Tener auto, esa idea de otro siglo
La mayoría de los vehículos que circulan por las calles en todas las ciudades del mundo lo hacen con asientos vacíos. En la mayoría de ellas, basta mirar en un semáforo a los autos detenidos para ver que casi todos están ocupados por una o dos personas. Somos los más grandes transportadores de nada de la historia, de manera costosa y contaminante. El sistema automovilístico que creamos pertenece a otro siglo; no importa qué tan digitalizados estén los autos actuales, es el inflexible concepto de "mi auto" lo que pertenece a otra época.
Poseer un auto, dejarlo estacionado para que nos espere, es una idea totalmente del pasado. Tal vez no necesitamos tener un auto, tal vez sólo necesitamos usar autos. Spotify nos enseñó que no es necesario poseer discos para escuchar música. Puede ser que en el futuro usemos autos sin que nunca más sean nuestros.
En enero pasado, General Motors lanzó una compañía llamada Maven que, forzando la comparación, podría ser en algún momento como el Spotify de los autos. Se trata de una empresa de carsharing (uso temporal de autos) donde por una cuota mensual de membresía, un pago de 8 dólares la hora para los autos compactos (Chevrolet Spark) y una aplicación móvil, es posible encontrar un auto cercano, abrirlo desde el celular, subirse y andar. Ni siquiera hay que ponerle nafta porque está incluída en el servicio.
Este podría ser sólo el principio de un proceso de "desposesión" de autos. La explosión de los automóviles autónomos pone todo el concepto de propiedad de un vehículo en crisis. Porque, ¿para qué tener un auto autónomo si pueden ir y volver de donde quieran a buscarnos? ¿Por qué debería ser una propiedad? ¿Por qué deberíamos elegir entre uno familiar o uno pequeño o uno sport? ¿Por qué no tener el auto oportuno cuando corresponda, el auto indicado para cada ocasión? Un auto de una sola plaza podría venir a buscarnos al trabajo para llevarnos a casa, para luego pedir (con un tap desde una aplicación) un auto de cinco butacas para ir con la familia a alguna parte.
Según Sidewalk Labs (una compañía de Google), las ciudades fueron moldeadas por tres grandes revoluciones. La primera fue la revolución del vapor, que dio impulso a trenes y barcos que expandieron los viajes y el transporte de cargas. La segunda fue la electricidad, que iluminó las ciudades, creó los subterráneos, permitió los ascensores y con ellos la revolución de la altura en la arquitectura. La tercera fue la revolución del automóvil, que individualizó el transporte y lo expandió en todas las direcciones. Ahora estamos en la cuarta revolución, la revolución digital, que abarca todos los aspectos de la ciudad, entre ellos los autos y todas las formas de transporte.
Los autos semivacíos que vemos en las calles son el resabio testimonial de una época analógica que deberá extinguirse por su ineficiencia. Una época donde fue indispensable poseer los objetos para usarlos. Una época en la que estuvimos obligados a conducir. No sabemos qué producirá la revolución digital que anticipa Sidewalk Labs, pero van dos pronósticos: los autos nunca más andarán vacíos, ni serán nuestros.