Adiós Clorindo
Dueño de un sentido del humor único, eternamente joven e idolatrado por sus alumnos
Ha muerto Clorindo Testa y queda, junto con su obra poderosa, brutalista y personalísima, el recuerdo de un hombre afable, dueño de un sentido del humor único, eternamente joven e idolatrado por sus alumnos.
Sus dos obras majestuosas son el Banco de Londres y la Biblioteca Nacional, huellas de la trayectoria arquitectónica de un artista en todo el sentido de la palabra.
Arquitecto y pintor, pintor y arquitecto. En ambas disciplinas transitó con la misma libertad de pensamiento y autonomía de vuelo, adhiriendo a las últimas tendencias sin traicionar la intuición, el desplante del color, como supo aplicarlo en la sede del ICI sobre la calle Florida y el dominio del espacio, fuera de toda convención.
Maestro de maestros, su figura y su talento iluminaron la arquitectura argentina entre dos siglos. Sus pinturas, bocetos, dibujos, collages, que integran la colección de Malba y un sin número de colecciones privadas, fueron, quizás, la expresión más cercana e inmediata del hombre libre, sabio e indiferente a los mandatos académicos.
No olvidaremos a este porteño nacido en Italia, con sus clásicos mocasines color suela y los anteojos colgados sobre la frente.
Hasta siempre, Cloro.
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