5 libros para conocer a Nabokov
El autor de Lolita, un clásico que sigue dando que hablar
La carrera literaria de Vladimir Nabokov (1899-1977) se dio en dos idiomas, el ruso y el inglés, por los avatares de la historia. Hijo de una acomodada familia petersburguesa, estudió en Inglaterra y luego pasó a Berlín, donde se había instalado con los padres y hermanos tras la revolución bolchevique. Allí se convirtió en uno de los autores clave, aunque también controvertido, de la diáspora rusa. El ascenso de Hitler lo llevó luego a París y más tarde, poco antes de la ocupación nazi, a Estados Unidos, donde en un comienzo se ganó la vida por medio de una de sus pasiones: el estudio científico de las mariposas. La publicación de Lolita (1957) lo convirtió en un escritor estrella y, también le facilitó recursos: gracias a las ganancias (que incluyen las derivadas de la versión fílmica del libro, realizada por Stanley Kubrick), pudo dedicarse exclusivamente a la literatura. Para ello, se trasladó a vivir a Suiza, donde residió durante casi veinte años en las habitaciones de un tradicional hotel alpino.
La verdadera vida de Sebastian Knight
(1941)
Nabokov había publicado cuentos, obras de teatro y una decena de novelas en ruso (El ojo, La defensa, La dádiva), cuando, todavía en Francia, decidió lanzarse a escribir en inglés, el idioma en que lo habían educado sus institutrices. El resultado fue La verdadera vida de Sebastian Knight, una obra maestra en miniatura. En ella, un narrador trata de reconstruir la vida de otro escritor, su hermano, el Sebastian Knight del título, contactando a las mujeres que lo conocieron. Busca refutar una biografía escrita por la secretaría de Sebastian, a la que considera errónea. En esa peripecia detectivesca, no sólo aprovechará para contar las novelas publicadas por su hermano, sino también para toparse con secretos impensados.
Lolita
(1957)
Por su tema, la obra clave del escritor ruso fue rechazada por los editores americanos y británicos. Sólo encontró refugio en Olympia Press, una editorial parisina de dudosa reputación. La novela cuenta la pasión de Humbert-Humbert, el maduro narrador, por Dolores Haze (Lolita), la hija de su segunda mujer. Maravillosamente escrita, pródiga en retruécanos y otros juegos verbales, sigue siendo una historia todavía desconcertante. Siempre existió la tentación de leerla alegóricamente: Humbert-Humbert, en esa interpretación, sería la vieja Europa fascinada por la inocencia americana de Lolita, a la que sólo puede corromper. Resulta absurdo hoy, a cincuenta años de su publicación, que Lolita haya sido considerada en su momento pornográfica, incluso erótica, cuando se trata de una historia de la más absoluta desolación.
Pálido fuego
(1962)
Si Lolita es una novela de secreta arquitectura perfecta, Pálido fuego es la visible puesta en acto de Nabokov como prestidigitador literario. La novela comienza con un prefacio, sigue con un poema de 999 versos escritos por un tal John Francis Shade y luego con las notas a la obra -una verdadera proeza verbal- de ese supuesto autor norteamericano, ya fallecido, realizadas por el crítico y vecino de Shade, Charles Kinbote. Esa exégesis en apariencia desinteresada del poema poco a poco va tomando otro cariz cuando Kinbote empieza a filtrar elementos de su vida hasta volverse un narrador nada digno de confianza. Parodia del trabajo erudito y académico, Pálido fuego es una jocosa fiesta literaria, pero también una profunda meditación sobre el arte y sus lazos con la realidad.
Ada o el ardor
(1969)
La más extensa y más ambiciosa novela de Nabokov es también un homenaje a la novela rusa del siglo XIX, como sugiere su primera frase, que remite a Tolstoi y su Ana Karenina. En esta complicada crónica familiar, irónicamente incestuosa, se cuenta la historia de amor, con sus idas y vueltas, de Van Veen y su prima Ada, que en realidad resulta ser su hermana. Ubicada en un siglo XIX de aliento prerrevolucionario y, paralelamente, en una Antiterra con ecos de ciencia ficción, la novela se va revelando como las memorias de un Van Veen ya nonagenario, con intromisiones de la propia Ada y de un editor. En ella aparecen muchas de las pasiones de Nabokov, desde sus múltiples referencias culturales y lingüísticas hasta su erudito conocimiento de las mariposas.
Cuentos completos
Nabokov escribió muy pocos cuentos en su lengua de adopción, el inglés, pero después del éxito de Lolita se dedicó a traducir con su hijo Dimitri el casi medio centenar que había escrito en ruso. Los fue reuniendo en periódicas colecciones (Nabokov’s Dozen, Una belleza rusa, El tiranicida, Detalles de un crepúsculo) que dejaron en evidencia su absoluto y virtuoso dominio del género. Los Cuentos completos -que agregaron algunos inéditos que habían quedado en el desván- fueron publicados en un solo volumen recién en los años noventa, bastante después de su muerte. La reunión en un solo tomo ya no dejó dudas. La mayoría de los cuentos son obras maestras. Para comprobarlo basta agarrar el tomo, sentarse en un cómodo sillón y leer "Una cuestión de suerte", "Érase una vez en Aleppo...", "Signos y símbolos" o "Las hermanas Vane".
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