Alberto: más venenoso que jugar a la mancha
“Tiene todas las características de haber ejercido violencia de género” (De Mayra Mendoza)
- 3 minutos de lectura'
De confirmarse todas las denuncias que pesan sobre quien dijo que se iba del gobierno sin tener una demanda en su contra, Alberto Fernández pasará a la historia como el docente que no solo enseñaba Teoría del Delito, sino que lo ponía en práctica. Sus alumnos, agradecidos.
En verdad, el nombre de la materia que el ex presi-profesor dictaba es más largo: Teoría del Delito y Sistema de la pena. Es probable que, si decide seguir dando clase en el futuro, él mismo pida que lo reformulen por “Qué pena me da el sistema”. Por ahora, renunció. No consiguió que en su cátedra se inscribiera ni un solo alumno para el segundo cuatrimestre de este año.
Tremendo. El tipo que, según se decía allá lejos en la campaña electoral en la que lo metió Cristina, venía a adecentar la política –el supuesto candidato de la moderación– termina en el banquillo no solo acusado de abusador y corrupto, sino más solo que ojo de cíclope.
Cuando faltaba poco para que dejara la presidencia, muchos de sus supuestos amigos perokirchneristas empezaban a correr hacia el ostracismo como pasajeros del Titanic yéndose a pique. Uno por uno se iban tirando al agua con la convicción de que era mejor saltar a ciegas que conseguir un bote salvavidas que los dejara pegados a la debacle electoral en ciernes.
A Cristina le llevó más tiempo. Pasaba meses sin hablarle, pero después le mandaba alguna cartita pública. Es comprensible. Ella lo parió para la presidencia y toda madre siempre trata de ayudar a un hijo. Eso sí, cada tanto le dedicaba un correctivo: ”Alberto, hacete fuerte”, “Alberto, agarrá la lapicera”, ojo con los “funcionarios que no funcionan”... O cuando dijo que ella podía mostrar su celular mientras que otros no. Picarona. Ya se lo había revisado. Pero está visto que se salteó alguna que otra foto. Pecado de sorora.
Ya fuera del poder, se conoció que el profe había vuelto a su viejo amor: los seguros, pero para triangularlos desde el Estado en favor del esposo de su histórica secretaria, María Cantero. “Yo no pedí por nadie. Si mi secretaria lo hizo, se extralimitó”, dijo Fernández, casi repitiendo la fórmula de la frase que le había dedicado a su entonces pareja Fabiola Yañez cuando se conoció la festichola en Olivos durante la pandemia: “Mi querida Fabiola convocó a un brindis que no debió haberse hecho”.
El escándalo por la grave denuncia de su “querida” Fabiola parece haber despertado a los examigos del profe de la larga siesta que dormían con un ojo abierto, pero sin ver.
“Tiene todas las características de poder haber ejercido violencia de género”, dijo la intendenta de Quilmes. “En estos casos siempre le creemos a la víctima”, suscribieron diputados de Unión por la Patria . ¡Tiemblan Alperovich y Espinoza! “Fabiola nunca nos pidió ayuda”, juraron exfuncionarias del área de la mujer durante la gestión de Fernández, aunque circula una información que dice que sí la pidió y le dijeron: “Ya va a pasar”. Sana, sana, colita de rana.
Tarde piaron. Hoy, que se les derrumba el yenga, nadie quiere jugar a la mancha venenosa con Alberto, ¡qué menos!