Ahora llueve sobre la Casa Rosada
No supieron calibrar el error imperdonable que significaba asociarse con alguien como Boudou
El diluvio sin pausa que acompañó a la multitud el 18F amenaza por estas horas a la Casa Rosada. La confirmación del procesamiento al vicepresidente Amado Boudou por el caso Ciccone y la decisión de la Cámara Federal de ratificar al juez Claudio Bonadío para que siga al frente de la causa Hotesur investigando por presunto lavado a los hoteles de Cristina Kirchner y de la familia presidencial, revela que en lo más alto del poder llueve sobre mojado. Una mala noticia para quienes dentro de 240 días no estarán más en sus cargos.
En el caso Hotesur, quienes han quedado en el centro de la pesquisa son la propia Presidenta y su hijo Máximo. El juez Claudio Bonadio comprobó irregularidades en los balances, en documentos, en los domicilios declarados y tiene en su agenda investigar la posible conexión de lavado de dinero que vincularía a miembros de la familia presidencial con el empresario Lázaro Báez.
Amado Boudou, el funcionario con peor imagen en el país, es un asombroso caso de supervivencia política, como lo demuestra el hecho de que nadie, dentro o fuera del oficialismo, acepte considerarse como uno de los suyos. Basta con preguntarle a cualquier militante de La Cámpora. Por conveniencia, necesidad o temor Cristina Kirchner ha sido su único sostén desde la noche en la residencia de Olivos en que ella, mientras creía ver ingresar el espíritu de Néstor Kirchner por una puerta entreabierta, lo ungió como su compañero de fórmula. Días después, al hablar en un acto, puso en blanco sobre negro los verdaderos términos de la nueva relación. Lo llamó "concheto de Puerto Madero".
Boudou es un asombroso caso de supervivencia política, como lo demuestra el hecho de que nadie, dentro o fuera del oficialismo, acepte considerarse como uno de los suyos
Escudado en la vicepresidencia, Boudou fue quien llevó adelante la idea de Néstor Kirchner que consistía en la necesidad de apropiarse de la fábrica de hacer dinero por motivos que, como se ve, no se limitaban a que el Estado tuviera un mayor control sobre la operación. Lo que hizo Boudou, según la Justicia, fue apropiarse del 70% de la imprenta Ciccone en concepto de coima para sacarla de la quiebra, delito por el que se confirmó su procesamiento. Fue un verdadero trabajo en equipo. Quienes participaron y están ahora procesados son su socio e íntimo amigo, José María Núñez Carmona; su presunto testaferro, Alejandro Vandenbroele, y el jefe de gabinete en el Palacio de Hacienda, Guido Forcieri. El apoyo de la Casa Rosada y de los servicios de inteligencia, ahora tan denostados, fueron decisivos para apoyar y llevar adelante una maniobra de esta envergadura, pero fue insuficiente. Quizás, porque quienes estaban al tanto de la operación, empezando por el matrimonio Kirchner, no supieron calibrar el error imperdonable que significaba asociarse con alguien como Boudou.
El vicepresidente que representa a la Argentina, que participa en las cumbres internacionales y estrecha la mano de presidentes en todo el mundo, es el mismo que desciende a la tropelía de alterar los documentos de un auto usado para evitar pagarle a su ex mujer la mitad que lo que le corresponde. En palabras de Sabina, es el mejor dotado de los conductores suicidas.
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