Víctor Salman: “Estamos siempre recreando cosas”
Trabajó en el área de diseño para varias marcas. Hoy sale del detrás de escena con su línea de zapatos bien cancheros en una boutique en el Zoo. Un personaje de la moda
Víctor Salman estudió arquitectura. Le gusta el diseño. Y se autodenomina "hacedor". Comenzó a trabajar en la moda con un negocio de ropa en su Córdoba natal. Luego, en Buenos Aires, trabajó con un grupo uruguayo que hacía productos de moda para varias marcas: Cacharel, Paula Cahen d’Anvers, Via Vai. Nunca paró. Pasó por Paruolo, María Cher. Hace dos meses abrió su tienda de zapatos a metros del Zoo. Apasionado de la arquitectura, disfrutador nato del buen diseño y las cosas bellas. Le encanta Italia. "Para ver zapatos, Italia es lo más. Siempre hay recursos, algo en un zapato. Me incliné por los zapatos porque son muy nobles. Siempre me gustaron", cuenta quien, además de debutar con su boutique, vende a multimarcas del interior con el sello que lleva su nombre: Víctor Salman.
–Siempre detrás de las marcas...
–Yo trabajaba muy fuerte con el diseño, con la búsqueda de producto. Me acuerdo que un año viajé a París con Gotlib, empresario de la moda, y me enseñó el negocio desde atrás. Fue una experiencia divertida. Con el tiempo, me fui relacionando con mucha gente, empecé a trabajar para otras marcas. Pasé por Ayres. Después decidí armar mi estudio de diseño, desde donde trabajé para marcas como María Cher y Paruolo, donde trabajé nueve años.
–Ayudaste a desarrollarlas...
–Me buscaban porque necesitaban remontar ventas, facturar más, para sacar las papas del fuego [risas].
–¿Tu fuerte es el ojo comercial?
–Creo que es un 50 y un 50. Soy un burro de trabajo. Trabajaba con toda la colección en las marcas. Armaba un grupo y analizaba por qué algo no se vendía. Lograr equilibrio entre imagen y producto, ése es mi fuerte. Siempre sentí que es muy bueno trabajar en equipo. Las marcas exitosas tienen un gran equipo atrás.
–Hoy estás en una nueva etapa, con local a la calle, tu marca...
–En 2012 arranqué con Salman. Al principio, quería que fuera al por mayor, con mi nombre, más tranquilo. Después fue una decisión fuerte. Mucha gente me dijo: «Ojo, llevar tu nombre es muy duro». Sentí que era poner mi firma. Creo que la gente busca cosas genuinas y nobles, el cuero, el zapato es muy noble.
–Dejaste las marcas grandes...
–Sólo me quedé con un cliente textil, al que le armo las cartas de color, le traigo tejidos de afuera. La verdad que el último cliente grande fue Benito Fernández, antes de que abriera en el shopping. Lo ayudé a buscar talleres, gente que trabajara en blanco...
–Es un tema el de los talleres, hay mucho descontrol.
–Es muy difícil la producción. Se trabaja con gente necesitada. Mucha gente no quiere estar blanqueada porque recibe subsidios o planes. Es muy complejo.
–¿Hay un estilo Salman?
–Me gusta ser muy actual, fresco y joven. Me gusta que la marca transmita juventud. Me divierte mucho la mezcla de texturas. Los cueros nobles. Apuesto a la calidad. No hay muchas propuestas de marcas de nicho de zapatos jóvenes. Siempre termina siendo todo muy clásico. Lo mío está muy bien hecho, pero se puede mejorar aún más. Tampoco me creo un superdiseñador porque acá estamos siempre recreando cosas. Me gusta que me digan que soy un hacedor.
–¿Víctor Salman con qué se usa?
–Mis clientas son chicas que vienen con sus bebes, les gustan los zapatos lindos, diferentes. Me gusta mucho lo que hacen las chicas de Them, lo que hace Angie Chevallier. No me gusta que gane algo en el todo. Quizás, sí, una buena cartera de calidad. Me gusta que gane la persona. Lo mío es para mujeres de 30/40.
–¿Cómo ves a las argentinas?
–Son bárbaras. He visto en todas partes, en Nueva York tipas bien vestidas, con mucha cosa puesta, pero las argentinas son muy femeninas, francesas, delicadas.
–¿Un zapato Salman es para siempre o pasa de moda?
–Es para siempre. No me gusta la moda caliente. Me gusta que las cosas perduren, que tengan clase. Me gusta la reedición, customizar diseño. Tengo un par de botas que fueron un hit y ahora les quiero bordar golondrinas.
–¿Te gustan las plataformas?
–Sí, pero son para chicas biscuit, flaquitas, de 20 años, que juegan con el absurdo. En el mundo vi bastante argentinizada la moda, mucha plataformas. La argentina es petisa, les cuesta dejar las alturas. El stiletto me gusta, pero me da clásico o gato. Acá nadie usa Chanel. El refinamiento es de vieja. En Estados Unidos o en Europa, el stiletto es high class. Creo que con la edad te das cuenta de que no te gusta más todo. Empezás a ser más exigente, buscás calidad, querés cosas buenas, que tengan buena vejez.
–¿Ojotas sí o no?
–No. Spadrilles o alpargatas para ir a la playa.
–Estilo: ¿qué decís?
–Es la persona y su actitud sobrepasando todo. Estar en cada ocasión correcto. Tan simple, tan difícil.
Objeto querido
"Elegí estos zapatos inspirados en los de Dorothy, del Mago de Oz. Tienen glitter, brillo. Son retro, años 20. Me gusta buscar hormas antiguas. Tengo unas de Alonso que hice y que son geniales. La búsqueda abre puertas nuevas."
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