Original. Ropa hecha con mimbre
¿Es posible hacer ropa con mimbre o incorporar este material vegetal, ramas de un arbusto, en una pieza textil? En un rato el diseñador formoseño Mauro Pesoa demuestra que sí, y estrena sus piezas por primera vez en la pasarela.
Pertenece a una generación que ve en la moda la oportunidad de construir un mundo mejor. Del imaginario de su infancia, adoptó una cruza de saberes entre tradicionales y tecnológicos para dar forma a su propia identidad. Y perseveró en sus ideas, a pesar de las negativas que fue encontrando en el camino ¿Ropa con mimbre? Sí, un material poco convencional que sentó las bases conceptuales de una marca que expresa un modo local de entender el diseño. La pasarela Autores de Moda BA será la primera presentación del diseñador en Buenos Aires.
–¿Qué recordás de tu infancia?
–Mis primeros recuerdos son de la mimbrería de mis abuelos en Rosario, donde nací. A los 6 años me fui a vivir a la ciudad de Formosa, lo que significó un gran cambio. Mi papá, que es ingeniero electrónico, había conseguido trabajo y ahí nos fuimos los cuatro integrantes de la familia. Me encontré con otro clima, otro paisaje, otra gente; hasta se escribía diferente. No teníamos todo lo que necesitábamos, pero entre todos construimos la casa. La mimbrería fue, muchas veces, la que nos aseguraba el plato de comida de la noche.
–¿Cómo llevaron el oficio de Rosario a Formosa?
–Al ver que en nuestro nuevo lugar no existía ese material, mamá investigó con otros, pero las fibras eran secas y se quebraban. La familia que había quedado en Santa Fe nos mandaba el mimbre por encomienda.
–¿Cómo es la trazabilidad de esta fibra natural?
–El cultivo del mimbre en Argentina está en manos de familias productoras. Las plantas crecen en humedales, por lo que no desgasta el suelo. En la cosecha se cortan las ramas y la planta sigue viviendo. El oficio es milenario, pero se fue perdiendo porque es muy sacrificado y por las versiones artificiales. Cuando llegaron las imitaciones en plástico a los supermercados, se dejó de producir a escala, solo unos pocos siguieron. Los abuelos de mi mamá trajeron el oficio de España. El abuelo, que también era luthier, aplicó sus conocimientos en tinturas para madera. Y sus saberes se mezclaron.
–¿Cuándo nació tu interés por la indumentaria?
–Lo tuve desde siempre. De chico rompía las sábanas para hacerle ropa a mi hermana. Todo a escondidas de mi papá, que no veía con buenos ojos mi interés en la moda. Le preocupaba que no pudiera ganarme la vida. Me fui solo a Rosario, a estudiar en un colegio industrial. Sufrí bullying porque era diferente, tenía otra sensibilidad. Pero yo amaba el colegio. Gracias al título técnico pude conseguir una trabajo en una fábrica, lo que me permitió sustentarme y estudiar la carrera de diseño de indumentaria.
–¿Cuándo consideraste aplicar el mimbre a la ropa?
–El momento de quiebre fue cuando regresé a Formosa. Mi mamá me pidió ayuda para participar en una feria. Sin querer, fuimos modificando los diseños, algo que despertó el malestar en los artesanos locales porque vendíamos más y no era una artesanía propia de la provincia. Como no queríamos discutir, decidimos buscar juntos otros caminos. Yo no entendía la naturaleza del material, y mamá no entendía las morfologías. Fuimos aprendiendo el uno del otro. La primera colección que hicimos juntos se llamó Umbilical (2015), en honor a esa relación.
–¿Cómo se trabaja con un material con propiedades tan distintas a las de un textil?
–Las fibras de mimbre son súper maleables cuando están húmedas. Las primeras prendas sentaron las bases de la identidad de la marca. Los conceptos rectores dieron lugar a un imaginario muy local, vinculado con los saberes compartidos. Fue la primera vez que pasaba algo así en el NEA. Luego me fui encontrando con otros diseñadores que atravesaban por un proceso similar, estábamos buscando nuestra propia manera de hacer las cosas. La marca fue madurando. Para esta última colección usé mimbre blanco, que es el más joven. Trabajé con pequeñas piezas que resultan sonoras con el movimiento.
–¿Cómo es la colección que subís a pasarela hoy?
–Se llama Oficio Ancestral y está inspirada en las personas que antes pasaron por donde estoy parado ahora. Recorre una serie de personajes vinculados con el universo de la mimbrería: ropa y accesorios para la casa y el trabajo. Las mujeres repartían los productos, dado que antes solo los hombres tejían. Llevaban una vestimenta especial que las protegía de los pinchazos, con unas cintas muy largas en las mangas con las que iban atando los bolsos. Los cargaban en la espalda y en los brazos, y así caminaban kilómetros. En la pasarela, cada personaje tendrá su máscara. Esta colección es para hombres y mujeres.
–¿Qué telas elegiste?
–Textiles que llegan del Chaco, de la Cooperativa Inimbó. Son ecológicos, cultivados sin agrotóxicos. Los combiné con Ao Po'i, un tejido muy fino, de Paraguay, que es producido por familias que conservan máquinas y técnicas antiguas con las que crean piezas únicas de 60 cm .de ancho. Además, la pasamanería de la colección está hecha a mano y reutilicé cierres de descarte.
–¿Identificas a un consumidor que valora estas elecciones?
–Quienes se acercan a la marca valoran la historia. El mimbre es un material nostálgico. Siempre nos acerca algún recuerdo familiar; el moisés, por ejemplo. Cuando nacemos nos ponen en uno, así fue conmigo, con mis padres y mis abuelos. Tengo varias líneas de producción, desde muebles a accesorios de moda, pasando por piezas artísticas. En mi taller en Formosa también enseño el oficio. Existen consumidores que están dispuestos a pagar por un producto distinto del que solo existe un ejemplar.
–¿Cómo es el proceso?
–En esta oportunidad incorporé un código QR en las etiquetas. El escaneo de las prendas te da información en imágenes acerca de cómo y por quienes fueron hechas y el origen de los materiales. Acá está presente todo lo técnico que estudié y me gusta. También la influencia de mi papá, después de todo, también conviví con ese mundo de la ingeniería electrónica.
–¿Qué planeás para el futuro más próximo?
–Estoy desarrollando un proceso para desfibrar el mimbre y convertirlo en un textil que pueda incorporar fibras tecnológicas, como las térmicas. Estamos en pleno proceso de investigación. Diseñar es pensar antes de hacer. Ver qué materiales podemos conseguir en nuestro entorno, indagar en su procedencia, conocer a quienes lo producen. Los diseñadores somos factores de cambio.