De no creer. Aguante, Presidente, aguante, que el show debe continuar
La imputación a Alberto Fernández en la causa por la fiestita de cumpleaños de su mujer tiene en estado de shock a todo el espectro del oficialismo; y a Alberto, convertido en un espectro. Cristina no puede creerlo: si el fiscal que lo está investigando “es un coimero”, según la definición técnica de Dalbón, “cómo es que nadie habló con el fiscal”, se pregunta la vice. Decidió entonces que un comité de expertos estudiara la mejor forma de encarar la defensa. Llamó a eminentes figuras del derecho: Dalbón, Zaffaroni, Beraldi, Zannini, Burlando, Ana Rosenfeld y Matías Morla; también puso a su hijo Máximo, pese a que no completó el primer año de la carrera en la Universidad de Belgrano. Cris les dio 24 horas para que recomendaran un curso de acción. Ella tomó distancia de las deliberaciones, con el argumento de que nunca se llevó bien con el Código Penal. Cumplidas las 24 horas, el comité se expidió sobre la imputación, y lo hizo en forma unánime. Todos estuvieron de acuerdo en que “Alberto es inimputable”.
Inimputable es una persona a la que no se puede culpar de un delito porque carece de madurez mental o física. Increíble, pensó Cris, que una sola figura, una sola palabra, lo explique todo. Maravillas de la ciencia jurídica. Sintió que se reconciliaba con la profesión que le permitió, cuando apenas era una jovencita impetuosa, constituir una fortuna que nunca termina de contar. Detalle de color: en los papers que quedaron del debate entre los expertos, el Presidente, para mayor reserva, es identificado con un hashtag: #NoMePeguenFueFabiola.
Ajeno por completo a la movida de su vice, Alberto se presentó ante la causa y proclamó, en un escrito de 20 páginas, su inocencia. En 19 de esas páginas rebate la imputación por inexistencia de delito; es decir, rebate su decreto y sus propias declaraciones. En la última, ofrece una compensación metálica en cuatro cuotas; es decir, rebate las 19 páginas anteriores: se reconoce culpable. Detalle de color: el profesor asumió su propia defensa pese a que, por el cargo que ocupa, tiene la matrícula suspendida. Es obvio que Dalbón dijo lo que dijo sobre el fiscal y sobre el juez (“Casanello me importa un huevo”) para no tener que intervenir en el expediente: está convencido de que Alberto, además de inimputable, es indefendible.
"Más que indefendible, Alberto es una persona indefensa: hay que ver cómo lo trata Cristina"
Inimputabilidad y ajenidad, vamos a coincidir, lo explican todo. ¿Alberto primero negó la fiesta, negó haber estado, negó la foto y terminó culpando a su mujer? Bueno, estamos frente a un proceso de maduración no concluido. ¿Toleró las pijamadas de Fabiola, prohibió en Olivos el uso de barbijos, convirtió la quinta en una noche interminable? Si se promedia su edad con la de su mujer, nos da una pareja joven y llena de vida, como tantas de esa franja. ¿Se compara con San Martín y Sarmiento? Reminiscencias de los actos escolares con disfraces en las fechas patrias. ¿Elogia a la maestra kirchnerista que adoctrina a sus alumnos a los gritos e insultándolos? Más asimilado a los claustros universitarios, los códigos de la enseñanza secundaria le resultan ajenos.
Lo que vienen a decir los juristas convocados por Cristina es que no nos tomemos muy en serio al profesor convocado por Cristina para ganar las elecciones. Que seamos comprensivos en el análisis y magnánimos en la crítica. A mí, un poco me convencieron. Siento que, más que indefendible, es un ser indefenso, al que ella reta en público, le enseña a tomar agua, le saca el micrófono, le da lecciones de templanza y lo manda a poner orden en el Gobierno; y en su casa. Él agacha la cabeza, sonríe, consiente. Un presidente al que apartan como yuyo malo de la campaña en el conurbano y al que su propio abogado abandona en la puerta de los tribunales me inspira conmiseración. El fiscal y el juez también deberían apiadarse y cerrar rápido la causa, con una condena que contemple su investidura y los más altos intereses del país: que la probation apenas le imponga estudiar Penal 1 y 2, leer libros de historia y hablar menos.
Además, si solo miramos a Alberto nos perdemos el país de Alberto, que no tiene desperdicio. La salida de prisión del Pata Medina, ahorrista compulsivo de casas, yates y autos de lujo, fue épica, desobedeciendo y amenazando al tribunal que lo había liberado. D’Elía, otro preso político felizmente recuperado para la calle, hizo en público un tutorial de cómo arrancarse la tobillera electrónica. Unos 9 millones de vacunas esperan muertas de frío y de risa en las heladeras, aberración que, de visita en el país, no logró justificar Carla Vizzotti. En cambio, a Luis Labraña, exmontonero, no le costó nada explicar la cifra de 30.000 desaparecidos: “La inventé yo”, acaba de declarar; a confesión de parte, relevo de embaucadores. A Victoria Tolosa Paz casi la matan en las redes por haber dicho que un par de zapatillas cuesta 2000 pesos, cuando ella estaba hablando de la primera cuota del Ahora 12. Un grupo de intelectuales se reunió con el Presidente para manifestarle su apoyo; antes, tuvieron que identificarse y mostrar sus documentos.
Aguante, profesor, aguante, que la obra no está terminada.