Abusos del error
"Poner la verdad sobre la mesa nos va a permitir aprender de esta experiencia."
(De Ezequiel Galli, intendente de Olavarría, al admitir errores en la organización del trágico recital.)
Interpelado por el Concejo Deliberante de Olavarría a raíz de la tragedia del recital del Indio Solari, el intendente Galli defendió su papel aunque admitió falta de experiencia en la materia y "errores", y agregó que "el primero" fue haber confiado en la experiencia de los organizadores.
Reconocer errores ayuda cuando se carece de una mejor defensa. Revela humildad y, si quien erró expresa la voluntad de aprender del error, tenemos un clásico argentino: el error virtuoso, indispensable para aprender, el error docente que nunca hace paro ni pide licencia ni aumentos. Dócil y siempre a la mano. A él recurrió no sólo el intendente Galli.
El actual gobierno ha elevado el error a una categoría casi religiosa, quizá como reacción ante la actitud opuesta de su antecesor, pues el kirchnerismo no cometía errores: parte de su credo era -aún es- el acierto constante. Erraban los otros, ellos nunca. Fue su error, porque quien no yerra no aprende y por eso el kirchnerismo cayó en la ignorancia más supina, un gobierno de burros que siempre acertaban, como al candidatear a Scioli, Zannini y Aníbal Fernández allanando el arribo de una administración que hace del error un culto.
Error fue el que condujo a la tragedia de Cromagnon en 2004, errores fueron después los cinco jóvenes muertos en la fiesta electrónica Time Warp en Costa Salguero, y Miguel Ramírez, muerto en 2011 por una bengala en un show de La Plata organizado por la misma productora del Indio Solari, que por lo visto no aprendió del error. Tampoco aprendió la minera Barrick, que en su yacimiento de Veladero va por el tercer derrame en un año y medio.
Dos años después del atentado a la embajada de Israel volaron la AMIA y los funcionarios repitieron durante años que una de las causas del atentado y de la pésima investigación fue la falta de experiencia. Aprendían de los errores, pero un año después de la AMIA volaron la Fábrica Militar de Río Tercero.
Si no hay memoria del error, éste pierde su facultad docente y nosotros permanecemos en la ignorancia que nos lleva a errar una vez más, en un círculo vicioso de eternos alumnos condenados al aplazo por desmemoria. Rechazamos el pasado y preferimos guarecernos en el presente porque tal vez nos espanta un pasado tan cargado de errores.