Manuela Rasjido: "Mis prendas deben tener alma, poesía"
De su tierra, los Valles Calchaquíes, y de las culturas antiguas resignifica elementos para vestir a las mujeres con arte. Piezas únicas, personales, que se verán en pasarela el próximo lunes
Manuela Rasjido viste mujeres inspirada en su lugar en el mundo, Santa María, Catamarca, donde nació y aún hoy vive. Abre la ventana, respira hondo y se deja conmover por el paisaje: "Las montañas de colores y atardeceres con luces cambiantes, los campos sembrados, con el rojo intenso de los pimientos secándose al sol, los amarillos del maíz y los mil distintos tonos de verde, la corteza de los árboles, los ríos secos y también las culturas del pasado, con rastros sutiles de alguna escritura antigua en la piedra", explica.
En Buenos Aires, Rasjido será la figura de peso en la Ciudad de la Moda. Como sus diseños tienen mucho de arte, su desfile se realizará en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (el lunes próximo, a las 19, en San Juan 350), el mismo día en que será distinguida como Personalidad Destacada de la Cultura.En la pasarela se verán formas geométricas de la cultura wari resignificadas en rojo y negro. También llevará a la tela la luz y el silencio de la Puna, con tonos celestes-grisáceos y azules calmos, y una mixtura personal oriente-occidente, con kimonos y morfologías andinas. Y habrá grafismos y simbologías de las culturas aguada y condorhuasi de Catamarca, en fucsias, rojos, amarillos. "Siempre es un desafío trabajar con un material y exprimir sus potencialidades al máximo... y descubrir que nunca se terminan", reconoce.
–¿Cómo conviven en vos la artista plástica y la diseñadora?
–De un modo muy natural. Este métier de artista plástica y diseñadora se fusiona permanentemente. Trabajo con el mismo concepto en ambas disciplinas. No puedo dejar de recordar a mi abuelita. Ella era una excelente modista y desde niña pasaba mucho tiempo en su taller. Mi madre, que era maestra, me dejaba a su cuidado cuando se iba a la escuela. Imbuida en ese clima de hilos y telas, hice los primeros vestiditos para mis muñecas a los ocho años, por lo tanto creo que primero fui diseñadora.
–Contame sobre tus comienzos.
–Cuando terminé el secundario en Santa María me fui a estudiar a Tucumán la carrera de Letras. Algunos fines de semana, cuando venía a casa me hacía alguna prenda para mí y cuando mis compañeras la veían, me pedían que les hiciera alguna para ellas. Sabían que iba a ser algo diferente y original. Luego vinieron viajes de investigación y conocimiento por países de América, África y Europa. Recorrí lugares sumergidos en el tiempo en el cordón andino, donde se conservaban el uso de técnicas precolombinas del hilado, teñido, bordados y diversos tipos de telares. Me enriquecieron mucho esos viajes, y fueron disparadores que estimularon mis sentidos y mi intuición hacia un perfil artístico en la producción de mi indumentaria. Quise trascender el aspecto folk per sé. Busqué crear piezas que tuvieran una fusión conceptual que hablara de la historia de mi lugar con un lenguaje propio.
–¿Cómo es el desarrollo tus prendas?
–Comienzo por la elección del vellón. Luego viene el hilado, que es acorde al tipo de prenda que tenga en mente realizar. Una vez lavado ese hilo, viene la tarea que más me apasiona como es el proceso del teñido, tarea que no delego absolutamente a nadie. Es algo muy personal, como tener una paleta de colores para pintar un cuadro. Empleo las técnicas del hilado con huso, el tejido en telar horizontal y los teñidos naturales. También rescaté un bordado antiguo que tiene una textura aterciopelada, como la suavidad de un musgo, a la que le llamo textura lingüística. Ronald Barthes dice: un tejido se lee tanto en su trama interna como en sus intersticios, a la manera de un texto. Es notable advertir cómo una hebra de lana vertical, otra horizontal van trabándose entre sí y de ese modo articulando el espacio. Ese es el espacio-tela, casi mágico, sobre el que trabajo.
–¿Cómo llevás las culturas antiguas a la moda?
–Mi obra lleva implícito lo antropológico, lo étnico, lo arqueológico, pero la búsqueda apunta hacia una rigurosidad estética en el tratamiento del color, las texturas, las formas, cuya lectura resulta contemporánea y universal. La moda es, por su naturaleza, un medio cambiante. Mi aporte fue encontrar una expresión de lo permanente en nuestra identidad agregando el arte al lenguaje de la moda, donde las técnicas primigenias que uso muestran constantemente que son muy vitales. Para mí la moda también puede ser arte y por lo tanto una forma de expresarme diferente, especial. Concibo la moda no como algo que cumple solamente la función de vestir. Mis prendas deben tener un alma, una poesía, una riqueza artística o cultural, porque siento que el alma y el espíritu del ser humano lo necesitan.
–¿Cuál es la magia de vestirse con arte?
–Todo en la vida lo hice con mucha pasión. Esta pasión me remonta a mi niñez con callejones de tierra, perfumados de poleo y jarilla, a una gran casona rodeada de potreros sembrados y enormes algarrobos, aquí en Santa María, donde nací. Esa vida profunda, de pueblo de provincia, en la que había tiempo para contemplar las estrellas, las montañas de colores, el río, y también las culturas del pasado, contribuyeron a mi cosmovisión artística. Es posible que se encuentre allí la magia de vestirse con una prenda hecha por mí.
OBJETO QUERIDO . "La máquina de coser fue de mi bisabuela Ursula, y en ella cosía luego mi abuelita Manuela. Es herencia familiar", dice Rasjido.