Acción u omisión: una cuestión de dignidad
El Día del Holocausto invita a todos a una reflexión profunda
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El Día del Holocausto es una fecha que nos invita a la reflexión profunda sobre uno de los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad. En este día, recordamos el sufrimiento indecible que millones de personas, en su mayoría judíos, experimentaron durante el régimen nazi en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, también es un momento para examinar las acciones y omisiones de aquellos que estuvieron en posición de hacer algo para detenerlo.
Para ello, me permito comenzar con un recuerdo personal. La primera vez que visité Yad Vashem -el museo-memorial del Holocausto en Jerusalén- me llamó la atención una imagen en su entrada. Se trataba de una fotografía aérea del campo de Auschwitz. A primera vista, parecía un registro histórico más del que se ha convertido en el más infame de los campos de concentración y exterminio del nazismo. Sin embargo, al observarla en mayor detenimiento y leer las referencias que la acompañaban un escalofrío recorrió mi cuerpo. Al hacerlo, reconocí en la imagen los trenes ingresando al campo y las filas de prisioneros marchando hacia las cámaras de gas. Comprendí rápidamente que la fotografía no era parte del “diario del lunes”, el registro posterior de lo que pasó, sino testimonio de la omisión.
Lo cierto, y evidenciado en el mensaje detrás de aquella imagen, es que los aliados sabían lo que estaba sucediendo en el campo de concentración, pero no tomaron medidas para bombardear las cámaras de gas o las vías del tren para evitar que más personas llegaran al campo. Esta dolorosa verdad nos obliga a confrontar la indiferencia y la falta de acción de aquellos que pudieron haber hecho algo para detener la barbarie, pero que ya sea por convicción o estrategia obviaron la intervención temprana.
Ante este escenario, las palabras de Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz y sobreviviente de Auschwitz, se vuelven fundamentales: “lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia”. Un enunciado sencillo pero de valor universal. No podemos quedarnos en silencio frente al sufrimiento de otros, la indiferencia y la invisibilidad del padecimiento ajeno no son opciones aceptables. Si algo hemos aprendido del Holocausto es que debemos responder ante el horror y tomar acciones concretas para prevenir y enfrentar cualquier forma de injusticia y violencia.
Es evidente que en el Holocausto presenciamos lo peor de la naturaleza humana, pero aquella oscuridad también tuvo sus haces de luz. En primer lugar podemos mencionar la increíble fortaleza y resiliencia de los sobrevivientes. A pesar de los horrores que enfrentaron, muchos de ellos lograron rearmar sus vidas y encontrar esperanza en la penumbra. Sus historias son testimonios conmovedores de la capacidad del espíritu humano para resistir y encontrar sentido incluso en los momentos más oscuros.
También debemos recordar y honrar a aquellos que arriesgaron sus vidas para salvar a otros durante el Holocausto. Los “Justos entre las Naciones”, aquellos no judíos que ayudaron a proteger y rescatar a personas perseguidas por los nazis, son ejemplos de valentía y humanidad en medio de la adversidad. Sus actos heroicos merecen ser reconocidos y reivindicados como un recordatorio de la importancia de la empatía y la solidaridad.
Y por último, la resistencia. En abril de 1943 un puñado de jóvenes judíos de la ciudad de Varsovia se alzó en una lucha aparentemente espontánea que llevaba meses en gestación. El enfrentamiento se convirtió en un problema para los nazis, que se extendió durante un mes. Para aplacarlo, la única solución posible fue la destrucción y desmantelamiento total del ghetto de la ciudad. Así, aquel levantamiento pasó a los libros de historia no como una lucha por la supervivencia -la clara inferioridad de condiciones hacía de la posibilidad misma poco más que una utopía- sino por la reivindicación de la dignidad de quienes lucharon. Y al recordarlos 80 años después, su rebeldía, su resistencia se vuelven colectivas. Hoy sabemos que no accionaron solo por ellos, por sus vidas y por su historia. Lo hicieron por la dignidad de todo un pueblo.
Director Ejecutivo del Congreso Judío Latinoamericano