8M. Luchamos por nuestros proyectos de vida, si sobrevivimos
En lo que va del 2021 tuvimos más femicidios que días del año. Parece una película de terror, pero lamentablemente, es la violenta e injusta realidad en la que vivimos las mujeres en la Argentina. Por eso, este 8 de marzo lo último que queremos es celebrar, porque tenemos que seguir luchando por todas las que no están, por todas las que asesinaron, pero también por todas las que seguimos vivas y queremos tener un proyecto de vida.
El año pasado en la provincia de Buenos Aires declaramos la emergencia en violencia familiar, de género y diversidad, porque vimos como el aislamiento social preventivo y obligatorio no solo nos aislaba del virus, sino que además nos aislaba de la ayuda y la contención, pero, sobre todo, nos ponía en mucho más peligro que estando en la calle.
Sin embargo, quedo claro que con esto no logramos frenar el tsunami de violencia que nos persigue, los hombres que se creen dueños de nuestras vidas, y que nos siguen asesinando.
La violencia de género es la cara más brutal y urgente de las desigualdades entre los géneros, y para combatirla en forma integral es fundamental que podamos desandar los nodos estructurales, abordando no solo lo urgente sino también, aquellas desigualdades invisibles y enquistadas de las que poco se habla, pero tanto nos condicionan.
Según el Reporte de Brechas de Género 2020 del Foro Económico Mundial, Argentina se ubica, lamentable pero no sorprendentemente, en el puesto 103, en la categoría que refiere a la Oportunidad y Participación Económica. Esto nos pone de manifiesto lo lejos que estamos las mujeres de poder desarrollar proyectos de vida de forma autónoma, que nos permitan tener ingresos propios y, por lo tanto, libertad.
Son muchas las mujeres que quieren, pero no pueden salir a trabajar, porque en Argentina nos enseñaron que cuidar de otros, era nuestro rol. Por lo tanto, según cifras del INDEC, dedicamos más del doble de tiempo que los varones en estas tareas. ¿Qué significa esto? Que nuestro tiempo se distribuye entre gestar, cuidar, limpiar, cocinar, organizar y coordinar, entre otras muchas más responsabilidades. Mientras que los varones destinan su tiempo “extra” a seguir capacitándose, a tener trabajos más estables y mejores pagos, a descansar, entre otras cosas.
Este constituye el primer problema para la autonomía económica de las mujeres: salen menos a trabajar porque tienen que cuidar de otros, entonces la tasa de participación laboral es mucho menor que la de los varones, como así también eligen trabajos menos dinámicos y peores pagos, porque tienen que combinarlos con tareas de cuidado que no pueden relegar. Empezar a desandar este camino, visibilizar las tareas de cuidado y promover la corresponsabilidad en el hogar, es un paso fundamental para derribar este nodo estructural de desigualdad, que se termina constituyendo en un condicionante para la trayectoria de vida de muchas mujeres.
Otro condicionante que observamos con particular preocupación en la provincia de Buenos Aires, son los embarazos no intencionales en la adolescencia, ya que afectan la salud física, psicológica y las oportunidades de estudio y trabajo de miles de adolescentes. El 30% de las jovénes que abandonan el secundario, lo hacen por esta razón. Esto afecta no solo su trayectoria educativa, sino también su futuro laboral, ya que sus posibilidades de conseguir empleo formal disminuyen drásticamente. A esto se suma que, 7 de cada 10 embarazos en adolescentes de entre 15 y 19 años son no intencionales, y que la mayoría de los embarazos en menores de 15 años, son consecuencia de abuso sexual y violación.
El PLAN ENIA llevado adelante entre 2017 y 2019 a nivel nacional en coordinación con las provincias en el NOA, NEA y la PBA tuvo el objetivo de reducir el riesgo de embarazo no intencional en la adolescencia, promoviendo decisiones libres e informadas, acceso efectivo a métodos anticonceptivos y abordaje del abuso sexual. Este plan tuvo muy buenos resultados y a través de su institucionalización podemos lograr que se convierta en una verdadera política de estado, que vele por los intereses de las adolescentes y las incentive y acompañe a tener un proyecto de vida.
En este sentido es que presenté un proyecto de ley, para crear un programa provincial que de continuidad a este PLAN, que sea estable en el tiempo, y con objetivos de mediano y largo plazo para que todas las adolescentes accedan a decisiones libres e informadas y que los anticonceptivos no sean una barrera sino un derecho garantizado, y de esta manera puedan tener la libertad de proyectar sus vidas.
Sin embargo, sabemos que la realidad de hoy es que cerca de 30.000 nacimientos ocurren anualmente en la Provincia, producto de embarazos no deseados. Por eso, también presenté un proyecto para que el estado acompañe y asista a aquellas chicas que atraviesan la maternidad en la adolescencia. El programa de acompañamiento a la maternidad adolescente (AMA), busca garantizar información y el acceso al sistema de salud para la madre y él bebe, y así reducir la mortalidad materno infantil; brindar herramientas, recursos y servicios como ser vacantes en escuelas secundarias y acceso a jardines maternales. Todo esto en definitiva, impactará positivamente para que puedan continuar con sus proyectos de vida.
Estas son solo algunas iniciativas que pretenden visibilizar algunos de los nodos estructurales de las desigualdades que nos atraviesan, intentar derribarlos y proponer posibles caminos para empezar a achicar brechas, habilitar decisiones libres e informadas y fomentar proyectos de vida autónomos. Porque marchamos y luchamos no solo para que dejen de matarnos y porque queremos que #NiUnaMenos algún día sea una realidad, también lo hacemos por nuestros proyectos, por nuestras libertades, por acceder a información y poder tener la vida que queramos. Acompañar y empujar a tener cada vez más #MujeresConProyectos, debería ser una prioridad de todxs.
Diputada de la provincia de Buenos Aires (Juntos por el Cambio)