Moda sin género
La libertad de los millennials le da impulso al nuevo concepto de unisex y se redibuja un espacio neutro en el que lo femenino y lo masculino conviven sin necesidad de definirse
El futuro de la moda desembarcó en el presente, y tiene un nombre propio: genderless. A tono con los cambios sociales que se vienen dando en relación a la igualdad entre los géneros, la moda responde con una nueva estética en los guardarropas, que no implica travestir a los hombres ni masculinizar a las mujeres, sino identificar el punto en donde ambos sexos confluyen, y fomentar un espacio estético en donde cada cual pueda sentirse libre.
A tono con esta tendencia, Zara lanzó este año su primera colección de ropa unisex bajo el nombre Ungendered, conformada por prendas de líneas sencillas sin diferencia de talles para uno u otro sexo. Por su parte, firmas como Gucci, Prada y Givenchy dejaron en claro que la moda sin género no tiene que ser necesariamente minimalista. En sus últimas colecciones combinaron ideas contrapuestas, como lo romántico y lo kitsch, con resultados impecables. Además, los modelos masculinos fueron introducidos en los desfiles de ropa femenina, vistiendo prendas de color rosa y verde menta, bordados delicados y telas históricamente femeninas, como el encaje y el satén. Las chicas lucen cabezas rapadas y los chicos rostros lampiños de pieles impolutas. Incluso fueron un paso más allá al darle gran protagonismo en la pasarela a modelos transexuales como Andrej Pejic, Lea T. y Hari Nef.
La pata local
En nuestro país, la marca Complot ya se hizo eco de esta tendencia al lanzar en la última temporada una colección cápsula denominada Unisex.
Laureano Mon, consultor de tendencias, sostiene que “las marcas ya no tienen la posibilidad de proponer identidades estandarizadas, sino que tienen que acompañar los cambios que vienen ocurriendo en la conceptualización social, etaria, y de género de los consumidores. Esta tendencia global representa un gran desafío para la industria de la moda, porque ya no tiene la potestad de predefinir las identidades de sus clientes, decirles qué tienen que usar. Las nuevas identidades son reversibles y las marcas deben responder a ese constante movimiento en el que están inmersos sus clientes en relación a lo que son y cómo se ven. Tienen que colaborar en esa búsqueda permanente”.
Uno de los voceros de esta tendencia en el panorama nacional es Emiliano Blanco, director de la firma Kostüme. Blanco afirma que esta forma de vestir compone la identidad de su marca desde el origen, y que su propuesta “no es igualar a los hombres con las mujeres, o que las colecciones sean neutras para que funcionen en ambos sexos, sino darles un carácter propio que los diferencie del resto. Nuestra idea es correr el límite de lo establecido y proponer una diferencia real, no sólo por la ropa en sí, sino por el espíritu que Kostüme desarrolla”.
Un estilo reinterpretado
La conceptualización del género viene cambiando desde que Coco Chanel revolucionó el vestuario femenino, a comienzos del siglo XX. Otros, como Yves Saint Laurent en los 60 o Calvin Klein en los 90 se han animado a reformular la idea de un vestuario unisex, apostando a siluetas mixtas y andróginas. Pero recién en la actualidad el experimento está dando indicios de no ser sólo un gesto excéntrico sino una tendencia que va de la mano de cambios sociales más profundos, y que la industria de la moda está dispuesta a recibirla con los brazos abiertos.
No se trata de introducir un pantalón masculino en el armario, al mejor estilo Annie Hall, para apropiarse de esta nueva tendencia, sino de una reinterpretación de los conceptos de hombre y mujer como modo de clasificación, por lo que tiene más que ver con una cuestión sociológica que con las prendas que usamos.
En este sentido, los millennials son los grandes protagonistas de estas transformaciones. La mentalidad de los más jóvenes es inclasificable tanto en términos estéticos como sexuales, y eso los convierte en un desafío permanente para la industria.
Los referentes de la nueva generación –como Miley Cyrus, Harry Styles y Tavi Gevinson– juegan con la ambigüedad y evaden cualquier intento de encasillamiento. Celebridades como Jared Leto y Kanye West se pasean con prendas femeninas de Céline o Gucci, y el líder de One Direction usa jeans de una firma femenina “porque le sientan mejor”.
En una época en donde se pone en cuestión el celeste para los nenes y el rosa para las nenas, en donde los jóvenes no sienten la necesidad de definirse sexualmente, sino que promueven la experimentación y la libertad de acción, la industria se muestra a tono con el síntoma de los tiempos modernos al recibir y acompañar con entusiasmo esta nueva propuesta.