Agenda digital, una política de Estado más allá del coronavirus
Cuántas veces hemos escuchado o repetido la frase "uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde" y, sin embargo, en la vorágine del día a día nos cuesta dar una verdadera dimensión a esas "pequeñas" cosas que nos rodean y que damos por sentado que están ahí, inamovibles, formando parte de nuestro mundo de vida sin la posibilidad de que desaparezcan.
El 21 de abril de 2018 marcaba el "día cero" en el que Ciudad del Cabo, Sudáfrica, se quedaría sin agua después de sufrir la mayor sequía de su historia. Con sus cuatro millones de habitantes, sería la primera gran metrópoli en cortar el suministro. La amenaza real de quedarse sin agua sumado a una enorme campaña orientada a cambiar los hábitos logró bajar el consumo a la mitad en tan solo tres años, pasando de 1.200 millones de litros al día en 2015 a menos de 600 en la actualidad. Sin embargo, lo que dejó en evidencia esa situación fue que, sin planeamiento estratégico, aún aquello que consideramos básico y esencial puede desaparecer en algún momento.
Trazando un paralelismo con la situación actual que atraviesa el mundo, hoy las consecuencias y limitaciones que nos trae la pandemia del coronavirus nos pone en una situación de alerta en cuanto a la importancia que tiene y tendrá la planificación del mundo de lo "digital", internet y las comunicaciones. En definitiva, lo que denominamos la Agenda Digital de los países.
En tal sentido, este nuevo drama plantea distintos desafíos -tanto para los Estados como para los ciudadanos- sobre el uso de las nuevas tecnologías y la enorme dependencia de internet y sus potencialidades.
Esa "Agenda Digital" vincula las distintas iniciativas y proyectos tecnológicos con la conectividad y las comunicaciones, con sus diversas plataformas, con el desarrollo de software y hardware. A través de ella podemos coordinar e integrar, tanto para la gestión pública como para la actividad privada, todo lo referido a inversión en infraestructura tecnológica, los distintos planes y tecnologías para el desarrollo de las telecomunicaciones (4G, 5G, fibra óptica, internet satelital, etc.) y, por supuesto, la formación de recursos humanos especializados y la reducción de la brecha digital a través de la capacitación en herramientas digitales para la población. Toda esta estructura es la que permite poder brindar un adecuado soporte a los nuevos modelos de desarrollo económico que utilizan, por ejemplo, la robótica, inteligencia artificial o internet de las cosas.
Este nuevo drama plantea distintos desafíos -tanto para los Estados como para los ciudadanos- sobre el uso de las nuevas tecnologías y la enorme dependencia de internet y sus potencialidades
Y por supuesto, hoy más que nunca es posible enfrentar una crisis de estas características con el manejo intensivo de esos medios, no sólo para el uso cotidiano de la telemedicina, el teletrabajo, los trámites a distancia, el home banking o el entretenimiento vía plataformas de internet, sino también para encontrar soluciones adecuadas a este flagelo. Así lo están haciendo numerosos países en el mundo como Singapur, Taiwán, Corea del Sur y la propia China, gracias a la priorización que han venido haciendo en esta materia.
Estos países, a través de una exhaustiva arquitectura y trazabilidad de datos, del uso de celulares, cámaras, sensores y equipamiento inteligente, desarrollaron desde aplicaciones para rastrear con precisión las interacciones que realizó una persona con coronavirus -sistemas que permiten informar cada viaje y los síntomas de cualquier pasajero al llegar al país- hasta una plataforma de alertas nacionales para celulares que avisa a los ciudadanos cuando se ha detectado un caso cerca de su zona y enlaza con información detallada sobre los últimos lugares por los que pasó el contagiado. Al respecto vale la pena mencionar la nota que escribió hace pocos días el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, titulada "La emergencia viral y el mundo del mañana".
Todos estos casos se apoyan, por supuesto, en una robusta infraestructura tecnológica y en un sólido sistema de telecomunicaciones. Pero también en dos pilares que constituyen las columnas de todo este "edificio tecnológico": el Big Data y la Inteligencia de Datos (Machine Learning). A través del primero y basados en los diferentes sistemas de información público-privados se pueden generar millones y millones de datos que luego, a través del segundo, la inteligencia, se procesan, se analizan, se infieren conductas, se definen patrones de comportamiento y con ello se pueden adelantar soluciones y evitar males posteriores. Es importante señalar que la seguridad y privacidad de los datos personales debe ser un principio esencial de cualquier desarrollo de estas características, y los países deben usar los máximos estándares de seguridad sobre su infraestructura.
Pero para seguir abundando en información sobre este tema, vale la pena conocer algunos indicadores básicos. Singapur, Taiwán y Corea del Sur tienen una penetración de internet en usuarios que oscila entre el 90% y 99%, con velocidades de conexión de banda ancha que superan los 60 Mbps por segundo. Además, poseen una infraestructura tecnológica muy sólida y con permanente actualización.
Todos estos casos se apoyan, por supuesto, en una robusta infraestructura tecnológica y en un sólido sistema de telecomunicaciones. Pero también en dos pilares que constituyen las columnas de todo este "edificio tecnológico": el Big Data y la Inteligencia de Datos (Machine Learning)
Ya en el ámbito local, la Argentina inició este camino de una manera integral desde diciembre de 2015, como producto de varias políticas de Estado que se llevaron a cabo con el inicio de la Presidencia de Mauricio Macri, a través de diferentes iniciativas coordinadas en los más altos niveles de gobierno: el lanzamiento de la Agenda Digital de la Argentina mediante el Decreto 996/2018, el fortalecimiento de sus comunicaciones a través del Plan Nacional de Conectividad y Telecomunicaciones, la modernización del Estado y la política activa de Gobierno Abierto a través de sus estrategias nacionales. Todo ello sumado a la Ley de Fomento de Despliegue de Infraestructura y Competencia TIC, el Decreto de Convergencia Tecnológica y la gestión integral del espectro radioeléctrico.
A partir de esa decisión política y enfoque estratégico que permitió también una importante inversión del sector privado, hoy podemos disponer de muchas soluciones y soporte de infraestructura no sólo para contar con herramientas de apoyo para mitigar y dar soluciones en el marco de esta crisis, sino también para tener una buena plataforma hacia futuro. Si no se hubiese abordado y priorizado esta Agenda de la manera en que se hizo en los últimos cuatro años, nuestra realidad hoy sería otra y con enormes limitaciones.
Pensemos que tan solo entre 2016 y 2019 se implementaron la Gestión Documental Electrónica en el Estado y la Firma Digital, desterrando el papel y permitiendo que 1.800 trámites se puedan hacer a distancia. Se incorporaron más de 2.000.000 de hogares con acceso a banda ancha fija y se cuadruplicó tanto la velocidad de internet (pasó de 4,4 Mbps a 20,4 Mbps promedio) como las localidades con 4G, que pasaron de 500 a alrededor de 2.800. Además, se Iluminaron más de 30.000 kilómetros de la Red Federal de Fibra Óptica y se implementaron más de 5.000 soluciones digitales en 1.600 municipios.
Todo esto se hizo en el marco de un auspicioso Programa de Inclusión Digital y con la actualización de la legislación existente hacia un modelo moderno y dinámico. La ley de economía del conocimiento y ley de simplificación y desburocratización, son apenas un par de ejemplos que van en esa dirección.
En la actualidad aparece solo como un mal recuerdo que algunos años atrás las llamadas telefónicas se cortaban con frecuencia, los argentinos no podíamos hablar por celular en Navidad o en lugares de mucha concentración porque las redes se congestionaban, la velocidad de conexión era bajísima, los trámites online una ficción y la brecha digital por no tener acceso a internet se expandía cada día más.
En cambio, hoy es muy interesante ver cómo producto de la cuarentena dispuesta por el gobierno nacional, podemos hacer uso del teletrabajo en numerosos casos, realizar distintos tipos de trámites a distancia, hablar con nuestros familiares a través de videollamadas o entretenernos con la innumerable cantidad de plataformas por internet.
Hoy aparece solo como un mal recuerdo que años atrás las llamadas telefónicas se cortaban con frecuencia, los argentinos no podíamos hablar por celular en Navidad o en lugares de mucha concentración porque las redes se congestionaban, la velocidad de conexión era bajísima, los trámites online una ficción
Desde ya que los esfuerzos actuales que se llevan a cabo en materia de "aislamiento preventivo", la inversión en camas e infraestructura hospitalaria o la adquisición de respiradores y barbijos, son absolutamente esenciales y prioritarios para prevenir el contagio y fortalecer los sistemas de salud.
No obstante, a través de este artículo, quisiera compartir la importancia que en el mundo se le da al progreso en materia de Agendas Digitales. Y en tal sentido, la necesidad que tenemos los argentinos de seguir trabajando de manera integral en todo lo que concierne a dichas iniciativas sobre desarrollo de internet, conectividad y telecomunicaciones, y a las distintas plataformas y aplicaciones que favorecen el desarrollo de lo "digital", de forma tal que represente una política pública de largo plazo y amplio consenso. Esta crisis no ha hecho más que poner de manifiesto su importancia para la vida diaria de cada persona. Y en muchos países, como ya dije, se ha transformado en un instrumento de solución para combatir el drama.
Estamos muy lejos aún de los países líderes en esta materia de la digitalización y las comunicaciones, y ello es hoy una tremenda barrera para el desarrollo. Y desde ya, de manera puntual, para poder contar con ciertas soluciones que hoy nos permitirían dar apoyo más eficaz en esta lucha contra el enemigo invisible del coronavirus.
La solución a la deuda, la lucha contra la inflación y la pobreza, la restauración de una moneda son claramente las grandes batallas a dar en el terreno macroeconómico. Sin embargo, desde los gobiernos siempre hay que pensar en estrategias que agregan valor y contribuyen al crecimiento y desarrollo del país.
Por eso, considero esencial que se siga jerarquizando nuestra Agenda Digital y se sigan desarrollando los planes de conectividad y comunicaciones para integrar cada rincón de nuestro país. Todo ello es también clave para asegurar nuestro futuro.
* El autor fue ministro de Modernización durante la presidencia de Mauricio Macri