Aborto: el debate que va por fuera del Congreso
Cuando falta menos de dos semanas para el comienzo del tratamiento del proyecto de despenalización del aborto en el recinto de la Cámara de Diputados (13 de junio, justo un día antes del inicio del Mundial), el debate vuelve a hacerse sentir. Por un lado, lo avivó el caso de Salta con la niña de 10 años violada por su padrastro y embarazada, que motivó al gobierno de Urtubey a ampliar el protocolo de aborto no punible; por otro, el mensaje del Cardenal Mario Poli durante el Tedeum del 25, cuando ante Mauricio Macri y todo su gabinete enfatizó que el papa Francisco llama a "defender apasionadamente la vida del inocente que no ha nacido".
En tanto, mientras en el Congreso se expone bajo un código que impide el intercambio, afuera la cosa cambia. En las universidades se convoca al debate. Por ejemplo, en la Universidad Nacional de Mar del Plata, la de Rosario (UNR), la Universidad Blas Pascal (Córdoba), la UCA en Buenos Aires, la Universidad Nacional de La Rioja. Y en la Universidad Austral, en pleno centro porteño, con el debate más reciente.
Cuatro especialistas que expusieron ante el Congreso fueron invitados por la Austral a debatir, dos a favor y dos opuestos a la legalización: el médico Leonardo Caruana, secretario de Salud Pública de la Municipalidad de Rosario; el abogado Andrés Gil Domínguez, constitucionalista y profesor de la UBA; el médico Ernesto Beruti, jefe de Obstetricia del Hospital Universitario Austral, y la abogada María Angélica Gelli, constitucionalista, profesora de la UBA e integrante de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Políticas.
En tono dialoguista pero firme, cada uno expuso su posición. "Dígame, usted que es médico, cuándo comienza la vida", cruzó Gelli a Caruana. "Más allá de las cifras, hay mujeres que mueren por aborto clandestino. Qué propone usted para solucionar este problema", acicatearon desde el público a Beruti.
¿Despenalizar es legalizar?
La pregunta fue directa a Gil Domínguez. "No penalizar" es la propuesta de no castigar a la mujer que por equis causa deriva en un aborto, mientras que "legalizar" sería sostener que abortar es un derecho. Muchos hoy proponen ampliar las causales de no penalización, entendiendo que, como sostienen ambos lados del debate, "ninguna mujer elige abortar", sino que llega al aborto por alguna encerrona de la vida: económica, emocional, de salud. Pero sostienen que ello no sería sinónimo de "abortar es un derecho legal". La respuesta de Gil Domínguez fue: "Es exactamente lo mismo", mientras Gelli movía la cabeza en contra. "En la medida en que se quite la penalización de determinada conducta, esto implica que una persona puede ejercer esa conducta ejerciendo un derecho. Como contraparte, el sujeto pasivo que es el Estado debe desarrollar conductas prestacionales o actividad prestacional", dijo el constitucionalista.
Propuso, por otra parte, incorporar "un sistema que permita que una mujer interrumpa voluntariamente embarazo en base a su autonomía las primeras 12/14 semanas pero que, previamente a eso, pase por una consejería para que el Estado escuche a la mujer en crisis y sus razones y pueda ofrecerle de forma no coactiva distintas alternativas para que continúe con el embarazo y después de este asesoramiento puede reflexionar durante 48 o 72 horas para decidir si quiere o no continuar con su embarazo". Y si el motivo es su condición social o económica, que el Estado le otorgue una tutela para continuar el embarazo con la ayuda de planes sociales; "de esta manera, se ayuda también a la vida humana en formación por una vía que no es la penal".
Negar la objeción de conciencia es inconstitucional
"El proyecto no contempla la objeción de conciencia institucional –sostuvo Gelli-. La Constitución Nacional la admite. Hay un derecho de objeción de conciencia de las personas y de las instituciones, que cuando tienen convicciones de tipo humanista, tienen derecho a mantenerlo. Si se aprobara un proyecto que no la considere debería reconocerlo en última instancia la Corte Suprema". Puntualizó que "la ley que se nos propone viola nuestros principios constitucionales", y recordó que "la reforma de 1994 dio jerarquía constitucional a los tratados de DDHH y allí se protege la vida desde la concepción y se prohíbe, en los casos de países que tienen pena de muerte, que se pueda aplicar a las mujeres en situación de embarazo. Me pregunto, si el concebido fuera un conjunto de células, ¿por qué existiría esta prohibición en la convención de los DDHH?". El aborto es el fracaso del Estado, dijo, por no haber podido resolver el problema de la pobreza, la exclusión y la limitación de los servicios de salud. "Resolver el problema de la pobreza suprimiendo la vida de los pobres es un fracaso de todos nosotros", aseveró.
¿Y si hay vida humana?
Fue el ojo de la tormenta: cuándo comienza la vida. La pregunta de Gelli fue replicada también desde el público, siempre dirigida a Caruana. "Porque es lo que define o cambia todo el planteo", escribió alguien entre los presentes. El médico respondió con la metodología sanitaria empleada por la Municipalidad de Rosario: "En 2007 se sanciona una ordenanza en relación al cumplimiento del artículo 86 -en ese momento conocido como aborto no punible y hoy como interrupción legal del embarazo-. Comienzan a elaborarse protocolos y la formación de los equipos para garantizar la realización de esta práctica en el ámbito público en las situaciones que establece el código penal. Dejamos de ver mujeres que recurrían a los centros de salud con problemas causados por abortos clandestinos gracias a la distribución del misoprostol como un medicamento más en los centros de salud y de la aplicación, por otro lado, de la técnica de aspiración de membranas endouterinas. Hace 5 años ha disminuido la tasa de mortalidad materna por aborto en la ciudad de Rosario".
"Varios proyectos de Ley presentados señalan que uno de los objetivos de la legalización del aborto es la disminución de la mortalidad materna por aborto clandestino en la Argentina. Pero las cifras están infladas –dijo Beruti-. Las cifras son importantes porque dan una dimensión real del problema y, si son ciertas, permiten asignar prioridades y diagramar las políticas sanitarias más adecuadas que van a mejorar la salud de la población". Citó entonces informes del Ministerio de Salud de la Nación: "las muertes por aborto no son la primera causa de mortalidad materna como se dice". Desglosó números y concluyó: "La mortalidad materna por aborto clandestino constituye el 12,6% del total. Es la tercera causa de muerte, y no la primera", dato que fue corroborado por Caruana con un "coincido con Beruti".
"Es mentira que se producen en nuestro país 500 mil abortos por año", siguió el Jefe de Obstetricia del Hospital Austral. Planteó que "el proyecto actual establece que cualquier mujer puede hasta las 14 semanas interrumpir legalmente su embarazo por la causa que fuera y después en cualquier momento bajo tres causales: violación, malformaciones fetales graves o daño físico-psíquico o social. Si a los 7 meses de gestación, la mujer es abandonada por su pareja y decide no seguir adelante con su embarazo, tendría derecho a solicitar un aborto. ¿Cómo van a hacer para matar un bebé de 30 semanas de gestación que te mira a los ojos? Un bebé que está totalmente formado y con posibilidades de vivir", detalló Beruti.
Un dilema con tercera posibilidad
Sólo hay dos posibilidades, y se debe elegir por una o por otra. Tal parece ser el planteo actual: solo hay dos posibilidades, o muerte materna por aborto clandestino, o muerte de bebés por aborto legislado. El mensaje es: no hay tercera posibilidad. Y se plantean como únicas y excluyentes las dos alternativas, cuando en realidad, hay otras opciones que no se han considerado.
El debate, tal como está planteado hoy, parece llevarnos a todos al lugar de "o muertes maternas o muertes de bebés", sin tercera posibilidad. Pensar el tema en un espacio de ideas y propuestas libres como el debate universitario permite aportar terceras posibilidades: desde la "consulta previa" de Gil Domínguez hasta el "salvemos las dos vidas" de Beruti. "Y para ello hay otros caminos", enumeró el obstetra: programas de atención de emergencia para salvar la vida de la madre y del hijo; educación integral para prevenir embarazos no deseados; contención de la mujer vulnerable; asegurar condiciones materiales y afectivas para dar contención en caso de embarazos inesperados de modo tal de cuidar debidamente la vida de la mujer y la del niño; un sistema ágil de adopciones "para que la mujer pueda elegir si quiere ejercer o no su maternidad, y si no quiere, pueda dar a su bebé en adopción". Eso: romper el falso dilema con una tercera posibilidad.