5 libros para conocer a Roberto Bolaño
Un recorrido por la obra del último de los malditos
Cuando en 1998 obtuvo el premio Anagrama por Los detectives salvajes, el chileno Roberto Bolaño (1953-2003) era un virtual desconocido. Se había ido de Chile muy joven, vivió años en México y terminó afincado en un pequeño pueblo de Cataluña. Antes de aquel galardón había publicado poesía y un par de libros de narrativa. A partir de allí, se volvió un autor prolífico, casi incontinente. Antes de su temprana muerte, alcanzó a dejar terminada 2666, su novela más ambiciosa. El impacto que tuvo en la generación de jóvenes lectores latinoamericanos de entonces (muchos de ellos futuros escritores) fue incalculable. Por un lado, por la aspereza de sus tramas, marcadas por el exilio, el nomadismo y los ecos de la violencia política. Por otro, por su figura irreverente, con aires malditos, que contrastaba con la formalidad de la precedente generación del boom.
La literatura nazi en América latina
Su primer libro importante, pubilcado justo antes de la obra que le daría fama. En esta colección de título engañoso (no hay tantos nazis como derechistas, y entre ellos abunda los simples tarambanas), Bolaño reúne, casi a modo de diccionario, la biografía y obra de distintos escritores imaginarios, de calidad dudosa. El modelo latente son las Vidas imaginarias, de Marcel Schwob, la Historia universal de la infamia, de Borges e incluso La sinagoga de los iconoclastas, de J. R. Wilcock. No es tan original como parece, aunque la capacidad sarcástica de Bolaño ya se revela única.
Estrella distante
Es un desprendimiento, la versión expandida, del último relato de La literatura… Un detective es contratado para dar con el paradero y luego a eliminar a un individuo de escurridiza maldad. Se trata de Carlos Wieder, antiguo infilitrado de talleres literarios bajo el nombre de Alberto Ruiz-Tagle. Una vez consumado el golpe de Pinochet, se descubre que era en realidad un represor y piloto de la fuerza aérea obsesionado con inaugurar un movimiento poético revolucionario: escribe en el cielo con los reactores de su avión. La venganza de sus víctimas, con los años, lo encontrará muy lejos de Chile.
Los detectives salvajes
Una novela total, que algunos han comparado, por su estructura y en parte por su contenido, con Rayuela, de Cortázar. Los poetas Arturo Belano (álter ego de Bolaño) y Ulises Lima son el hilo conductor de esta narración caleidoscópica. Dos secciones independientes enmarcan, al comienzo y el final, el relato: las minucias de un taller literario en la capital mexicana y, luego, la busca por los desiertos del norte del país de una poeta olvidada. Pero lo fundamental es el corazón de la narración: allí una gran cantidad de relatos comparativamente breves, narrados por los más diversos personajes, muestran, casi siempre en segundo plano, a Belano y Lima. Por lo general, todo ocurre en diversos escenarios europeos, pero también hay alguna incursión africana. Los detectives salvajes presenta una lenta, memorable parábola en que poesía y destrucción van de la mano.
2666
Con sus más de mil páginas, 2666 es la obra a la que Bolaño dedicó sus últimos años. Su complejidad radica en que, en realidad, se trata de cinco novelas complementarias. En la primera, diversos especialistas se muestran obsesionados por hallar a un escritor alemán, Benno von Archimboldi, que aparecerá en todo su esplendor en la última de las historias. En el medio, se cuentan las historias de un profesor chileno, un periodista americano y los sistemáticos crímenes de mujeres de la ciudad de Santa Teresa, detrás de la que se esconde, ficcionalmente, Ciudad Juárez y sus masacres. Esas muertes, núcleo oscuro y aterrador, es lo que une los diversos relatos.
Entre paréntesis
Podría haberse dado lugar en esta última entrada a alguno de los libros de cuentos de Bolaño (Llamadas telefónicas, por ejemplo), pero la reunión de las intervenciones periodísticas y ensayísticas de Bolaño son una faceta que vale la pena rescatar. El escritor chileno era un lector omnívoro. Interesado en sus contemporáneos, no tenía problemas en descartar a algún consagrado o, por el contrario, en defender a un desconocido que despertara su entusiasmo. Entre paréntesis reúne esos artículos ágiles y agudos, y a la vez permite una sorpresa: descubrir el amplio dominio que tenía de las obras de la literatura argentina.