5 libros para conocer a Rodolfo Walsh
De origen irlandés, nacido en Lamarque, Río Negro, en 1927, Rodolfo Walsh representa un caso singularísimo y polémico de las letras locales: tanto su obra como su biografía lo colocan en el centro de los conflictos ideológicos cruciales de la historia argentina reciente y sus consecuencias todavía vivas en el presente. Su pasaje de la derecha conservadora al peronismo revolucionario, su intervención en Prensa Latina y su casual y asombrosa labor en los servicios de inteligencia de la Revolución cubana, su muerte y desaparición en la última dictadura lo convierten en un avatar particularmente significativo del clásico conflicto entre las “armas y las letras”. Pero esa marca biográfica intensa no alcanza a superar la singularidad con que la política y la estética, la ficción y la realidad se cruzan en su obra, tensadas al máximo las unas contra las otras sin nunca cruzar los límites, para explotar al máximo el sentido social y literario de sus textos. Con precisión quirúrgica trabajó estos problemas en relatos breves, obras de teatro, artículos periodísticos y grandes investigaciones noveladas, a los que se suman también traducciones y antologías.
Variaciones en rojo
(1953)
Amante del ajedrez y la criptografía, Walsh dedicó sus tres primeros relatos extensos a un ejercicio riguroso del clásico cuento policial de enigma. Por demás ascéticos en la escritura, los textos son un trabajo minucioso en extremo de la construcción de un caso policial, en el que los indicios se siembran con cuidado y se disponen a la vista para invitar al lector a resolver el enigma junto con el investigador. Una particularidad única de estos primeros cuentos de Walsh la representa el “detective” Daniel Hernández, cuya habilidad en la pesquisa no surge de poseer una mente prodigiosa ni de tener experiencia en fuerzas policíacas sino del ejercicio a conciencia de un oficio que el propio Walsh había transitado: el de corrector de pruebas de imprenta. El detective de Variaciones en rojo es sobre todo un lector ejemplar.
Operación masacre
(1957)
“Hay un fusilado que vive”. Con esa frase paradójica comienza una revolución de la investigación periodística. A partir del testimonio de Juan Carlos Livraga, uno de los sobrevivientes de los fusilamientos ocurridos en la madrugada de del 9 y 10 de junio de 1956, en los basurales de José León Suárez, Walsh reconstruye un caso policial que es a la vez un acontecimiento político. Se trata del fusilamiento ilegal ejercido sobre civiles por parte de la Revolución Libertadora, como represalia por el levantamiento del general Juan José Valle contra el gobierno de facto del general Aramburu. La investigación periodística, la presentación de víctimas y sobrevivientes, la prueba de que los fusilamientos ocurrieron por fuera del toque de queda, son reconstruidos y presentados por Walsh con el ritmo y los recursos estilísticos de una novela. En un cuidadoso esfuerzo por no “contaminar” los hechos con la ficción, Walsh recurre a las estrategias de la literatura tomando licencias creativas para disponer los escenarios, elaborando a conciencia la tensión dramática del texto y disponiendo los sucesos y datos en una cuidada trama narrativa. Esa singular búsqueda, que continuó en ¿Quién mató a Rosendo? (1969) y Caso Satanowsky (1973), es el primer paso en un nuevo estilo de hacer periodismo que transformaría las expectativas de calidad literaria del oficio.
La granada y La batalla
(1965)
Aunque son trabajos menores dentro de su producción, las dos obras teatrales que publicó Walsh a su regreso de Cuba tienen rasgos poco frecuentes en sus otros escritos que completan su visión literaria. En La granada, un soldado pierde el seguro de un explosivo y se ve obligado a sostener la espoleta para no volar por el aire, mientras un tribunal militar decide si su comportamiento es el de un héroe o el de un traidor. La batalla presenta a un dictador en el trance de generar una guerra propia que satisfaga sus anhelos heroicos. Son farsas militares en las que se trata con cruda ironía tanto el carácter megalómano de la ambición guerrera como el absurdo rigor de la justicia militar, en las que Walsh recurre al grotesco, el humor negro y el sarcasmo para condensar un intenso sentido alegórico.
Un kilo de oro
(1967)
En sus relatos de la década de 1960, Walsh reúne lo mejor de su producción narrativa. Ha refinado la técnica del cuento al extremo e incorporado técnicas como la escritura fragmentaria para intensificar la pluralidad de sentidos y sugerir más que decir explícitamente. No obstante su posicionamiento político, no cae en una narrativa denuncialista ni manipuladora del lector a la hora de escribir ficción. “Cartas”, “Nota al pie”, “Un oscuro día de justicia” (o “Fotos” y “Esa mujer”, del libro Los oficios terrestres, de 1965) no son una indicación ideológica de qué debe pensar el lector, sino la exposición de un “caso” –donde sobrevive la estructura básica del policial– que obliga a tomar posición política a quién lo lee según sus propias convicciones. Su arma primordial es la elipsis; los relatos reconstruyen al detalle la situación que se quiere presentar, pero las causas políticas de los hechos no se explicitan, y es el lector quien debe deducirlas. Otro modo de trabajar la relación entre política y ficción se da en la serie de “cuentos de irlandeses”, en los que Walsh recupera sus experiencias infantiles en colegios religiosos y transforma los pequeños sucesos cotidianos en relatos épicos que trascienden la anécdota para convertirse en alegoría social.
El violento oficio de escribir. Obra periodística (1953 – 1977)
(1995)
Los más de cincuenta artículos reunidos en este libro, publicados en medios como las revistas Vea y Lea, Leoplan, Panorama, o el diario de la CGT de los Argentinos, son una muestra de la maestría con la que Walsh manejaba el oficio, más allá de sus investigaciones extensas. Cada artículo, cada crónica, es un ejemplo de síntesis y a la vez de riqueza literaria. Con una ductilidad sin parangón, Walsh es capaz de reconstruir una situación dramática vibrante y, en el párrafo siguiente, pasar al dato duro que fundamenta sus argumentos con un rigor periodístico siempre vigilante y efectivo. Finaliza la selección la “Carta abierta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar” (1977), un texto polémico ejemplar en el que el escritor, basándose en las Catilinarias de Cicerón, denuncia a la dictadura militar iniciada en 1976, desmontando no sólo su aparato represivo sino también la estrategia política y económica que justificaba el accionar violento del gobierno de facto. Luego de dar a publicidad ese documento, en el aniversario del golpe, el 25 de marzo de 1977 Walsh fue secuestrado por un grupo de tareas de la Armada. Hasta el presente se desconoce el paradero de su cuerpo.
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