A 70 años de la torre Eiffel mendocina, una obra monumental que quedó en el olvido
La bautizada Torre Alegórica se construyó para una exposición internacional que se realizó en el Parque San Martín de Mendoza y que se desarmó cuando terminó la muestra
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La Feria de América fue un evento único, una intervención urbana que se posicionó a la vanguardia de los movimientos artísticos y arquitectónicos de su época. Y así y todo quedó en el olvido. Con la intención de atraer la mirada de los países latinoamericanos y concentrar el poderío industrial, se organizó en Mendoza una expo con características internacionales. Corrían los últimos días de 1953 y el Parque General San Martín se transformaba en el escenario de un espectáculo de avanzada. En el pulmón verde diseñado por Carlos Thays se montó la muestra con impronta futurista que alojó 93 pabellones y decenas de stands, además de estructuras efímeras de gran despliegue que invitaban a conocer los desarrollos más importantes de la región. Para el acontecimiento que se desarrolló entre enero y abril de 1954 llegaron empresarios, industriales, políticos y funcionarios de toda Latinoamérica. Mendoza fue una fiesta, breve pero intensa.
Los medios periodísticos consignaban el despliegue descomunal, sin precedentes en el país. Fue un evento enorme, como su torre, un hito que dominó el cielo mendocino a pura modernidad. Con 50 metros de altura y 6 cubos transparentes que contenían pirámides invertidas, la Torre Alegórica (tal fue su nombre) fue un artefacto urbano a escala monumental. Inspirada en la Torre Eiffel parisina, la versión mendocina de su construcción dejó un legado invisible. Y una leyenda urbana que, a pesar de la poca documentación, se pudo comprobar. “Para levantar la estructura de perfiles metálicos se convocó a “acróbatas y personas de talla pequeña”, según consigna el registro relevado para la segunda edición del libro Feria de América, Vanguardia Invisible. Mendoza. 1953-1954 . Entre las más de 700 fotos que recuperó Wustavo Quiroga, investigador y editor de diseño, se pueden ver varias imágenes donde posan los trabajadores que participaron de la hazaña artesanal. No hubo grúas ni más tecnología que el saber hacer de los trabajadores. Una a una las varillas metálicas se atornillaron a mano, siguiendo la lógica de un Mecano del futuro diseñado según referencias de la torre que en 1889 levantó Gustave Eiffel en el Campo de Marte para la Exposición Universal.
En la vidriera del mundo
El megaevento por el que pasaron más de 250 mil personas colocó a Mendoza como sede de una movida que trascendió las fronteras. Flotaba en el aire la impronta de las exposiciones internacionales, superproducciones escenográficas de alto impacto. En este sentido, la Feria de América también fue una apuesta innovadora que permitió posicionar a la provincia a partir de su fuerza productiva, y a la vez, ubicar al país en la vidriera continental. “Un juego de visibilidades se ponía en marcha y sus alcances implicaron la exhibición del progreso de los diferentes países latinoamericanos”, escribe Rodrigo Alonso, curador de arte contemporáneo, en el capítulo La Feria de América y su legado.
El megaevento por el que pasaron más de 250 mil personas colocó a Mendoza como sede de una movida que trascendió las fronteras. Flotaba en el aire la impronta de las exposiciones internacionales, superproducciones escenográficas de alto impacto
“Un clima de renovación, un ambiente de actualidad se dejaba sentir y los diversos sectores sociales comenzaron a participar de manera entusiasta de estas tendencias que venían a modificar los usos y las costumbres de la comunidad”, señala Alonso; mientras que la arquitecta e investigadora Eliana Bormida explica en la primera edición del volumen que se reeditará ampliado a fines de año: “La Feria tuvo muy buena acogida del público y sentó bases para la cohesión de grupos de intelectuales, creadores, técnicos y fabricantes que experimentaron por primera vez las posibilidades que ofrecía la asociación de las vanguardias a los desafíos de su tiempo”.
Marzo fue clave en el corto trayecto de la feria, ya que en plena época de la vendimia las reinas desfilaban sus trajes típicos desde las alturas de los carros que pasaban entre los pabellones y que también se destacaban por su diseño innovador. La impronta industrial dominaba la escena. Y en este contexto, la torre fue el estandarte, un faro que formó parte de un espectáculo de luces y sonidos sincronizados. Una novedad que articulaba arte y tecnología sin detalles librados al azar. La idea que invitaba a agudizar el sentido de la metáfora a partir de los cubos suspendidos cuyas pirámides invertidas representaban América del Norte y América del Sur fue concebida por destacadas figuras argentinas que trabajaron en forma interdisciplinaria, otra dinámica que se suma las características de vanguardia.
Los arquitectos César Jannello y Gerardo Clusellas se incorporaron al equipo que dirigió el industrial húngaro Iván Bacsinszky. La dupla se encargó del planteo general, de la aprobación de normas técnicas y reglamentos constructivos. Jannello estudió arquitectura en Buenos Aires y fue compañero de Amancio Williams, el autor de la Casa del Puente (Mar del Plata), la obra donde desarrolló la icónica Silla W. Radicado en Mendoza, Jannello fue director de la Escuela de Cerámica de la Universidad Nacional de Cuyo y pareja de Colette Boccara, la autora de la vajilla cerámica Colbo. En tanto, Clusellas integró la Organización de Arquitectura Moderna (OAM), donde conoció a Tomás Maldonado, reconocido diseñador, teórico y miembro fundador del Movimiento de Arte Concreto, que diseñó la identidad gráfica de la Feria de América.
“Desapareció de la historia”
Al equipo de profesionales se sumó el músico Mauricio Kagel, quien creó una partitura industrialista con una pieza que duraba 108 minutos. Música para la Torre se podía disfrutar en cualquier momento del día desde los parlantes instalados alrededor de la obra metálica. En la composición musical se incluyeron indicaciones del prendido y apagado de los cubos revestidos en mallas metálicas, que variaban la intensidad lumínica según indicara la pieza artística. Su composición está considerada una de las primeras obras de música concreta producidas en América Latina. Fue un espectáculo de avanzada, la primera Torre a nivel mundial en articular luces y sonidos.
“El tema desapareció de la historia del diseño, de la arquitectura, de los movimientos artísticos y políticos. Nunca fue testimoniado. Gracias a los aportes de distintas fuentes como el Archivo General de la Provincia y el del fotógrafo Sameer Makarius, pudimos reconstruir mejor este suceso”, destaca Quiroga, que trabaja en esta nueva edición junto a Claudina Masini, titular de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza. “Es clave que se vuelva a hablar de la arquitectura moderna en el oeste argentino. Por eso estamos impulsando la idea de la reconstrucción de la torre, a 70 años del hito reconocido a nivel mundial”, apunta Masini. El final abrupto, el despiece de la torre y casi todos los pabellones coincidieron con la Revolución Libertadora, que en 1955 borró la feria del mapa.
Del pabellón de Chile y su moderna estructura abovedada o del premiado pabellón de Tucumán con altísimos estándares de diseño no quedaron rastros. Lo único que quedó en pie es el pabellón del Ministerio de Obras Públicas, proyectado por los arquitectos Luis María Bianchi y Roberto Quiroz. El complejo fue discoteca y actualmente está ocupado por un gimnasio policial. Esta huella arquitectónica, de carácter patrimonial, genera pasiones hace años. “Somos muchos los referentes en arquitectura y patrimonio que señalamos la importancia de esta obra moderna: Eliana Bormida, Cecilia Raffa, Emanuel Fernández, Mercedes Castro, Pablo Bianchi, entre otros. Sería un nuevo hito que junto al Gobierno podamos refuncionalizar el edificio como centro cultural para la revalorización del diseño, la arquitectura y las industrias locales: Mendoza fue sede la primera escuela de Diseño del país creada en la Universidad Nacional de Cuyo (1958) y de la internacionalmente reconocida Escuela de Arquitectura (1960) de la Universidad de Mendoza organizada por Enrico Tedeschi, además del fortalecimiento de industrias como Pescarmona”, explica Quiroga. Y plantea una meta compartida: “Con motivo del 70 aniversario de la Feria que se cumple entre diciembre de este año y marzo de 2024, soñamos con que se recupere este edificio y se erija nuevamente la Torre Alegórica para mostrar a las nuevas generaciones el pensamiento avanzado que se sembró en este lado de la cordillera y contó con pioneros de talla mundial”.
Actualmente se puede ver documentación y la maqueta de la torre en la exposición del Malba Del Cielo a Casa donde se reúnen casos emblemáticos del diseño argentino y cuenta con la colaboración de Fundación IDA, otra de las instituciones que resguarda archivos de este hito.
Pasaron siete décadas del esplendor de la Torre Alegórica, esa estructura monumental que encerraba en sus cubos a un continente entero. Hoy su recuerdo suena fuerte entre las nuevas generaciones que quieren verla brillar, y sonar, una vez más