Londres. La argentina de 29 años que hace arte con telas y lo convierte en moda
Clara Pinto es argentina, tiene 29 años y, desde hace cuatro, vive en Londres. Hasta julio de 2020, la joven diseñadora y artista textil que trabajó con Delia Cancela, Juan Hernández Daels, Martine Jarlgaard y Peter Pilotto, tendrá su taller en la Fundación Sarabande, la institución creada por Alexander McQueen en 2007 para apoyar y promover a las nuevas promesas del arte y el diseño británico.
–Sos diseñadora de indumentaria con estudios en artes visuales; tu trabajo une ambas disciplinas: ¿qué te llevó a elegir este camino?
–Mi mamá es artista y siempre me impulsó a ir a talleres; a los 12 iba al de Nicola Costantino. Cuando llegó la hora de elegir carrera, el arte para mí era lo conocido. Fui al IUNA y empecé a mostrar mi trabajo bastante rápido, hasta que me di cuenta de que la pintura quizás estaba exponiendo demasiado mis procesos como mujer, que en ese momento estaban muy a flor de piel.
–Y ahí fue cuando decidiste cambiar de medio, me imagino. ¿Qué encontraste en el textil, a diferencia de la pintura?
–Sí, cuando vi que Delia Cancela, artista y diseñadora a la que admiro, daba clases en AMB (Asociación Biblioteca de Mujeres), decidí apuntar hacia ahí. Creo que el textil, al tener un trabajo de diseño, se vuelve más controlable psicológicamente. Puede ser igual de transparente y visceral que la pintura, pero por sus tiempos, mucho más lentos, puedo observar y entender más lo que estoy haciendo y canalizarlo mejor.
–Contra lo que muchos creen, vos sin haber estudiado en una academia de moda europea, en Londres trabajaste con Martine Jarlgaard, Peter Pilotto y lograste el apoyo de la Fundación Sarabande, ¿cómo se te dio?
–Me costó muchísimo porque es como vos decís; acá las pasantías en moda no son pagas y para darles un marco legal, se hacen durante la universidad; las marcas buscan pasantes ahí, entre los mejores estudiantes. En Londres, si no saliste de Central Saint Martins, te miran con desconfianza. Yo llegué al día siguiente de recibirme en Argentina, sin un peso, sin conocer a nadie y casi sin experiencia laboral.
–Sin embargo, tu colección de graduada (en AMB) te salvó…
–Sí, es que, desde hace tiempo seguía las redes de todas esas universidades y había visto que lo más importante para ellos era la colección de graduado. No era necesario nada más que eso como portfolio, así que cuando llegó mi turno me esforcé mucho en la presentación y después de un tiempo, logré que publicaran las fotos y el video en NOT JUST A LABEL, una plataforma web para difundir diseño emergente. Ellos me invitaron a una comida en Londres y ahí conocí a Martine Jarlgaard, ex head designer de Vivienne Westwood.
–Y la encaraste nomás...
–Imaginate que yo estaba trabajando en una carnicería… ya no sabía qué más hacer para conseguir una pasantía, así que le dije que amaba su trabajo, aunque ni lo conocía. Le pregunté si necesitaba a alguien y terminé asistiéndola en London Fashion Week. Eso me dio el pase a trabajar en el atelier de Peter Pilotto.
–¿Qué tal te fue ahí?
–Entré con muchas ilusiones y de repente me encontré trabajando en un lugar donde mi creatividad no era valorada. Era muy doloroso para mí ver lo efímero de todo y la desconexión total con la gente que yo admiraba. Decidí renunciar y aplicar a una residencia para artistas textiles en Islandia, con la idea de trabajar en algo propio.
–De ahí partió Mummies, la colección que presentaste en 2018 en la Embajada argentina de Londres, ¿no es cierto?
–Exacto. Partió de mi interés por vincular los materiales que había ido a buscar ahí (huesos, pelo y lana de animal) con las mujeres de la residencia, que habían tenido el coraje de compartir conmigo sus heridas y batallas. Quería hacerles un tributo a ellas y sus cicatrices, las huellas de experiencia de vida en la piel que preferimos ocultar o borrar.
–¿Te interesa seguir trabajando este tema?
–Creo que coincidió con un momento de mi vida donde yo también estaba cerrando mis propias heridas; mudarme a Londres y perseguir carrera sola para mí fue muy duro, pero después de 4 años acá, el sufrimiento ya dejó de ser parte de mi trabajo.
–¿Qué estás indagando ahora?
–Estoy leyendo mucho de psicología e intercambiando ideas con una antropóloga amiga para terminar de armar el concepto de mi próxima colección. Me interesa explorar la idea de mujer desde el choque entre la dimensión física, que es la que responde al mundo tangible, y la onírica, que es la que pertenece al inconsciente y los sueños.
–Después de elaborar el concepto, ¿cómo sigue el proceso?
–Es todo muy instintivo y bastante impredecible porque no suelo dibujar; prefiero trabajar desde el material. Si elijo lana, por ejemplo, voy probando qué hacer, experimento con bordado, con óleo quizás y cuando estoy satisfecha con el textil, recién ahí paso a darle forma.
–¿Cuándo la veremos?
–En julio del año que viene en Sarabande y en abril, en forma de instalación interactiva en una galería de arte de Buenos Aires: Un Lugar En El Mundo.