Vestidos hechos con las camisas de papá
Desarmar y armar nuevas prendas, un juego que derivó en la creación de una marca, la estadounidense Little Grey Line, que además practica la sustentabilidad
Hace cuatro años Jessica Johnson Moore creó Little Grey Line, una marca de ropa estadounidense para chicos que usa como materia prima las camisas de sus padres. La iniciativa surgió a partir de un proyecto creativo que, además de tener un componente afectivo que une a padres e hijos, tiene una veta sustentable.
Todo empezó cuando esta arquitecta de Raleigh, Carolina del Norte, quiso dejar de diseñar casas y dar clases en la universidad para pasar más tiempo con su hija Adeline, de dos años. “Tuve la necesidad de cambiar para estar más con mi familia. Además, quedé embarazada de mi segundo hijo, Noah y no quería resignarme a no hacer algo creativo”, contó Jessica.
Casi como un juego, aprendió a coser sola con una máquina que le había regalado su abuela. Saber sobre arquitectura la ayudó a entender y poder llevar a cabo la morfología de sus diseños. Nunca tomó clases de moda, ni de corte y confección, aunque admite que solía mirar tutoriales online de costura sobre algunas técnicas que le resultaban un poco más complicadas.
“Empecé probando con ropa mía que no usaba o que ya no me entraba; las desarmaba y hacía ropa para mi hija, que era mi modelo. Eso me permitía practicar al hacer y deshacer las prendas, si no quedaban bien. Al comienzo, fue realmente divertido porque esa libertad me permitía jugar”.
Después de un período de prueba y error, Moore pensó que podía usar las camisas que su marido no usaba hace tiempo pero que había guardado por su valor sentimental. En 2011 hizo el primer vestido para Adeline. “Cuando Thomas vio a su hija vestida con algo que alguna vez le perteneció fue algo especial, emocionante. Al ver su reacción me di cuenta de que esta idea podía tocar el corazón de la gente. Una amiga le sacó fotos para tener siempre en mente cómo fue el proceso. La iniciativa tuvo que ver con lo evocativo y con la posibilidad de transformación”, comentó.
Taking advantage of the stripes for this 12-month-sized 'Birdie' dress.
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De la idea a la marca
Jessica empezó a vestir a su hija con las prendas que hacía con las camisas de Thomas y eso llamó mucho la atención. Comenzó a hacerle vestidos a las hijas de sus amigos, gratis, por placer y, luego, fueron surgiendo pedidos de amigos y sus familiares y cada vez más. “Desde ese momento todo se dio naturalmente, hasta ahí yo no tenía la intención de tener una línea de ropa infantil. Para mí era sólo una actividad creativa que, de a poco, se fue transformando en una marca comercial por la buena respuesta que tuvo”.
En 2013, después de un proceso de dos años, Jessica vendió su primer vestido y así surgió Little Grey Line. La idea principal de la marca “es crear prendas para chicos a partir de camisas masculinas. Prácticamente, los diseños no tienen ningún agregado de otrosmateriales. El objetivo es aprovecharlo todo: si tiene alguna guarda linda o detalles particulares trato de usarlos”, explicó.
Jessica trabaja sola desde un estudio en su casa. Allí, recibe las camisas que la gente le envía y se encarga de hacer el diseño y confeccionar la nueva prenda, cuyo costo es de unos 80 dólares. Una camisa alcanza para hacer un vestido de una nena de hasta siete años y, en algunos casos, combina dos prendas para poder hacer las nuevas un poco más grandes.
Para que los varones no queden afuera, lanzó hace un año y medio una línea de enteritos para bebes, cinturones y moños, también hechos con las camisas de los papás.
Al reutilizar prendas, la marca también transita el camino de lo sustentable, algo que según contó Jessica, no había tenido en cuenta en su comienzo. “No inicié este proyecto pensando en una recuperación sustentable pero derivó en eso; de todas formas, está bueno porque hoy es algo muy importante y le suma mucho a mi trabajo. Me gusta la idea de que estas camisas no terminen apiladas en una feria americana y poder darles una nueva vida”.