Perros y gatos en Vuitton: la alianza de Grace Coddington con la firma de lujo
Grace Coddington fue por mucho tiempo el secreto mejor guardado del mundo de la moda. En 2009, The September Issue rompió el silencio. El documental que daba a conocer el backstage de la revista Vogue en su versión norteamericana, también reveló el costado más sensible de la publicación a la que muchos llaman la Biblia fashion. Si su editora en jefe, Anna Wintour, inspiradora del papel de Meryl Streep en El Diablo viste a la moda, era el cerebro de este monstruo periodístico, Coddington, la directora artística, era definitivamente su corazón.
Su estilo auténtico y relajado se ha convertido en un ícono. ¿Los accesorios que mejor la representan? Su melena color calabaza y su libreta en la que dibuja todo lo que ve en pasarela. Durante su tiempo libre, en la cabaña de Los Hamptons que comparte junto a su pareja desde hace más de 30 años –el estilista francés Didier Malige– la mujer de piel blanca y extravagante pelo rojo se dedica a retratar a sus dos gatos, Blanket y Pumpkin. En 2006, reunió todas las caricaturas de sus adoradas bolas de pelo en un libro titulado The catwalk cats que este año tuvo el honor de desfilar en pasarela.
Amor por los animales
La invitación llegó de la mano de su amigo Nicolás Ghesquière, actual director creativo de Louis Vuitton. Hace tiempo que venían persiguiendo la idea de colaborar juntos, pero la propuesta recién se concretó con la salida de Coddington de la revista en 2016. Además de la moda, al diseñador y a quien ahora dedica su tiempo a proyectos independientes, los une el amor por los animales. Ella, que ha convivido hasta con 10 gatos, prefiere la lealtad de los felinos, pero para él, no existe amor más incondicional que el de sus dos labradores negros, León y Achilles.
Como ya han hecho otros artistas en la historia más reciente de LV, Grace intervino el monograma de la firma y diseñó un par de objetos para la colección resort 2019.
Los protagonistas esta vez no fueron los lunares de Yayoi Kusama ni la Gioconda de Jeff Koons, sino las simpáticas ilustraciones que hizo Coddington de las mascotas de ella y las de Ghesquière. Durante el desfile en el jardín de la Fundación Maeght, una colección de arte muy cercana a la Riviera francesa, sus diseños marcharon entre esculturas de Miró, Calder y Giacometti mientras sonaban pasajes de las memorias de Grace, publicadas en 2012.
Con 77 años, a la colorada no hay quien la frene. Con cinco libros y rumores de una biopic en camino, este septiembre lanzó su último proyecto: Face to Grace.
Un programa de entrevistas a personajes del mundo de la moda al mejor estilo talk show norteamericano. ¿El primer invitado? Nicolás Ghesquière. Sentados a la mesa en el famoso restaurante neoyorquino Mr. Chow, antes de empezar con la charla, él le comenta a Coddington lo elegantes que le quedan sus pijamas Vuitton. Ella esquiva el halago contestando que vestida así es como se siente más cómoda y el diseñador, sonriendo y en un inglés afrancesado, resume en dos palabras el estilo de la mujer que se convirtió en leyenda: comfortable chic.
Coddington en Buenos Aires
En Argentina, la colección que mejor representa su carácter saldrá a la venta en el mes de diciembre, para continuar con las celebraciones por la reapertura del local de Louis Vuitton en nuestro país (Patio Bullrich). La alianza entre la icónica estilista y el diseñador estrella es un homenaje a la amistad, pero sobre todo y definitivamente, a quien sigue siendo responsable de las imágenes de moda más impresionante de nuestro tiempo: Grace Coddington.
La creación colaborativa
Marc Jacobs fue uno de los creadores rebeldes que protagonizó la renovación de una de las casas francesas más tradicionales durante los años 90. Hacia fines de esa década, el monograma de Louis Vuitton cumplía 100 años y para festejarlo, quien por entonces recién ingresaba a la firma como director creativo, decidió abrir el juego de la moda al arte.
En 2001 convocó al diseñador y artista neoyorquino Stephen Sprouse para que intervenga con sus grafitis fluorescentes el clásico logotipo. Dos años más tarde, le llegó el turno a Takashi Murakami. El monograma multicolor sobre fondo blanco o negro del artista nipón fue todo un éxito y continuó a la venta hasta hace pocos años. En 2008, Richard Prince estampó su serie de pinturas Jokes sobre los bolsos más clásicos y unos meses antes de que estallaran las boleterías de Malba para ver la retrospectiva de Yayoi Kusama, LV ya tenía sus lunares en todos los accesorios de esa temporada.
En 2017, ya con Nicolás Ghesquière a la cabeza de Vuitton, el artista más irreverente y cotizado de la actualidad, abrió para la marca y sus agasajados más exclusivos las puertas del Louvre. Jeff Koons se apropió de las obras de grandes maestros como Leonardo, Van Gogh y Turner y estampó sobre las carteras sus famosísimas pinturas.