2020, el año de la tragedia educativa
En medio de la pandemia del coronavirus, 2020 transcurrió con una conducción del gobierno nacional que equivocó las políticas sanitarias y destruyó la economía. A esas pésimas cifras se suma la ya vieja caída de la educación. La tragedia educativa, descripta por Jaim Etcheverry hace 20 años, sumó un capítulo lamentable con la pandemia. El estudioso publicó en febrero pasado otro libro: Educación, la tragedia continúa. De conocer lo que iba a hacer la gestión de Alberto Fernández en la materia, seguro podría haber incluido el subtítulo: "Y profundizada en 2020 por las políticas del kirchnerismo".
Mientras el mundo impuso el principio de que las escuelas es lo último que se cierra y lo primero que se abre, el gobierno argentino hizo lo contrario: cerró las escuelas de todo el país prematuramente y nunca las abrió. Clausuró las clases incluso en localidades que no tuvieron un contagiado o en escuelas albergue, que trabajan aisladas en zonas inhóspitas del país.
En ese marco, el presidente Fernández sintetizó su política: "Las clases pueden esperar. Si hay algo que no me urge es el inicio de clases. Después vemos cómo compensamos esos días. Nadie sufrió por recibirse un año antes o un año después". Un tiempo después autorizó la apertura de casinos, bares, restaurantes y gimnasios. Para el oficialismo, las clases podían esperar; la adicción al juego, no.
En ese contexto de emergencia, mientras el ministro Trotta elaboraba cuadernillos que usó más para adoctrinar a los chicos que para educarlos, los directivos y los docentes de las escuelas y las familias de los alumnos se pusieron con los chicos y chicas manos a la obra. Ellos fueron verdaderos héroes no reconocidos de la pandemia. Con gran creatividad y con lo que tenían disponible hicieron una educación de emergencia. En cada lugar tuvieron resultados distintos, pero lo común fue la gran colaboración y entrega de los docentes y sus equipos directivos con el apoyo familiar. Fueron los propios docentes quienes desde sus escuelas, con la experiencia de la cercanía de sus alumnos, elaboraron materiales escritos para los desconectados, sin prestar atención a los que venían de la Nación.
Lo ideal para su función hubiese sido que el ministro Trotta trabajara a destajo para abrir las escuelas. Sin embargo, vetó los protocolos de regreso en diversas oportunidades. A pesar de la abundante evidencia del bajo riesgo de propagación del virus, el Gobierno se empeñó en cerrar las aulas con candado. Así como en los 12 años de kirchnerismo, mientras se decía que se defendía la educación pública se produjo el mayor traspaso de alumnos al sistema privado que conozca la historia del país, en los últimos meses de la nueva gestión del Frente de Todos tuvimos un balance calamitoso.
Un estudio nacional de la UCA calculó que en el estrato socioeconómico más alto aproximadamente el 70% de los alumnos siguieron sus clases online, mientras que solo el 10% del más perjudicado pudieron hacerlo de ese modo. Solo un 1% del alumnado tuvo clases presenciales. Según el propio ministerio nacional, un millón y medio de chicos perdieron el vínculo con la escuela, y se sabe que será muy difícil la tarea para que puedan recuperarlo.
En definitiva, la decisión del Gobierno de cerrar las escuelas generó una sociedad más desigual, en la que quienes sufrieron esta desastrosa política educativa tendrán menos posibilidades de acceder a un trabajo, menos herramientas para vivir y serán más pobres. La miopía política de Alberto Fernández perjudicará al país por décadas. Como siempre, la realidad contradice lo que dicen en el relato.
Estas decisiones se tomaron en soledad en la Casa Rosada, sin la participación de la oposición, que siempre planteó alternativas no escuchadas. Para la educación, para la salud y para la economía. Sí se escuchó a los gremios docentes, que son especialistas en explicar por qué suspender las actividades, pero no en el modo de mejorar la calidad de la educación teniendo clases. Una vez más, el kirchnerismo se encerró en su visión fantasiosa, sin aceptar las evidencias contrarias.
Mientras tanto, en Mendoza, el sistema de Gestión Educativa Mendoza (GEM), lanzado en 2018 y continuado en la actual gestión, permitió seguir online de manera nominal a los estudiantes y sus trayectorias. Es un portal al que se puede acceder desde cualquier dispositivo, que genera un canal de comunicación con datos escolares de docentes y alumnos. A través de este sistema se pudo revincular, hasta diciembre pasado, a casi 13.000 chicos y chicas de los 19.000 desvinculados y seguir trabajando con los que faltan para evitar su deserción. De este modo se pudo mantener la actividad educativa con una mayoría de casi el 95% de los alumnos de primaria y secundaria, y con normativas de la gestión presente que permitieron tomar asistencia, dar contenidos, evaluar y promocionar a quienes adquirieron los aprendizajes.
Quedan pocas semanas para la fecha de inicio del ciclo lectivo 2021 en el país. No podemos sentarnos y esperar. Es hora de redoblar los esfuerzos. Las clases tienen que empezar con los alumnos en las escuelas.ß
Presidente de la UCR y diputado nacional