Vero Ivaldi: "Soy un bicho de biblioteca"
Antes que nada diseñadora; y al mismo tiempo estudiosa, obsesiva, ingeniosa, creativa; así es Vero, un gran talento argentino que habla sobre su presente y sus sueños
Volvió a sus comienzos, el vestuario, por ahora no para bandas de música, sino para obras de teatro, siempre siguiendo su minucioso y casi obsesivo método de estudio e investigación, bien aprendido de su época de estudiante de Ingeniería. Fanática de los rompecabezas y los juegos de ingenio, encantada de ser docente y apasionada por la moldería descontracturada. Así es Vero Ivaldi que hizo de su nombre una etiqueta que, aunque fuera de espacios de exposición como las pasarelas, sigue con el diseño en la mira, tanto que aspira a crear su propio método de moldería.
-¿Volviste a hacer vestuario?
Fue muy especial y gratificante volver a hacer vestuario y más aún para una obra de teatro infantil tan poco convencional como El Cielo Stravinsky . Una pieza musical compleja, en escena según la idea y dirección de Andrea Servera, con una puesta interactiva en el Teatro Colón, y prendas que en un principio iban a ser ejecutadas por el Centro de Experimentación Técnica del Teatro Colón, pero que a último momento terminaron en mis manos. Fue un desafío contrarreloj. Recrear todos los personajes fue una experiencia muy interesante.
-¿Teatro ruso para chicos?
Sí, estuvo buenísimo. Implicó un proceso de estudio e interpretación que me encantó. Cada uno de los personajes se pensó como si fuesen muñecos. Tuve que veroivaldizar .
-¿Cómo es eso de veroivaldizar ?
Es un proceso muy personal. Soy un bicho de biblioteca, me gusta estudiar y me encanta el método científico. Aun en esta era virtual u online prefiero siempre tener papeles en mano, ver ediciones de libros, llevar al papel un método de trabajo, crear y jugar con moldes. Observar, estudiar, experimentar, ensayar mediante prueba y error, es mi método de trabajo que realizo desde que decidí ser diseñadora y lo aplico a diario. En este caso tuve que estudiar desde el ballet ruso, la mentalidad Stravinsky, el break dance para poder interpretarlo y llevarlo a la tela.
-¿Es la primera vez que hacés ropa para teatro?
Empecé haciendo vestuario, pero para bandas. Hice el de Los Brujos (rock alternativo de los 90) durante 10 años, y ese trabajo me estimuló para estudiar Diseño de Indumentaria. Estaba en ingeniería química y por entonces diseñar accesorios era un juego.
-¿Arrancaste con sombreros?
Sí, con sombrerería y artificios; más bien, vestuario masculino. Amaba hacerlo porque me permitía un proceso lúdico atractivo. Está bueno cuando podés contar una historia desde la fantasía, cuando hay una posibilidad de explotar los sueños. Me gusta jugar cuando trabajo.
-¿Sos muy obsesiva con el trabajo?
Creo que es una capacidad que tenemos los argentinos, estamos más que acostumbrados, entrenados a que todo sale aun con pocos recursos, con contratiempos y deficiencias. Tratamos de producir y realizar con lo que se tiene para llegar al objetivo impuesto o propuesto. En Diseño de Indumentaria, siempre aplicamos eso: no tenemos las mejores máquinas de confección ni la última tecnología en estampado, pero tratamos de investigar, de ver otras técnicas, estudiás un montón más y lo reinventás.
-¿Qué reinventaste?
Lo mío es la moldería. Llegué a hacer tapados de hasta 89 piezas cortándolas a mano, una por una, investigando, probando de qué manera resultaba mejor sin máquina. Lo pensaba como un rompecabezas, lo armaba y rearmaba. Esto no es de mi exclusividad, más de un diseñador se las rebusca para lograr su estilo, su identidad. Siempre tratamos de optimizar; al menos yo voy para adelante, no me amedrento. Y cuando me dijeron que el taller del Colón no llegaba, me hice cargo. Siempre tengo la idea de que de alguna manera todo se puede lograr.
-¿Contás con una infraestructura?
Sólo con mi cabeza dura... En el trabajo como en la vida se presentan obstáculos y hay que aprender a sortearlos; es una constante en un país tan complejo; una tarea de más de un diseñador.
-¿Dejaste de lado la exposición del local y los desfiles por el diseño a medida?
Está buenísimo el taylor made , implica un encuentro personal y un trabajo de detalles fascinante.
-¿Cómo es tu verano?
Es una colección de vestidos de fiesta, con gran trabajo de formas, volúmenes y pliegues, que muestra un cruce entre lo oriental y occidental de los años 40 y 50.
-¿Qué otras cosas te suman a la hora de crear?
Me considero bastante nerd , me gusta lo académico, amo dar clases y lo hago no sólo en el ámbito universitario, sino en mi estudio. Se estable un feed back interesante, y de paso afianzo mis estudios de moldería. Desde hace años trabajo en la idea de construir uno propio.
-¿Tu propio método?
Sí, mi método de moldería. De chica miraba los libros de moldería con los métodos Mendía y Rodríguez, por ejemplo, y soñaba con el Método Ivaldi. Mi papá era sastre y mi mamá, modista; ella daba clases de moldería y sombrerería, y yo la acompañaba y era su asistente, me encantaba. Es una asignatura pendiente. Estoy trabajando en eso, voy a tener mi método y con regla incluida. Me considero una estudiosa y me emocionan los retos: desde Cinética , mi primera colección, cuando la moldería era sin curvas y me propuse generar movimiento con telas pesadas -en dos años se vio en las marcas masivas-, hasta Tetris , cuando hice de los juegos de ingenio prendas casi de encastre.
-¿Te gustan los juegos de ingenio?
Sí, los de computadora y los manuales. Los juegos de ingenio me encauzan, lo mismo que los rompecabezas, cuanto más complicados mejor. Es que cuando una tarea no me emociona no puedo hacerla. Todo el tiempo me planteo retos. Elegí el cuerpo como medio para mostrar diseño, una creación, un trabajo de moldería.