A 20 años de la ¿última? crisis argentina
La democracia argentina cumple en diciembre 38 años de vigencia institucional habiendo evidenciado sobradas muestras de resiliencia a la hora de enfrentar desafíos tales como la crisis militar entre 1987 y 1990, la debacle económica de 1989/1990 y la crisis institucional y social de 2001/2002: precisamente en diciembre se cumplen también veinte años de la renuncia de Fernando De La Rúa como presidente de la nación, en el marco de la ¿última? más grave crisis institucional vivida hasta el día de la fecha en la Argentina.
Merece ser destacado que el doctor De La Rúa había sido elegido en las elecciones presidenciales el 24 de octubre de 1999 con un porcentaje cercano al 49 % de los votos, siendo el candidato presidencial de una coalición electoral entre el Frente por un País Solidario (Frepaso), agrupación constituida a comienzos de la década de 1990 a partir de núcleos disidentes del peronismo, y la Unión Cívica Radical (UCR), un partido de tradición centenaria, conocida como la Alianza –Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación–.
La experiencia de Fernando De La Rúa se inició en un contexto de severas restricciones en materia económica, pero también de penuria de recursos políticos y organizacionales: a comienzos de agosto de 1997 la UCR y el Frepaso, resultado del acuerdo entre sus principales referentes Raúl Alfonsín y Carlos “Chacho” Álvarez, conformaron una coalición electoral con el propósito de derrotar en las urnas al menemismo, en aquel entonces expresión del peronismo de la década del 90. El éxito acompañó en forma inmediata a dicha alianza que triunfó en las elecciones de diputados nacionales de 1997 y luego en los comicios presidenciales de 1999.
Las desavenencias internas producidas en el seno de la coalición fueron resultado de, por una parte, la ausencia de reglas claras para el procesamiento de los naturales conflictos que podían surgir entre los socios electorales, como así también de un debate interno destinado a sentar las bases de una coalición de gobierno, y por otra la brecha entre un liderazgo de carácter formal como el del ex presidente Fernando De La Rúa y el real de Raúl Alfonsín en la UCR y Carlos “Chacho” Álvarez en el Frepaso. Su consecuencia fue la existencia de crisis crónicas en el gobierno aliancista: desde la renuncia del entonces vicepresidente “Chacho” Álvarez en octubre de 2000 hasta el desenlace de la renuncia de Fernando De La Rúa en diciembre de 2001 en medio de una severa crisis social y económica, la “Alianza” vivió en un contexto de crisis de gobernabilidad permanente.
A la debilidad organizativa de la coalición electoral –y su fracaso en la conformación de una coalición de gobierno– se suma una compleja herencia económica en materia fiscal y cambiaria: debemos destacar respecto de esta última, el compromiso del candidato Fernando De La Rúa en la preservación de la convertibilidad entonces vigente desde comienzos de 1991, en tiempos de la presidencia de Carlos Menem, aun cuando se advertía a todas luces la dificultad de preservar el rígido esquema cambiario vigente luego de la crisis cambiaria que culminó con la devaluación del Real en Brasil en enero de 1999.
Así también el relevo producido en el funcionariado de los organismos internacionales –a tono con el cambio de administración en EEUU y la llegada a la presidencia del republicano George W Bush en 2001– implicó una redefinición de la estrategia de los organismos internacionales en relación a la problemática de la deuda externa, imponiéndose una perspectiva poco proclive a la proliferación de programas de rescate de países endeudados como aquellos producidos durante la década de 1990 y la tesitura de la quiebra de los estados deudores como mensaje aleccionador.
La combinación entonces de una coalición electoral frágil sustentada en acuerdos inestables, la brecha entre un liderazgo real decisor y otro formal procrastinador, un contexto económico interno de recesión, restricción fiscal y rigidez cambiaria y un ambiente financiero poco disponible para la cooperación en un marco de severas dificultades para garantizar el compromiso de los compromisos externos constituyen los principales factores que desencadenaron la crisis de comienzos de siglo en la Argentina.