Aerolíneas Argentinas no es American Airlines
Es un error común llamar Aerolíneas Argentinas AA, como su siglas, aunque en el negocio aéreo se la conoce como AR, por su código aeronáutico.
Tal vez por eso Schiavi comparó la situación de American Airlines, que hoy se acogió al capítulo 11 de la Ley de Quiebras (similar a una convocatoria de acreedores) con la de Aerolíneas Argentinas…¿y AR salió airosa de la metáfora?
Imposible. Me resisto a creer que fue por otra cosa que por esa confusión con su denominación, porque es lo único en que ambas se parecen.
Porque en los últimos diez años, Aerolíneas Argentinas quebró virtualmente dos veces por lo menos. Tal vez más.
No lo puedo decir con exactitud porque para sentarse a negociar con los acreedores hay que hacer lo que vimos hacer hoy a American: presentar balances, hacer un plan de rescate consistente, eludir los subsidios estatales y reemplazar las gerencias que no logran los resultados prometidos. Y recibir el palazo de la Bolsa de Valores, a la que la ninguna bandera la conmueve y sigue su dinámica de hacer leña del árbol caído.
Pero sobre todo, American – no Aerolíneas- deberá seguir comunicando y garantizando con dinero de la empresa, en este caso 4,1 miles de millones de dólares, la seguridad de las operaciones, el sistema de millaje, los acuerdos con las centrales de reserva, la alianza oneword y los códigos compartidos con otras compañias, los beneficios de sus empleados y la provisión de bienes, además de seducir a los 240.000 pasajeros por día que vuelan en esa empresa para que no huyan a otra hasta que resuelva sus problemas.
Claro que para eso, antes y ahora debe competir, un verbo que Aerolíneas no conjugó en 50 años.
Los rumores de que American Airlines no la estaba pasando bien en un mercado ferozmente competitivo con la fusión de United y Continental, que pasó a ser la línea aérea más grande del mundo, y los costos crecientes ya venían comentándose desde aquel pedido monumental de 460 aviones en julio, que levantó tanta admiración como sospechas, como comentábamos en el blog.
Sus yunques eran dos: los costos de combustible y los costos laborales, un item que hoy Schiavi pasó por alto.
Aun entonces, cuando el rumor en octubre tomaba forma, Obama no salió a llorisquear por sus 78.000 empleados, ni aleccionó a sus beligerantes gremios (más duros que los de acá, sin duda) , ni, por supuesto, puso un solo peso.
Tiene razón Schiavi, AR no es AA.