De no creer: Alberto, Bava... kirchnerismo era el de antes
Hay que decirlo: jueces kirchneristas eran los de antes. Comparemos a este muchacho Martín Bava con Oyarbide, por ejemplo. Oyarbide dio por válido que Néstor y Cristina hicieron su fortuna ahorrando en las compras del supermercado, pero los códigos los tenía leídos. El desdichado Bava cometió en diez minutos más errores que otros colegas en toda su carrera. Anoche se reunió con amigos y les confió que cuando sea grande le gustaría ser juez.
Dicho esto, un manto de piedad sobre él. Contengámoslo en su frustración. Ya tenía redactado el procesamiento de Macri, ya estaban pautadas las entrevistas con Víctor Hugo Morales, Gato Sylvestre y Roberto “Ganó Scioli” Navarro, había dejado la tarde libre para recibir las llamadas de agradecimiento de medio Gobierno, y una mamarrachada tira todo por la borda. De celebridad a hazmerreír en un hervor. Se vio en la obligación de llamar él para disculparse. Lo hizo con palabras sentidas: “Juro que la próxima vez voy a preguntar cómo se toma una indagatoria”. Pero, claro, imagínense a Zannini o a Máximo del otro lado de la línea. Mi cielo, lo habrán puesto a parir.
Lo de Bava es una nueva evidencia de la degradación de la especie que supo dar tres presidentes. También apretadores de empresarios eran los de antes. A Feletti le faltan 17 materias para recibirse de Guillermo Moreno. No tiene un revólver sobre el escritorio, no usa guantes de boxeo, no manda a la policía a tirar a patadas las puertas de las cuevas en la City porteña. Resultado: los precios se le descongelan en la cara y la devaluación del peso es casi más rápida que la de Alberto.
¿Ministros de Economía? Lo mismo: los del kirchnerismo línea fundadora solo reportaban al presidente o presidenta. Si a Guzmán le preguntás por las tarifas te manda a hablar con Basualdo; por el costo de vida, con Feletti; por el presupuesto, con Máximo, y por la deuda con el FMI, con Cristina. En su reciente viaje a Washington y Nueva York se presentó como articulador: articula respuestas de compromiso.
Siempre sospeché que, en la negociación con el Fondo, unos hacían de policías buenos y otros, de policías malísimos. Pero me desconcierta el profesor Fernández. Como que todo el tiempo está cambiando la máscara: un día echa fuego por la boca y al día siguiente la invita a Kristalina Georgieva a los preboliches de Fabiola en Olivos.
Seamos justos: tampoco la oposición de estos tiempos está a la altura de las circunstancias. Nadie en Juntos por el Cambio incomoda tanto a Cristina como en su momento la incomodaba el áspero Alberto. La primera conclusión es que para despistarnos es un artista. La segunda, que ha llevado su estrategia a la máxima expresión: se terminó por despistar él. Entre el staff del FMI, al principio circulaban memos con sus declaraciones; ahora se mandan los memes.
El miércoles lo felicité porque fue el único orador en el acto en Deportivo Morón. Pero resulta que nadie había querido acompañarlo.
El nuevo embajador norteamericano, Marc Stanley, viene para ponerse al frente del golpe
Alguna vez, Néstor fue cabeza de lista en la provincia de Buenos Aires; hoy es Vicky Tolosa (aunque, es cierto, los dos perdieron). Alguna vez, Aníbal infundía temor en el Vaticano; hoy asusta a las hijas de un humorista. Axel llegó a hablar tres horas seguidas en el Congreso para defender la nacionalización de YPF; ahora lo esconden, lo callan, y no faltará mucho para que lo veamos al frente de un surtidor. En aquellos años, Cris denunciaba por cadena nacional golpes de la patria sojera, de los medios hegemónicos y de los poderes concentrados; ahora encontrás en oferta “golpes blandos” promocionados por Vicky, golpes de morondanga, y un poco de razón tiene, porque es el golpismo de gente de la calle que ya no los vota. El colmo: el papa Francisco le hizo saber a Alberto que no va a recibirlo; ni siquiera con cara de traste. Y ojo, porque cuando en Fiumicino descubran que está vacunado con la Sputnik, capaz que no lo dejan entrar. Por favor, hágannos el aguante. No lo manden de vuelta.
El Presi se hizo acompañar en su viaje a Roma por una delegación numerosísima: medio gabinete –tranquilos: fue Cafierito, por si surgen problemas con los vuelos–, secretarios de Estado, embajadores, asesores, la vocera presidencial, la segunda de la vocera, y parece que también se quiso apuntar la tercera. Por supuesto, se sumó Fabiola; y, hay que presumir, los asistentes de Fabiola, en un chárter para ellos. El principal objetivo de la misión fue fijado por el consultor catalán Gutiérrez-Rubí: mantener al Gobierno alejado de la campaña.
Manzur iba a ser de la partida, pero se quedó dormido.
El nuevo embajador norteamericano, Marc Stanley, dijo ante el Senado de su país que la Argentina es “un hermoso bus turístico al que no le funcionan las ruedas”, y Cristino Parrilli se ofendió: “A Braden ya le ganamos”. Bien, Parri, pegue donde duele. Lo más grave de Stanley fue que le pidió al Gobierno un plan para estabilizar la economía. El gringo viene a ponerse al frente del golpe.
Así estamos, de downgrade en downgrade. Yo pondría la solución en manos de Bava.