Paula Selby Avellaneda: “En la Argentina no hay telas”
Paula Selby Avellaneda creó su marca House of Matching Colours hace 10 años; anteayer abrió su primer local en Palermo y, mientras vende al exterior, apuesta al mercado local
La diseñadora Paula Selby Avellaneda creó su marca House of Matching Colours hace una década y anteayer abrió su primer local en Palermo. Una creativa con dones tanto para el diseño como para los negocios; sus prendas se venden en varias ciudades de Europa, Israel, Dubai y también en el selectivo e-commerce de lujo italiano LuisaViaRoma. Se formó en las universidades más prestigiosas; entre ellas, la Royal Academy of Arts de Antwerp, Bélgica. Vistió a músicos como Peaches y Beyoncé, y mientras sus amigos de la facultad hoy trabajan en Balenciaga, ella apuesta a crecer en el país.
–¿En qué momento estás de tu carrera?
–Estoy por abrir mi primer local y no lo puedo creer. Es un paso gigante, y quiero mostrar mi colección en todo su potencial. En pleno proceso de crecimiento, mi proyecto es también llegar al interior, ser más fuerte en e-commerce y continuar haciendo vestidos de fiesta y de novia a medida, que son un pilar muy importante para mi empresa. También tengo una nueva línea de productos: aquellas prendas que realmente sueño con usar todos los días, como unos vestidos que tienen cinco formas de usarse. Sigo con la exportación y con la relación con el exterior. Fui seleccionada por segunda vez para viajar al Festival de Hyères, en Villa Noailles, Francia. Es un evento que dura un fin de semana y donde están todas las cabezas de la moda, que con mucha generosidad dan consejos a los diseñadores que ganamos el concurso. El primer año estuvo Yohji Yamamoto, que me aconsejó hacer ropa suelta. Este año va a estar Julien Dossena, director creativo de Paco Rabanne.
–¿Cómo empezó tu marca?
–Tuve la suerte de tener compañeros de la facultad que abrieron un local multimarca en el barrio Le Marais en París para apoyar el diseño emergente. Ellos me invitaron a mostrar mi colección. A la vez conocí unos buyers de una boutique multimarca que se llama Florence Deschamps, que me compraron mi primera colección y lo siguen haciendo hoy, siempre me apoyaron.
–Viviste en Europa sola muchos años. ¿No pensaste en quedarte y crecer con tu marca allá?
–No, porque espero que los problemas de la Argentina se solucionen. Me encanta vivir acá. Cuando me fui con mi caniche bajo el brazo estaba chocha, pero sabía que iba a volver. Vivir afuera es durísimo. Mis compañeros de Bélgica hoy trabajan en Balenciaga, el nuevo director creativo Denma Gvasalia era alumno de mi facultad y convocó a muchos, pero yo siempre quise tener mi marca y mi concepto de Buenos Aires al mundo. Y además creo que hoy no importa donde uno esté, todos estamos conectados.
–¿Cuál es la fórmula para exportar diseño de autor?
–Creo que si contactás a las boutiques multimarca por tu cuenta podés llegar a venderles. Me parece que si sos un diseñador y tenés una presentación bien hecha con fotos que tengan un lenguaje internacional, y si tenés talento, claro, para presentar un concepto original, podés directamente contactar a las boutiques de afuera por tu cuenta. Les mostrás lo que hacés y si les gusta te compran. Son muchas las boutiques que buscan novedades, y para mí el producto de los diseñadores argentinos es superinteresante para un montón de gente. El imaginario argentino tiene su charme.
–¿Cómo ves el mercado de moda internacional?
–Te diría que está cambiando de forma demasiado extraña y muy inestable. Es un mercado enorme, y hay miles de diseñadores. Lo que la gente quiere una temporada no es para nada lo que quieren en la siguiente, y vos tenés que pensar si tu colección está bien encaminada. Puede pasar que creas que te está yendo bien porque te están comprando, pero si cambia la tendencia, la cultura o la forma de pensar no hay nada que te asegure el éxito. Podés tener una buena agencia de prensa, un producto de muy alta calidad y un lindo showroom, pero, a la vez, estás compitiendo con muchísimas marcas y te tienen que elegir a vos. Por otro lado sucede que las boutiques grandes te compran porque sos diseñador emergente, pero lo hacen para que tus prendas decoren sus locales, no porque compran tu concepto y quieran vender tus prendas.
–¿Qué te parece la industria textil local?
–Producir acá es tremendamente difícil. Me pasa con mi marca y también en otros colegas que venden al exterior. En cambio, producir en Europa es muy fácil. Podés llegar a los mínimos que te piden, comprás telas a un proveedor y toda la logística está organizada para que la compra sea un placer. La verdad es que en la Argentina no hay telas. Si pienso en cuáles son las que uso todo el año y estoy segura que consigo deben ser cinco, no más. Los avíos tampoco existen. Si quieren competir en serio, tienen que solucionar esto.
–¿Y qué feedback tenés con respecto a los precios?
–Una vez que pasás un precio a un buyer no podés cambiárselo porque subió el dólar o porque tu proveedor te los cambió a vos. Te la tenés que aguantar. Yo trabajo mucho con cuero, y me pasa que los vendedores por momentos no quieren vender el stock que tienen porque prefieren especular con que en unos días va a valer más. Afuera nadie te lo va a aceptar, no entienden que de una semana a otra los precios cambien, del mismo modo que no aceptan que entregues tarde los pedidos.
–Te manejás con un perfil bajo en un ambiente que tiene mucho show off.
–No me sentiría cómoda pretendiendo, pero no puedo criticar a los que les divierte comportarse así. Si bien viajo y vendo afuera no quiere decir que tenga aires de nada, la verdad es que es tan frágil todo… Me puede ir bárbaro hoy y mañana pésimo. Ni siquiera sé qué es que te vaya bárbaro. Yo sólo tengo suerte y me encanta lo que hago.