Habla rapidísimo y hace un zapping frenético de temáticas. Su idioma oficial es el spanglish y, a cada rato, hace playbacks de las canciones que suenan en su parlante portátil siempre encendido. No suelta el celular, registra imágenes de todo y las comparte, se mueve siempre acompañado por un séquito de gente –pareja, fotógrafo, estilista, asistente, amigos– y por 124 mil seguidores que le comentan cada una de sus muchas y desopilantes instastories diarias. Viste chaquetas, usa hombreras, no se quita las gafas oscuras nunca, ni las gorras militares, boinas o sombreros, calza-bucaneras y alterna entre leggins y faldas. Como diseñador de alta costura, conserva el espíritu ochentoso, lo barroco y la exaltación de la silueta. Sin embargo, en el atelier le baja algunos decibeles al tono a la extravagancia de su estética personal. Creó un estilo que logró llamar la atención de celebridades internacionales como Katy Perry, Britney Spears y Lana del Rey. Oriundo de Ushuaia, radicado en Buenos Aires desde hace una década, volvió a su ciudad natal –donde recuerda haber sido incomprendido– para presentar la colección Bulletproof.
–¿Cómo surgió esta idea?
–Cuando me convocaron, estaba viajando en tren de Salzburgo hacia Roma. Venía de un momento muy estresante y me pareció una superidea. Era volver a casa, llevar mi colección a Ushuaia fue como hacer un efecto boomerang. A la gente le encanta porque sabe que yo pasé de chico sencillo a diseñador exitoso.
–¿Cómo creaste la colección?
–Esta vez me propuse hacer realmente lo que me gusta, dejar de buscar inspiración en algo lejos e ir a algo bien mío, recuperar una cosa muy Artemis, de mi infancia: esa devoción por el estilo de los años 80. Con esta situación medio Xuxa, de los moños y las mangas; de la inspiración que me generaba mirar Dinasty. Quise ser yo mismo, no buscar tanto. You ever you want, man.
–Hay prendas masculinas, no es lo que hacés habitualmente. ¿Las trabajás con un concepto diferente?
Llevar mi colección a Ushuaia fue como hacer un efecto boomerang
–Yo nunca parto de la idea de si un diseño es masculino o femenino, pero cuando quiero hacer algo para un hombre pienso mucho en mí, entonces lo termino y digo: ay, quedó reyo. No es mi nicho, lo incorporo para enriquecer la colección.
–También incorporaste plus size. Al hacer diseños a medida, debés tenerlo muy trabajado...
–Total. Tengo muchas clientas con talles y formas no convencionales. A veces vienen chicas con cuerpos rarísimos y ahí sale el diseñador en serio. Ese es el verdadero desafío, porque vestir un manequí es facilísimo. La idea fue incluir.
–¿Hay un perfil de mujer que compra Artemis?
–Hay varios. Visto nenas de ocho años para la comunión, chicas de quince, egresadas, clientas que se casan. Las que vienen es porque encuentran todo muy estándar para ellas en los locales, quieren algo diferente. Me piden algo y yo lo interpreto a mi manera, pero tomo lo que ellas me plantean. No las llevo a determinada silueta que yo quiero, trabajo sobre sus ganas.
–¿Tenés clientas o fans?
–Es una combinación: mis diseños por un lado; y yo por el otro. Siento que no hay otra persona que haga lo que yo hago: "Es diseñador, hace cosas increíbles y encima te morís de risa con él". Soy como un combo McDonald’s.
–¿La diversión forma parte de la etiqueta Artemis?
–Sí, mis clientas quieren estar con un diseñador que las haga sentir, que les dé felicidad. Yo entrego un vestido y en el mismo acto cierro todo un proceso interesante y entretenido. Por eso cosechamos una relación. Nunca se borran del mapa, siempre nos seguimos hablando.
–Abriste un local a la calle en Palermo, ¿Qué te aportó?
–Educación. Vengo de hacer todo a medida y el ready to wear es otro universo. Es trabajar con otros talleres, otros tiempos, con otra moldería. Aprendí un montón.
–¿Por qué cerró tan pronto?
–Porque hubo una tensión entre la sociedad y los participantes. No fue un tema comercial. Duró entre septiembre y febrero, y vendimos el 60% del stock, está perfecto. Pero no nos poníamos de acuerdo.
–¿Creés que el prêt-à-porter no es lo tuyo?
Mis clientas quieren estar con un diseñador que las haga sentir, que les dé felicidad.
–No lo sé todavía. Puedo volver a emprender un local, pero tomaría decisiones diferentes. Por ahora mi nicho es este, generar ideas y conceptos en cada prenda que hago.
–Hablemos de las pieles, ¿las usás sin ningún prurito?
–Es supercomplicado. Para mí siempre las pieles siempre fueron un accesorio, no el centro. Siento que la gente se da cuenta de que hay muchas cosas alrededor que también son del animal y no les da bolilla. No importa si se come asado o se usa cuero, solo se le da importancia a la piel. Es una industria que está siendo muy condenada porque justamente es lo más visible de todo lo que es animal y lo que parece ser más innecesario, claro. Pero a mí me preocupa también el tema del plástico. Porque si vamos a la cantidad de plástico que se usa para hacer sintéticos, es infernal. Estoy en un momento de tratar de entender qué pasa con la piel.
–Y mientras tanto, te vestís con tapados de piel.
–A ver, en cuanto a lo que yo me pongo no explico nada, me pongo lo que tengo ganas. Lo que sí bajé fue el uso de pieles en mis diseños. A mí me gustan las pieles y no me parece tan grave usarlas ya que comemos carne y usamos cuero, pero estoy atento a qué piensa la gente. Nadie tiene la posta, hay puntos válidos de un lado y de otro y yo estoy tratando de entender. Me cuesta mucho, estoy en proceso.
–¿La sustentabilidad en la moda te preocupa?
–Sí, pero la moda sustentable, te soy honesto, me parece un horror. Nunca vi un vestido de red carpet sustentable que sea divino, siempre encuentro propuestas que me resultan muy austeras. Capaz porque mi estilo es más barroco. Pero el tema, claro que me preocupa. Yo creo que se ha hecho un gran avance y hay un poder muy grande en el saber. El decir soy consciente de qué consumo, de qué elijo para confeccionar, y soy consciente de decir "esto lo voy a usar igual", "esto no lo voy a comprar". En eso no volvés atrás. También hay que ser inteligente y entender hasta dónde es verdad y hasta dónde es una postura. Siento que darle importancia al problema es un paso adelante, sin dudas, pero también que es una moda y la moda va girando, no sé si esta tendencia es un cambio que va a quedar así para siempre.