Patricia Fraccione: “La facilidad de saber qué se usa”
Fue modelo y viajera. Es madre de cinco hijos y dueña de una de las marcas más exitosas del país. Y siguió viajando y poniendo pasión en todo lo que hace
La oficina de Patricia Fraccione deja ver árboles, plantas, un estanque. Adentro, un living para la charla y una mesa de corte, repleta de telas, muestras, revistas, tijeras, papeles. Y detrás, una biblioteca y un panel de corcho donde se repite el collage creativo de fragancias, pantones, fotografías… Es la cocina de dos de las marcas más exitosas del mercado: Cheeky, para chicos, y Como quieres que te quiera, para chicas grandes. Que está por cumplir 20 años y preparan una sorpresa: a fines de octubre, una fiesta que dará que hablar, en sintonía con el perfil solidario de la empresa.
–¿Todo te inspira?
–Esto es un 99% visual y un 1% emocional. Cuando empecé miraba sólo la ropa. Con los años empecé a ver todo: un perfume, una toalla, una servilleta. Después va todo a una coctelera y sale esta explosión de color. Amo lo que hago, pero trato de mirar fríamente, para que le llegue a todo el mundo. Lo que a mí me emociona capaz no te emociona a vos. Por eso Cheeky duró tantos años…, y puedo hacer varias cosas a la vez, ponerme el chip de una marca y después el de la otra.
–¿Qué cambió en estos años?
–El cambio más importante es cómo se ha acercado la ropa de niños a la de adultos. Yo me acuerdo que siempre dije nunca voy a hacer un taco para un chico. ¡Ni loca! Y hace dos años hice plataformas. Hoy, los chicos tienen tanta información que llegan a la ropa de adultos mucho antes. Hicimos una cosa lógica, siempre cuidando que no se lastimen, y se venden una barbaridad, ¡se despachan! Los hijos de los famosos son referentes. Tienen que ver las redes sociales.
–¿Qué cosa no harías?
–Nada, aprendí que nunca digas nunca. Si trabajás a conciencia y hacés una colección en la que todo tiene que ver con todo podés poner telas diferentes, animarte. Antes usaba sólo algodón. Ahora se usan telas con cierta fibra que dan otra caída, permiten una estampa con más luminosidad, telas que no encogen y duran más. Cosas más prácticas, porque hoy la mamá no lava a mano ni loca. Todo va al lavarropas.
–Empezaste hace 20 años diseñando ropa para tus hijos. ¿Siguen cerca de la empresa?
–Empecé cuando había una sola marca para chicos, todo rosa y celeste. La comodidad de la no competencia. Y ahí nació Cheeky, de ver en mis viajes que había otra forma de vestir a los chicos, más divertida. Yo tenía tres hijos y estaba por nacer Belén. Ahora estoy esperando que lleguen los nietos. Mientras crecían fui viendo lo que les gustaba, la forma en que vivían la ropa. Y todos salieron creativos. Este panel lo hice con Eliane, mi hija más chica, que está afuera estudiando diseño. Nadine está haciendo una marca de ropa por Internet, The Coco Room. Belén estudia diseño gráfico y trabaja acá en marketing. El varón hace teatro, escribe. Denise estudió gastronomía. Vivieron creación, color. Cuando hay pasión uno puede hacer esto y mucho más.
–No hay cosa peor que salir de compras con una chica de 13.
–Por eso nació Como quieres… Primero me llegó a mí la desesperación un día en el shopping con dos de mis hijas sin encontrar dónde comprarles ropa para un cumpleaños de 15. Recorrimos el shopping y terminamos llorando: las mato… o ¿qué hago? Hago una marca para chicas en pleno cambio. A partir de los 12, 13 años viven su vestimenta de una forma distinta. Forma parte de su personalidad.
–Y ahora que tus hijas crecieron, ¿no te dan ganas de diseñar para más grandes?
–Eso ahora lo hace Nadine, y le sale muy bien. Sí haría varias cosas más para Cheeky, pero estamos un poco haciendo la plancha, no arriesgamos mucho, porque tenemos 1000 personas que viven de nosotros. Pero si tuviera que vestir a la mujer, lo haría con lo que se usa. Me gusta la ropa relajada. Soy feliz con pantalón boyfriend y un suéter.
–¿Las madres argentinas siempre priorizan a sus hijos?
–La mamá argentina consume mucho en sus hijos. En Europa y Estados Unidos, primero se compra la mamá. Las ves con Celine o Versace, y al nene con un jogging. Acá se regala mucha ropa en los cumpleaños y los abuelos compran también.
–¿Algún producto especial?
–El oso. Es un ícono, tiene historias preciosas. Hubo un año en que no pudimos venderlo, y no se podía creer la desesperación de la gente: mi bebe hace dos días que no duerme, se nos perdió el oso...
–¿Qué aprendiste en tu etapa de modelo?
–Trabajé de modelo porque me pagaban muy bien. Pero lo que más me gustaba a mí era meterme adentro de los ateliers de los diseñadores. Recuerdo las mesas de trabajo de Fabián Kronenberg y Roberto Piazza: ¡eran Disney para mí! Mezclaban las telas, trabajaban tres días con un vestido, le ponían el alma y para mí era mágico.
–¿Un balance de dos décadas?
–Un gran crecimiento que por suerte para mí fue inconsciente porque, si no, no habría disfrutado tanto. Lo lindo es cuando uno tiene el alma en lo que hace y le gusta. Juntamos a diez chicos que fueron los modelos del comienzo, y hoy tienen 20 años, y los fotografiamos junto con sus retratos de bebes. Y ¡guau! ¡Cómo pasó el tiempo! Son chicos con los que compartimos mucho, viajamos con la familia a Marruecos, China, Estados Unidos, Rusia. Un disfrute. Esta es una empresa familiar que siempre trató a la gente de manera familiar. Cuando uno trabaja con ganas y sentís lo que hacés, todo es fácil y lindo, aun en los peores momentos.
OBJETO QUERIDO: Un ranario
. En los estantes se ven varias ranas. "Soy de Tres Arroyos, y de chicos jugábamos a buscar sapitos y ranas para que nos dieran suerte. Tengo cientos. Me regalan y traigo de cada viaje"
lanacionar