"Uso las cremas de mi novia"
Soy cuidadoso con mi imagen. Me gusta verme bien y la piel fue un tema de preocupación para mí desde que tenía 14 años. Primero por el acné: la cara llena de granos, que, además de quedarme horrible y alimentar cruelmente mi inseguridad, me hacía pasar mucho tiempo en consultorios médicos porque se me infectaban y mi madre insistía en que eso era “grave”.
Usar lociones, cremas y hasta tomar medicamentos por vía oral formaba parte de mi atormentada rutina dermatológica. Habrá sido que adquirí por la fuerza la costumbre de chequear el estado del cutis juvenil o quizás que finalmente se empezó a hablar más abiertamente sobre hombres que se cuidan estéticamente, lo cierto es que nunca creí que no tenía por qué dedicarle atención a mi piel, eso que las mujeres suelen hacer con tanta espontaneidad, pero los hombres no siempre.
En la barba, el acondicionador de pelo fue un viaje de ida
Desde los 25 años uso crema hidratante y después de los 30 agregué alguna antiarrugas, lo básico. Pero todo cambió bastante cuando empecé a convivir con mi novia. Ella trajo a mi casa una cantidad de productos que ni se me hubiera ocurrido comprarme y que me dieron mucha curiosidad, como los exfoliantes para quitar las células muertas y las cremas especiales para usar alrededor de los ojos (hay una que es blanqueadora y va borrando las ojeras con el tiempo). Fui probando todos. Pero el gran descubrimiento fue algo tan pero tan simple como la crema de enjuague.
Tengo escaso pelo (¡bah!, soy prácticamente pelado, lisa y llanamente), así que con un champú cualquiera solía arreglármelas decentemente, pero desde que ella acercó tantos potes de cosas a mi bañera, empecé a usar diferentes champús en la barba y a notar qué efecto hacía cada uno, hasta que caí en el acondicionador y ya no pude volver. Ahora si me lavo la barba solo con champú, no me gusta cómo me queda, hasta la siento incómoda. Un viaje de ida.
Si querés compartir tu historia, podés mandarla a: lnmodaybelleza@lanacion.com.ar y será revelada por M&B bajo el más estricto anonimato