menem. Me invitó a tomar un café y fui, a la calle Posadas. Hablando con él me di cuenta de que era un hombre que estaba dispuesto a cualquier cambio, por drástico que fuera. Tuvimos una segunda reunión en la avenida Callao. Estaba siempre rodeado por muchos piqueteros peronistas y yo tenía que atravesarlos.
--Bueno, serían militantes, ingeniero. En esa época no había piqueteros.
--No. Pero me recibieron muy bien. Me decían "no lo abandone al jefe", porque se había corrido la voz de que Menem quería mi colaboración. En esa reunión Menem me propuso ser embajador en Estados Unidos, cargo que yo ya había desempeñado.
--Con Onganía.
--Sí. Entonces le dije: "Vea, doctor, yo ya tengo la experiencia y no es mucho lo que pueda hacer desde allá porque los problemas no están allá sino acá". Le dije que el problema más grave que él tenía era la deuda externa y que hay fórmulas para resolverlo. Me ofreció ser asesor, cosa que yo no quería porque había como doscientos asesores, pero le dije que para colaborar quería hacerlo con una tarea específica que sirviera al país, y eso sería arreglar la deuda externa. Bueno, realicé un trabajo que si se hubiera hecho no tendríamos deuda externa actualmente. Se lo puedo demostrar. Lo tengo escrito.
--¿Y por qué piensa que no se hizo lo que usted propiciaba?
--Menem tenía la costumbre de tomar una decisión pero luego no apoyarla demasiado. Dentro de los funcionarios no veían con agrado que yo tuviera una tarea tan especial y tan importante. Entonces empezaron a darle largas al asunto. A tal punto que lo que había conseguido yo con el Citibank y todos los bancos que eran acreedores se demoraba y no se podía llegar a nada. Por lo cual en un momento dado tuve que decirle a Menem: "Mire, lamento mucho pero no puedo". Entretanto él había asimilado la privatización de las empresas del Estado. Ahí se arriesgó a todo, porque privatizar en la forma en que lo hizo fue una hazaña. En dos o tres años Menem hizo una verdadera revolución. Adoptó la base de nuestra política. Entonces, ¿qué podíamos hacer? ¿Ponernos en contra porque era peronista? Hubiera sido una actitud muy poco patriótica. Nosotros nunca fuimos menemistas ni hicimos política. El único contacto serio fue María Julia, pero ella fue elegida por capacidad técnica. En el año 94 las cosas ya empezaban a andar mal. Estábamos otra vez con déficit de presupuesto, clave del desorden monetario y financiero que viene después. ¿Y con qué se pagaba? Endeudándose.
--¿En definitiva, qué balance hace de toda la década de Menen?
--Para mí, la parte dinámica, que podría haber sacado el país adelante, fue del 89 al 94. Del 95 en adelante funcionó en base a disposiciones tecnocráticas, personas que conocen de economía pero que no son verdaderos líderes.
--¿Cavallo?
--Cavallo es un hombre que entiende de economía y sin embargo lanzó la ley de convertiblidad, cuyas consecuencias estamos experimentando ahora. En la Cámara yo voté a favor de esa ley, pero con la salvedad de que se debía modificar pronto en tal o cual sentido.
--¿Y a quién responsabiliza por el colapso de la economía?
--A las malas políticas aplicadas en la Argentina durante cincuenta años. No es un episodio aislado.
--Mucha gente asocia el colapso de la economía con las políticas aplicadas en los noventa y culpa a las políticas liberales.
--Los críticos no hablan de liberalismo sino de neoliberalismo. La política que se siguió no es liberal. El neoliberalismo es una deformación del liberalismo.
--¿Menem qué fue?
--Por su parte sustancial, que son las privatizaciones de las empresas del Estado, el retorno de la actividad privada y la absoluta libertad de prensa, podemos calificarlo de liberal. Un liberal incompleto.
--Suele señalarse al endeudamiento como uno de los aspectos más negativos de los noventa, pero también está la corrupción y veo que usted no la ha mencionado.
--La corrupción es uno de los males que experimentó el país muy fuertemente en ese momento. De paso le digo que corrupción hay en todas partes. Estamos asistiendo a hechos de corrupción en países como Italia, hasta Inglaterra. Hay distintos tipos de corrupción, desde el cuidador de autos que repasa el vidrio hasta los grandes políticos y empresarios.
--¿Y qué visión tiene de las causas judiciales en contra de su hija?
--Por el momento no voy a hablar de eso. Estoy seguro de que mi hija no tiene nada que ver con lo que se le acusa, pero el tema está en la Justicia y estoy esperando que la Justicia se expida. Algunos de los procesos que ella tiene son tan elementales que es inconcebible que se hayan abierto. El nombre le ha molestado a ella... además es una persona inteligente, es ingeniera, es muy dinámica, tiene grandes condiciones de conducción, y eso suscita envidias y resquemores. Que tuviera el poder que tuvo en Entel, después en Somisa y en Recursos Naturales no le gustaba mucho a alguna gente. A ella la procesan, por ejemplo, porque hizo hacer un tinglado en el edificio principal que necesitaban para cubrir oficinas.
--Pero ahí hay una acusación por los delitos de peculado, defraudación e incumplimiento de los deberes de funcionario público, si no recuerdo mal.
--No tengo en la memoria los cargos. Estoy esperando que se expida la Justicia. Después hablaremos.
--¿Es optimista respecto de cómo se va a expedir la Justicia?
--No soy optimista ni pesimista. Espero que haya justicia.
--¿La ve a su hija?
--Sí, una o dos veces por semana.
--¿Y cómo la encuentra?
--Muy aplomada, segura de sí misma. Lee mucho. No está aplastada por lo que le pasó.
--¿Y usted? ¿Qué le produce a un hombre de su trayectoria tener una hija presa por corrupción?
--No está acusada por corrupción.
--Son distintas causas. Pero el tema central es la corrupción.
--A mí me parece que hay excesos en esta materia. Repito, no quiero hablar por ahora. Si está la Justicia de por medio, hay que esperar. Así lo hice con Angeloz cuando fue procesado.
--El hecho de que el Gobierno haya tomado el caso de su hija como una especie de "leading case", ¿qué opinión le merece?
--El gobierno actual ha tomado varios "leading cases". Fíjese que el primer acto importante fue echar a 64 generales. Eso fue un acto político, evidentemente. Pero en el caso de María Julia creo que no ha intervenido mayormente.
--No tiene la sensación, entonces, de que su hija fue tomada como caso simbólico.
--Hasta ahora no he notado que el Presidente se haya referido a casos particulares. También han detenido a la señora de Noble y la tuvieron tres días en el mismo lugar donde está María Julia. Desgraciadamente las denuncias son tan cruzadas y demoran tanto tiempo que es muy difícil que haya funcionarios resueltos a jugarse si de eso lo que van a obtener es un proceso judicial.
- ¿Cómo ve a Kirchner?
--Hasta ahora el doctor Kirchner lo que ha hecho es asentar su poder. También utilizó el tiempo para viajar al exterior, tomar contacto con líderes mundiales, hacerse conocer. No se ha ocupado verdaderamente de la economía. Sólo intervino cuando había emergencias. Hasta ahora no se puede hablar de su función de gobierno. Se puede hablar de que ha ocupado su lugar para empezar a gobernar. Por eso es muy importante saber qué va a hacer de aquí en adelante.
--La última pregunta, ingeniero. ¿Está satisfecho con la vida que tuvo en estos noventa años?
--Sí, estoy bastante satisfecho, aunque he tenido algunos inconvenientes en la vida.
--¿A qué se refiere? ¿Está pensando en María Julia?
--No, lo de María Julia es un hecho inevitable de la política y de cómo se ha ido desarrollando. No es para mí una preocupación. Dejeme reservarme lo de los inconvenientes.
Isabel, el Proceso y la guerra
"Tres o cuatro días antes, yo escribí una advertencia y me opuse al golpe de Estado", dice Alvaro Alsogaray con referencia a la destitución de Isabel Perón, el 24 de marzo de 1976. "Yo debo haber sido el único político que se opuso al golpe. Los peronistas huyeron. Casildo Herreras declaró ?yo me borro´ y se fue. Los ministros cambiaban casi día a día. Yo dije: ?hoy todo el mundo quiere que intervengan los militares; mañana van a estar en contra. Dejen que este gobierno se arregle por sí solo´. Todo se ha dado matemáticamente. Todo el mundo critica ahora al Proceso y todavía hay persecuciones de los líderes del Proceso, pero el día anterior era al revés. Se pedía que intervinieran los militares".
-¿Y cuál es la opinión que usted tiene hoy de lo que significó el Proceso?
--El Proceso tampoco tuvo capacidad de gobernar. No tenía una plataforma de gobierno. Actuaba por razones políticas y por el problema subversivo. Podemos decir tres cosas. Una, que liquidó a la subversión: éxito militar. En materia de gobierno no fue muy eficiente, casi no hubo solución e hizo aumentar la deuda externa. Tercero, ya hemos tenido tantos golpes que ese no tendría que haberse producido.
--Usted dice que liquidó a la subversión y que eso fue un éxito. ¿Realmente piensa que la represión estuvo bien manejada?
--El gobierno de Isabel Perón no sabía qué hacer hasta que firmó los decretos que ordenaban aniquilar el accionar de la guerrilla. Todo el tema de los procedimientos es bastante discutible. Usted no puede, por ejemplo, juzgar a Truman ni a los americanos porque tiraron la bomba atómica. Con esto no le estoy diciendo que yo esté de acuerdo con que se hayan cometido algunos atropellos. Tanto es así que la justicia militar tenía bajo examen casi doscientos casos de verdaderas transgresiones, pero esto se extendió después por razones políticas. Mi opinión fue vertida en la Cámara de Diputados. No estoy de acuerdo con las transgresiones previstas en el Código de Justicia Militar y aquello que no se cumplía con suficiente prolijidad. Pero que esto se está explotando políticamente por todos los sectores de izquierda no tengo ninguna duda.
--De modo que las cosas que se han demostrado en la Justicia usted no las cree.
--¿Y cuáles son las cosas que se han demostrado en la Justicia?
--En principio, que hubo un plan de represión ilegal, de terrorismo de Estado, según la sentencia que condenó a los comandantes, dictada por la Cámara Federal en lo Penal de la Capital Federal y ratificada después por la Corte Suprema.
--Mire, con los elementos de juicio que tenemos usted y yo en este momento no estamos en condiciones de juzgar actos de esa clase. Yo lo tomo en un sentido más amplio. Cuando hay una guerra, la tarea es ganar la guerra, no pedir permiso para allanar una casa. Había que ganar la guerra y estuvimos muy cerca de perderla. Recuerde usted que Tucumán ya era una provincia que la íbamos a segregar del territorio argentino. Un sobrino mío fue muerto en Tucumán.
--Lo sé. Era del ERP, ¿no?
--Un chico joven...
--¿Y usted cómo vive esa pérdida?
--Como penoso, pero lógico. El se sumó a la guerrilla en Tucumán. Tuvieron un encuentro con las fuerzas regulares y lo mataron. No voy a decir "bueno, pero por qué no le avisaron?". El eligió la guerra.