¿A quién le importan los zurdos?
Son el anillito de chocolate en una bolsa de galletitas surtidas: en el mundo, los zurdos son apenas el diez por ciento de la población. "¡Son más de los que creía!", dijo un diestro cuando le comenté el tema. Le sugerí que pensara que eso era lo que le quedaba de batería en el celular: diez por ciento. Le sugerí, también, mirar la otra cifra, que el noventa por ciento de la población mundial es diestra. Y que el mundo ha sido creado por y para ellos.
En ese mundo vive el zurdo, en una tortura cotidiana e invisible que comienza -si serán perversos los diestros- en la escolarización. En primer grado, cuando un niño diestro vuelve a casa y muestra qué linda le sale la a y qué bien pone el puntito sobre la i, el zurdo le enseña a su madre una estela de tinta azul que empieza en el cuaderno y se prolonga hasta su puño del guardapolvo blanco. Ella consolará: "Voy a hablar con la directora para que te deje usar birome en lugar de tinta", mientras le refriega con agua y jabón la mano, en la pileta del baño.
Resuelto ese trauma, permanecerá el suplicio de cortar con tijera, llegará el de usar un abrelatas, hacerse el nudo de la corbata para el otro lado, aprender en espejo a atarse los cordones, hacer fuerza al revés para abrir una puerta, resaltar un texto en reversa (comenzará el trazo en la última palabra y culminará en la primera) y tomar el café con leche en una taza hermosa de Los Pitufos, aunque sólo él sabrá que hay pitufos porque el dibujo mira hacia su pecho.
En la etapa universitaria desarrollará una relación fraternal con un niño invisible que le sostendrá, sobre su cabeza, el codo izquierdo a lo largo de toda la carrera para que él pueda escribir en los pupitres de diestros. En un cuaderno espiralado. Hecho por un diestro. Para diestros.
El zurdo hará cuentas en la computadora con el teclado numérico a la derecha, donde está el mouse también, claro, y viajará por el mundo como cualquier diestro porque en la mesita del avión no se atreverá a poner el vaso en otro sitio que no sea el que se indica: a la derecha.
Pero no siempre fue así. Hasta los años sesenta, a muchos se los maniataba para que aprendieran a escribir con la derecha. En la Edad Media, la Inquisición creía que los zurdos eran diabólicos y les daban muerte en la hoguera. Durante muchos años, entre el spa caluroso del medioevo y la atadura de manos, se creía que el zurdo estaba enfermo; los criminólogos del siglo XIX consideraban la zurdera como signo de degeneración.
Una vez comprobado que sólo se trataba de una tendencia a la lateralidad vinculada a cuestiones cerebrales y que no había nada que medicar ni dinero que ganar, la industria farmacéutica no invirtió dinero para investigar por qué los zurdos son zurdos. No se sabe.
Se sabe que en el cerebro la dominancia es contralateral: el hemisferio derecho controla las funciones del lado izquierdo y viceversa. Mientras que en el derecho operan la creatividad y las emociones, en el izquierdo están la lógica, el lenguaje. Pero es un mito que los zurdos son más creativos que los diestros, porque el cerebro opera en red. Ni ésa, muchachos.
Entre varios otros mitos -son más introvertidos, mueren jóvenes, beben más que un diestro-, hay uno que es mi preferido: el del gemelo evanescente. Esta teoría sugiere que el niño zurdo se gestó en un embarazo gemelar en el que el diestro no se desarrolló. Pero del que el zurdo aprendió en espejo. Sos zurdo y dejaste morir a tu hermano. Siniestro.
Para la Real Academia Española, "siniestro" es "que está a la mano izquierda"; "avieso y malintencionado". "A diestra y siniestra." "Es mi mano derecha", se dice de alguien de confianza. "Hoy no es un buen día: se levantó con el pie izquierdo." ¿Si pica qué mano significa que perderás dinero? No hay dudas: es la izquierda. La izquierda siempre pierde.
Hay una ventaja que tienen los zurdos, es en el deporte y es muy sencilla: enfrentan a más diestros que diestros a zurdos. En el podio indiscutido de habilidad están Diego Maradona, Manu Ginóbili y Lionel Messi. Fuera del deporte tienen a Mahatma Gandhi y a Albert Einstein. Y a George Bush y a Jack el Destripador.
El 13 de agosto (este sábado) se celebra el Día Internacional del Zurdo. Como a todo -como hasta a esta fecha, que parece elegida por un diestro que calculó que en algún momento caerá martes-, el zurdo se adaptará sin problemas. Como me pasó con aquella hebilla que me regalaron a los ocho años: era preciosa, con forma de corazón, pero en mi pelo se veía como un culo rojo, invertida, porque no podía trabarla al derecho. Lo grabé como un mantra: las hebillas traban al revés. Feliz día a nosotros, los zurdos.