¿Adónde van nuestros impuestos? ¿y nuestra esperanza?
La abultada cifra destinada en el presupuesto nacional a las políticas de género podrían ser destinadas a otros fines, como la atención de la juventud y de los adultos mayores, donde las mujeres son mayoría
Ya comenzaron a conocerse datos del censo 2022, que son de trascendencia para la diagramación de las políticas de gobierno y evaluar las correctas asignaciones de las partidas presupuestarias que se hacen con los dineros de los ciudadanos.
El primer dato importante es que ya estamos superando los 47 millones de habitantes, cifra exigua en relación al extenso territorio que tenemos, lo que demuestra que la familia argentina no está promovida para generar porcentajes de crecimiento adecuados a un país pujante y en crecimiento. En ese número de crecimiento poblacional tenemos que contar las olas migratorias de estos últimos años, en particular de los países de nuestro continente.
Por otro lado, la segmentación de los habitantes nos muestra un mayor número de mujeres, y en relación a la autopercepción sexual nos encontramos con un número marginal del 0,12%.
Ahora bien, a pesar de ese número marginal, la sociedad sufrió un apabullamiento de una ideología de género impuesta en todos los estratos y sectores sociales, incluso poniendo en peligro la estabilidad laboral para algunos y la continuidad educativa para otros. Semejante andanada ideológica no ha logrado modificar la composición social de nuestro pueblo, que en el 99,88% se define mujer o varón.
En el Presupuesto Nacional 2021 se asignó 1,3 billones de pesos ($1.300.000.000.000) para políticas de género (fuentes: Télam y Ministerio de Economía) destinándose dicho monto a distintas áreas de gobierno, cubriendo aspectos tales como la previsión de la violencia contra las mujeres, para cubrir necesidades de género y diversidad. Violencia contra la mujer y contra toda persona requiere de un ámbito específico del Estado, pero no un ministerio.
Entre las principales áreas gubernamentales que recibieron créditos para gastar en materia de género y diversidad se encuentran la Anses, el Ministerio de Desarrollo Social; el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad; el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación, estimándose que dichas políticas requirieron el 15 % (3.4 % del PBI) con relación al total del Presupuesto General, dejando en evidencia también una superposición de acciones que denota el exceso de organismos con los mismos objetivos, lo que da como resultado que no se haga nada en la materia.
El presupuesto destinado a las políticas de género se ha subejecutado en un 40% aproximadamente a pesar de lo cual en el presupuesto 2022, no aprobado por el Congreso, se incrementaba en casi un 50% las partidas del año anterior. A ello debemos sumarle la influencia decisiva y sesgada de los organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial, BID, etc.) que tratan de imponer en la letra de los contratos de préstamos con Argentina y otros países de América Latina las políticas de géneros y diversidades como condiciones para acceder a los créditos o proceder a su refinanciación a largo plazo en los términos de la Agenda 2030 en detrimento, por ejemplo, de los cuidados de los niños, adolescentes y jóvenes (casi un 30% no estudia ni trabaja), de los adultos mayores y de sus respectivos regímenes previsionales.
Destaco que el 15% de la población argentina tiene más de 60 años: el 42,8% de las personas mayores son varones, en tanto que el 57,1% son mujeres, lo cual refleja el carácter femenino que asume el envejecimiento en la Argentina. Según las proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), hacia 2040 se espera que la población mayor continúe incrementándose, representando el 20,5% de la población total.
La esperanza de vida al nacer para el 2015 fue de 76,72 años para toda la población: para los varones asciende a 73,72 años, en tanto que para las mujeres es de 80,33 años. La expectativa de vida después de los 60 años es de 19,9 años para ambos sexos, teniendo en cuenta que en el caso de las mujeres es de 22,3 años, mientras que para los varones es de 17,4 años.
Considerando esta evidencia, ¿no llegó la hora de reducir considerablemente las partidas destinadas a las políticas de género y diversidad, destinando esos fondos a atender a nuestra juventud y a nuestros adultos mayores, en donde las mujeres son mayoría y requieren de una real igualdad de oportunidades?
Los planes o programas económicos carecen de sentido sino si no debatimos un proyecto de país. Qué país queremos y a partir de allí, que qué plan económico financiero se ajusta a él. No podemos seguir emparchando por cuestiones ideológicas y electorales.
El próximo año hay elecciones presidenciales y hoy estamos entrampados en la discusión y búsqueda de un programa económico que termine con la inflación. Los políticos se mimetizan con los economistas para no perder el tren hacia las urnas, y lograr un plan económico que nos ayude a superar la crisis actual, pero lo que al final se logra son meros ensayos económicos que solo logran confundir al pueblo para arrebatarle el voto y devolverle como contraprestación nuevas crisis. Crisis inevitables, por no haber políticas de Estado que marquen rumbos definitivos. Los economistas y políticos, en su mayoría, colocan el carro delante del caballo.
La sociedad toda debe debatir un modelo de país que dé respuesta a todos nuestros males, pero que esencialmente nos marque un camino de esperanza en unidad y trabajo para todos los argentinos.
Secretario Relaciones Internacionales PDC Argentina; autor e impulsor del Modelo de Desarrollo Argentina Azul