Mariana Cortés: “Las sutilezas son parte de mí”
La creadora de Juana de Arco, la marca con colorida identidad textil, con dos locales en Japón, habla de sus comienzos, su estilo, su evolución y su alianza con Grimoldi
El mundo de Mariana Cortés (42 años), creadora de Juana de Arco, es mágico. Para llegar a su estudio de Niceto Vega y Bonpland hay que atravesar un pasillo largo lleno de cuadritos y piezas de arte que remiten a lo esencial de la marca. Nacida en Arribeños, sencilla e interesante, Mariana cultiva el perfil sótano; estudió en la UBA y después siguió con cursos de moldería en el Cetic. "Arranqué con biquinis, los vendía en la playa. Empecé a hacerlos con materiales no convencionales: neoprene, lúrex... Iba a Once y recorría y buscaba. Sigo yendo. Cuando me quiero inspirar voy a Once, ahí está el termómetro del país. Ahí está el mercado, ahí me conecto con la realidad", cuenta junto a su mate, sentada frente a un tablero de dibujo desde donde le da forma a una estampa original que cambia y se moldea todas las temporadas. Más de la mitad de su colección la exporta a Japón, donde tiene dos locales: uno en Tokio y otro en Kyoto. Acaba de hacer una alianza con Grimoldi para hacer zapatos. "Son diez modelos, incorporé patch y colores dentro de las hormas de la línea Stitchting. La alianza se llama Buen Viaje, porque en Arribeños cuando salís –como en muchos pueblos de la provincia de Buenos Aires– está esa inscripción. Además, los zapatos te habilitan al viaje".
–¿Es complicado trabajar acá?
–Siempre hay desabastecimiento de géneros. A veces llegan de China, otras no. Pero las crisis siempre me dan la posibilidad de ser más creativa. Me da rabia, pero pienso y me gusta, porque busco crear otra cosa. Juana siempre muta. Y mejor si se acaba porque lo vuelvo a cambiar. Trabajo mucho desde lo pictórico, el color, con algodón y Lycra.
–¿Qué tal las clientas japo?
–Me re nutren. Abro la compu y me encuentro un mail. Están abiertas las 24 horas. Hay 20 corners. Una vez por año voy. Es una relación re emocional. Son muy detallistas, muy vuelteros. Yo nunca firmé un contrato. Hace años que trabajo con ellos... y jamás tuve un problema. En Tokio, en Omotesando, también ví pasar mucha gente con mi ropa. Me acuerdo haber visto pasar una vez–en una parada de trenes– un pantalón amarillo mío que vibraba. Fue genial.
–Una aguja en un pajar...
–Sí. Son geniales. Voy a local, que está a una cuadra del de Isabel Marant, y las clientas me vienen a visitar. Hacen eventos, vienen las fans vestidas de Juana, traen regalos...
–¿Y te sentís un poco estrella? Acá tenés un perfil muy bajo...
–Sí, me da vergüenza. A lo mejor tengo más ego. No me gusta mentir ni hacer un personaje mediático que no respalde lo que hago. Me gusta ser histriónica, soy como ocurrente, tengo que tener mucha confianza. Me gustaría hacer teatro.
–¿Japón redondeó el negocio?
–Sí, estoy allá desde 2005. Logré el respaldo desde lo económico y estético. De allá saco mucha información. Lo mejor del mundo lo encontrás allá. Tienen todo París ahí...¡hasta tienen una Torre Eiffel! Ellos valoran Juana de Arco.
–¿Cómo definís tu marca?
–El color es anecdótico, sí es una característica. Los textiles son originales, siempre que los elaboro hablo de un tema, los sitúo en un lugar, cuento una historia. Todo eso a los japos les encanta...
–¿Usaron la camisa con la cara de Papa Francisco, la que creaste hace unas temporadas?
–Sí (risas). Me pasa algo con lo mediático y lo tengo que decir. Lo siento así. Como cuando estampé choclos en plena crisis del campo. Un poco publicitario. Lo textil trasciende las imágenes.
–¿Hacés todas las estampas?
–Sí, sino busco una alianza con artistas, amigos, alguien que tenga algo para contar, gente cercana. Me gusta dar espacio a gente que está, que tiene la misma onda...
–¿Por qué Juana de Arco?
–Volvía en una traffic desde Arribeños y lo único que pensaba era ponerle el nombre de una mujer.Y surgió Juana de Arco. A mis amigas del pueblo les encantó. Ellas fueron mis primeras clientas.
–¿Sólo ropa? ¿Una línea casa?
–Hice una línea de casa, con manteles. Tuvimos que cerrar un poco el círculo, porque sino no parás. ¿Conocés la rata? Es un muñeco que era el que yo tenía cuando era chica. Yo soy rata de Escorpio. Y lo vendemos, es lindo...
–¿Te va bien? ¿Ganás plata?
–No me quejo. La verdad es que siento que podría ganar más. No entiendo cómo a veces no se termina toda la colección de golpe. Si yo me encontrara con un local como Juana me compraría todo.
–Muchas veces te repetís a vos misma...
–Puede ser. Yo quiero que quede eso. No quiero ser otra que no sea Juana. Esa es mi identidad. Me copiaron alguna vez y dejé que lo hicieran. Aprendí a partir de eso a hacer mis propios textiles. No quiero ser otra. Quiero ser desde la sutileza de las estampas (que por ahí no se ven) yo. Variar la misma trama de ñandutí, sutilezas que hablan de lo mismo. Las sutilezas son las ramas de mi propio árbol. Cada cual es un árbol. Lo tengo como algo pendiente, intente hacer un pantalón negro, pero no me funcionó. La gente no quiere eso de mí. Lo intenté...