San Pablo Fashion Week
Con crisis económica, pero no creativa, la semana de la moda paulista sigue vigente
San Pablo es uno de los adelantados, pero a causa de la crisis. En la edición 41ª de su semana de la moda se eliminaron las nomenclaturas de las colecciones de invierno y de verano; las estaciones del año ya no rigen en las pasarelas de Brasil. El cambio no es ajeno a los planteos del sistema de la moda actual que suceden en Europa y Estados Unidos: si se quiere vender a tiempo, se debe tener la mercadería rápido en las tiendas. En el caso de Brasil, país donde predomina el calor durante casi todo el año, las colecciones ya no se limitan: la mayoría de los diseñadores desfiló prendas atemporales. Pero, en este caso, el cambio podría estar influido por la recesión económica.
Las colecciones presentadas esta semana no mostraron crisis de creatividad, pero sí una menor inversión en la puesta en escena, y lo mismo se vio en los pabellones centrales. En la industria de la moda paulista había rumores de que su fashion week podría caer en picada. Tuvo sus años de gloria y solía marcar el nivel de las otras semanas de desfiles de la región. Todavía lo hace, pero de manera más austera. Antes, las marcas de ropa de Brasil solían invertir 1,5 millones de reales por desfile, hoy ese número bajó a un promedio de 70.000. Esto muestra un contexto menos ostentoso: con grandes ausencias como la de la ex modelo Gisele Bündchen, ícono de São Paulo Fashion Week durante años y, entre los asistentes, menos carteras Birkin por metro cuadrado.
A pesar de este panorama se presentaron 38 marcas, y 7 nuevas firmas apostaron a seguir la tendencia internacional del see now, buy now (vea ahora, compre ahora): es decir, que marcas como Ellus, 2nd Floor o Riachuelo tienen en sus locales colgadas a la venta las prendas que presentan estos días en los pabellones del edificio diseñado por el arquitecto Oscar Niemeyer. ¿Suena conocido? Es exactamente lo que hacen las marcas argentinas hace años: en este sentido, y todavía con enormes horizontes en cuanto a tecnología y desarrollo de industria textil, se puede decir que estamos bien posicionados en lo que a estrategias de venta se refiere.
En el primer día las transparencias dominaron la pasarela, elegidas para escotes infartantes y vestidos largos de siluetas insinuantes. La primera en desfilar fue la marca Lilly Sarti, que mostró prendas inspiradas en la naturaleza, criaturas fantásticas e historias del nordeste brasileño. Sus looks fueron en general effortless chic, sensuales y bajo la premisa de que menos es más. En colores terrosos mostró una colección armónica de principio a fin.
La marca Uma de Raquel Davidowicz cumplió 20 años en SPFW y mostró una colección unisex con looks playeros, deportivos y minimalistas. Tal como tiene acostumbrados a sus clientes, creó prendas atemporales y prácticas, para la vida en la ciudad o en la playa.
La firma Apartamento 03 apostó a la magia. El diseñador Luiz Claudio Silva realizó una colección que remitió al ilusionista húngaro Harry Houdini. Llevó pijamas de seda a la pasarela, pantalones babucha, faldas baloon con tiras para ajustar y fruncir.
El diseñador Ronaldo Fraga llevó la política a la pasarela: fruto de un viaje de dos meses por África y, tras conocer a varios refugiados, decidió rendirles homenaje y darles cabida. Diseñó piezas pensadas para hacer un llamado de atención, una crítica ante la intolerancia, tanto para los refugiados, a los que los países europeos dan la espalda, como para la intolerancia que también sucede en Brasil. Pero sin dejar caer en la melancolía utilizó colores vivos y alegres. A la par de modelos profesionales, cuatro hombres y una mujer refugiados fueron invitados a subirse a la pasarela.
Hubo un desfile que, al contrario del fast fashion de esta época, manejó su proceso creativo casi en cámara lenta. Es el de la diseñadora Paula Raia: su musa fue el paso del tiempo y las modelos mostraron la historia de cómo una prenda nueva es modificada a partir de sus usos, los años y la durabilidad de los materiales textiles. Presentó una colección impecable que le llevó un año de trabajo, en su tienda y fuera del circuito oficial.
En tanto, la ciudad de San Pablo tuvo carteles publicitarios por las calles que anunciaron Karl está entre nosotros. El diseñador de Chanel realizó una colección cápsula para la marca Riachuelo. Fueron 73 prendas con una fuerte bajada a producto, a la venta apenas finalizó el desfile. Pero el creativo más esperado no viajó: mandó a su asistente.
La moda en San Pablo sigue: hoy se presentarán Gloria Coelho, Amir Slama y Helo Rocha, entre otros. Brasil está sacudido por la economía y la crisis institucional, pero en mayo será anfitrión de un desfile crucero de Louis Vuitton, y está dispuesto a dar pelea para muchas más semanas de la moda.
Paula Raia:
Si el sistema de la moda tiene en la mira al fast fashion, Paula Raia apuesta a la moda slow. Su colección es anual y cuenta cómo el paso del tiempo afecta a los textiles. Sus prendas mostraron al principio del show prendas impolutas, para terminar con pasadas de ropa deshilachada y desgastada. Utilizó sedas fieltradas, tules de algodón y bordados. La mayoría de las terminaciones de sus prendas las dejó al corte (sin costuras), y presentó una sastrería impecable. La paleta de color fue del blanco al amarillento, y puso acentos con tonos como el durazno y el rosado. Una propuesta absolutamente chic y original, que trabajó con prolijidad y coherencia.
Lilly Sarti:
Fue la primera en desfilar. La propuesta de la marca de la diseñadora Lilly Sarti exploró el universo de la naturaleza y mostró looks con aires de un western safari. La silueta fue suelta e insinuante, con otras clásicas, pero de estructura soft que dejaron ver hombros y escotes pronunciados. Los materiales elegidos fueron sedas, lino, algodón, tul y tejidos a crochet, todos de mucha caída, que Sarti combinó entre sí con excelentes resultados y con una fuerte puesta a las transparencias. La paleta de color fue fría, en tonos pastel y terrosos, como el verde militar, beige, marrones, rosa, rojo carmín y celeste; todos muy desaturados. Una propuesta urbana, actual y effortless chic para una marca que crece.
Juliana Jabour:
A partir del documental Dogtown and Z-Boys, que cuenta la historia del skate en los años 70, la diseñadora Juliana Jabour creó una colección enfocada hacia el streetwear y el sportwear. Desfiló shorts, camperas deportivas, vestidos, remeras, faldas y camisas. Utilizó lino, algodón, denim, tul, georgette de seda y tafetas en colores vibrantes, y también en pastel. Dentro de sus estampados hubo figuras geométricas y muchas palmeras, estrellas y palabras en referencia a la vida surfer. Se destacaron los accesorios de denim y cuero, en bolsos grandes y carteras. La diseñadora de Belo Horizonte cumplió 12 años con su marca homónima, y vende en Tokio, Nueva York y Los Ángeles.
Lolitta:
Recortes, estampas, calados láser y mucho color fueron los protagonistas de una historia contada de la primera a la última modelo de la pasarela, en la que se observaron prendas con asimetrías, acentos en tonos neón y una muy buena calidad de confección. La diseñadora Lolitta Zurita Hannud usó la cromoterapia para mostrar una colección sobre la energía y cómo la luz se refleja en el cuerpo. Trabajó con el artista Marcelo Cipis, que hizo intervenciones gráficas y muy coloridas en vestidos y faldas, dos de las prendas dominantes de toda la serie. Los diseños más novedosos fueron los vestidos hechos con cintas gruesas de color atadas.
Karl Lagerfeld for Riachuelo:
La colección cápsula que diseñó Karl Lagerfeld para la marca Riachuelo tuvo cierta dosis de rock, con cueros, cadenas, tachas y guantes negros; una estética fiel a la del Káiser de la moda. Las prendas tuvieron estampas de la cara de Lagerfeld, y de ilustraciones de un gato, la famosa mascota del diseñador de Chanel. Así que la logomanía fue la excusa de la línea para Riachuelo. Hubo mucho animal print y un textil exclusivo: un pied de poule formado con pequeñas caritas del creativo. Una propuesta algo predecible y pop, ready to wear y también ready to buy: a la salida del desfile ya se podían comprar las prendas.
Apartamento 03:
El desfile buscó el misticismo, la magia, lo oculto. Quiso referirse a la ilusión del mundo de la moda. Así, el diseñador Luiz Claudio Silva llevó a la pasarela prendas amplias y cómodas; entre ellas, pijamas, babuchas, camperas bomber bien largas y pantalones anchos fueron algunas de las tipologías que realizó en seda, crepé y brocatos. También hubo prendas deportivas inspiradas en Harry Houdini, que en los años 20 solía ser corredor y nadador. El detalle más característico fueron las tiras que permitieron ajustar y fruncir las prendas a gusto. Hubo bordados de piedras y la paleta de color pasó por la gama de los azules, rosados y off white. Todo muy ilusionista.
Uma Raquel Davidowicz:
Atemporal y dinámica. Pero sobre todo, minimalista. La marca de Raquel Davidowicz presentó ropa para mujer y hombre, y mostró, una vez más, que en su ADN está lo urbano. Camisas de mangas amplias, joggins, monos, chaquetas y pantalones con bolsillos extra large fueron los highlights entre las tipologías. ¿Los colores? Celeste, visón, blanco, acentos en amarillo, negro y salmón. Uma también mostró propuestas de trajes de baño. Mezcló algodón, tejidos de punto y sedas con recortes funcionales que formaron looks conmemorativos de la historia de las dos décadas de Davidowicz en la moda.
Osklen:
El desfile del diseñador Oskar Metsavaht fue en su local en Vila Madalena, donde mostró una colección llena de estampados tropicales. Luego del desfile explicó a la prensa que su inspiración vino de una isla imaginaria, con plantas y flores sobre sedas, linos, sedas rústicas, viscosas y tricot de algodón reciclado. Presentó prendas frescas para hombre y mujer, para ser utilizadas en diferentes entornos, tanto para la vida de playa como en la ciudad. Hubo camisas estampadas, bermudas, monos, vestidos largos y prendas de mujer con detalles de bordados con piedras Swarovski. Una colección de mucho color, de espíritu alegre, con prendas que arman excelentes conjuntos entre sí.