5 libros para conocer a Joseph Conrad
Quizá no sea una paradoja que Joseph Conrad (1857-1924), uno de los más grandes estilistas de la lengua inglesa, sea en realidad polaco. La condición de extranjero puede revelar, si se es tenaz, los mejores secretos de un idioma. Conrad, en todo caso, nació bajo el nombre de Józef Teodor Konrad Korzeniowski en Berdyczow (localidad que hoy se encuentra en Ucrania), en el seno de una familia nacionalista y revolucionaria, activa contra el ocupante ruso. Los padres de Conrad fallecieron cuando él era muy joven. Deseoso de aventura, decidió embarcarse como marinero, actividad que lo llevó a diversos puntos del planeta. Aprendió el inglés para poder trabajar en barcos de esa bandera y a partir de allí esa lengua adoptiva se convertiría en su patria literaria. Sus novelas plenas de aventuras transcurren en diversos paisajes (la mayoría exóticos) y tienen personajes que viven entre el riesgo, la lealtad y la permanente fricción con el mundo. Pero lo que vuelve a Conrad un autor notable es que esas historias están además narradas con una técnica notable, que relativiza o pone en duda aquello mismo que relata. Conrad –con Henry James– es uno de los autores que dieron origen a lo que en la órbita inglesa se denomina modernismo: una nueva forma de contar que terminaría abriendo el paso a la mejor literatura del siglo XX.
El corazón de las tinieblas
(1899)
Seguramente muchos lectores conocen El corazón de las tinieblas por la adaptación que hizo de ella Francis Ford Coppola, trasladando el escenario a Vietnam, en Apocalipsis Now. El relato es evocado en un barco anclado en el Támesis. Lo narra uno de los personajes recurrentes de Conrad, el marino Marlow, que a su vez escuchó el relato de otra fuente, una de las técnicas preferidas del autor. La historia original transcurre en las profundidades del río Congo, en pleno corazón africano, adonde llega el enviado de una empresa colonial para averiguar qué ocurrió con Kurz, un desquiciado comerciante de marfil. El relato, oscuro y magistral, ha sido leído de diversas maneras, ya sea como una denuncia velada del colonialismo o una ambigua reflexión sobre la naturaleza humana.
Lord Jim
(1900)
Lord Jim es una novela sobre la cobardía, o sobre cómo lidiar con su traumático recuerdo. El marinero Jim no puede olvidar el momento clave de su vida: cuando la nave en que trabajaba empieza a naufragar y decide quedarse para salvar a los 800 peregrinos que viajaban en él. A último momento, sin embargo, un impulso lo lleva a saltar al bote donde ya se encontraba el capitán, dispuesto, contraviniendo la ley marítima, a abandonar el barco. Marlow acude al juicio en que es juzgado Jim y logra, interesado en su caso, hablar con él. La narración toma a partir de entonces nuevos senderos. Es un largo y sorpresivo periplo donde el solo nombre de aquel barco –Patma– obliga a Jim a una nueva fuga intempestiva.
Nostromo
(1904)
Considerada por mucho como la novela más ambiciosa de Conrad, Nostromo es, sin duda, la más compleja de las suyas. Está situada en la ciudad minera de Sulaco, en el imaginario país sudamericano de Costaguana (seguramente Venezuela, donde el autor recaló como marino) y tiene como protagonistas a dos personajes contrapuestos: el empresario minero Charles Gould, por un lado, y a Nostromo, un incorruptible exiliado italiano que tiene ascendente popular pero al que los ricos acuden en busca de ayuda. En esa nación frágil, donde la corrupción está a la orden del día, fermenta una revolución que los personajes apenas sospechan.Manejando los planos temporales con un virtuosismo hasta entonces inédito, Nostromo es la mejor prueba del objetivo literario que Conrad declaraba como suyo: hacer ver con palabras.
El agente secreto
(1907)
Una par de curiosidades sobre El agente secreto: no transcurre en el mar y se basa en un hecho real. Sumándose a la creciente paranoia que reinaba en Inglaterra por las supuestas actividades anarquistas, Conrad presenta al señor Verloc, un comerciante que es, al mismo tiempo, agente secreto de una célula ácrata. Para mostrar su fidelidad, su contacto le encarga a Verloc la voladura del observatorio de Greenwich. Novela política y de espías, la narración avanza más allá del atentado, hasta alcanzar un segundo climax trágico. Hitchcock filmó una película llamada The Secret Agent que no se debe confundir con la novela de Conrad, a la que, sin embargo, sí adaptó: su versión se llama Sabotage (1936).
La línea de sombra
(1917)
En su última etapa, en que abundan las novelas extensas, la que más se destaca es esta obra de un centenar de páginas. Como en tantos otros de sus relatos, La línea de sombra transcurre a bordo de un barco y sugiere una educación sentimental. Pero no importa en este caso tanto la trama, ni los acontecimientos espectaculares, como la contraposición entre la inocencia aventurera del joven protagonista y la madurez, camaradería y sabiduría de aquellos que lo rodean. La línea de sombra es tal vez una de las logradas metáforas existenciales de la literatura: su nombre designa esa delgada línea invisible que separa la juventud de aquello que seremos para siempre.