Adrián Villar Rojas. La conquista del espacio
Tras su paso por Venecia y Kassel, el joven artista rosarino inició en el Met neoyorquino un proyecto que abarcará otras tres instalaciones en Estados Unidos y Europa
En una de las terrazas más visitadas de Nueva York, con vista soñada al Central Park, Adrián Villar Rojas (Rosario, 1980) montó hasta el 29 de octubre una imposible bacanal con piezas del acervo del Metropolitan Museum y figuras humanas del presente.
Se trata del quinto proyecto ganador de la comisión Roof Garden del MET, que el joven artista argentino ha llamado The Theater of Disappearance (El teatro de la desaparición), el mismo título que le puso a la trilogía de filmes que presentó en febrero en la Berlinale. Abarca además una serie de instalaciones realizadas con el colectivo NEON en Atenas (desde el 1 de junio hasta el 24 de septiembre) y en museos de Bregenz, Austria (desde el 6 de mayo hasta el 27 de agosto) y el MOCA de Los Ángeles (desde el 22 de octubre hasta el 26 de febrero de 2018).
Las imágenes evocan un banquete servido para una improbable Pompeya, donde humanos del siglo XXI y reliquias de la Antigüedad forman un nuevo híbrido, linaje de semidioses que el artista ha conjurado en dinámica inmovilidad. Ciertamente, y no sólo por la visibilidad que otorga la terraza del MET, un punto muy alto en la empinada trayectoria de Villar Rojas.
Del rigor en la ciencia
"En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las Disciplinas Geográficas?" En "Del rigor en la ciencia" (publicado en Historia Universal de la Infamia, en 1946, y en El Hacedor, desde 1961) Borges nos hablaba de un imperio cuya cartografía se correspondía con sus propias dimensiones.
Villar Rojas, que también ha leído en Borges un murmullo anticipatorio del arte contemporáneo, señaló este cuento brevísimo como panfleto instigador de su Teatro de la desaparición.
En el texto de presentación que firmó para el MET, el artista dice: "Cuando la futilidad del mapa empujó su desuso, sus piezas rotas, como fantasmas, colgaban de los árboles y rodaban por el desierto ventoso. ¿Y si el MET no fuera ni el mapa ni aún sus piezas, pero sí, en cambio, aquel desierto, un teatro de la desaparición a escala?"
Adrián Villar Rojas, refundador del MET, creado en 1870.
Una noche en el museo
Sobre una larga mesa blanca a la que se arriman sillas igualmente blancas, una figura humana sostiene entre sus manos una cabeza de hipopótamo que la colección del MET archivó como "Egipto, 1390-1352 A.C." Dos brazos sin cuerpo, como caídos del cielo, se apoyan sobre los ojos de la figura haciendo el gesto popular de los anteojos. La figura, tan blanca como la mesa y las sillas, provoca ese efecto de suspensión pompeyana.
Villar Rojas creó 16 piezas como ésta para la terraza del MET, y para hacerlo tuvo acceso a todas sus colecciones. "Asumió la tarea colosal de revisar la colección del museo desde un punto de vista personal socio-histórico, reinterpretándola con libertad fuera de los marcos curatoriales e históricos -dice Sheena Wagstaff, directora del Departamento de Arte Moderno y Contemporáneo del MET-. En el proceso, ha puesto contra un espejo lo que hacemos aquí, cuestionando la forma en que presentamos la historia cultural en el tiempo."
Se dice que, entremezcladas con las figuras contemporáneas, hay unas cien réplicas de objetos de distintas civilizaciones diseminadas en El teatro de la desaparición. Es como si una gran explosión (¿otra vez el volcán?) hubiera liberado a los objetos de la prisión de la época y su contexto. Privados de funcionalidad tras las vitrinas del museo emergen en esta bacanal acaso inadecuados, ornamentos de lo monstruoso. Y así quedaron fijados en este nuevo jardín de los fugitivos. No fue el Vesubio sino, esta vez, un artista rosarino.
Grandes éxitos
La comisión de la terraza del MET puede agregarse a una hipotética lista de "grandes éxitos" de Villar Rojas. El asesino de tu herencia (2011), la instalación de enormes esculturas con la que representó a la Argentina en la Bienal de Venecia y que luego se continuó con Poemas para terrestres en el Jardín de las Tullerías, en París; Devolver el mundo, jardín desencantado en la ladera de Weinberg (Kassel) para la Documenta 13 (2012); Donde viven los esclavos, híbrido de materia orgánica e inorgánica instalado en la inauguración de la Fundación Louis Vuitton de París; Hoy reiniciamos el planeta (2013), otra instalación ruinosa para la apertura de una sede de la galería Serpentine de Londres, y Mi familia muerta (2009), su ya emblemática ballena de veintiocho metros de largo entreverada en el bosque fueguino, acaso su primer hit. No es ocioso hablar de "hits" para referirse a un artista cuya mayor influencia fue Kurt Cobain.
La tercera dimensión
Las criaturas improbables de El teatro de la desaparición eluden las barreras del tiempo por obra y gracia del escáner y la impresión 3D. La tecnología utilizada para replicar modelos vivos del presente y objetos de las colecciones del MET los une en un tiempo fantástico: el tiempo del arte.
Vistas ahora, las figuras de inspiración surrealista (yuxtaposición de tiempos y civilizaciones diferentes) desdicen la complejidad con la que fueron construidas. Una vez que Villar Rojas eligió lo objetos, el equipo de imagen del MET aplicó un proceso llamado fotogrametría para obtener billones de datos sobre cada una de las piezas. Al mismo tiempo, un estudio móvil hizo el viaje desde Texas hasta Nueva Jersey para replicar en impresiones 3D los modelos vivos. Entre ellos se cuenta el propio artista, uno de cuyos brazos puede verse en la obra haciendo la cornucopia típica del heavy metal.
En un video publicado por The Guardian como anticipo de su muestra en la Serpentine Gallery, Villar Rojas le dijo al crítico Jonathan Jones: "Pienso todo esto como un Ready Made de la cultura universal". No ya el mundo, sino la historia de la humanidad, entre sus manos.