Las feministas de la moda
Hoy resurge el feminismo como un accesorio de moda, como el tema de una editorial o un desfile, cual eslogan publicitario o estrategia de marketing. ¿A alguien le importan realmente sus temas de base?
"La discusión sobre el feminismo hace correr bastante tinta; actualmente está poco menos que cerrada: no hablemos más de eso. Sin embargo, todavía se habla. Y no parece que las voluminosas estupideces vertidas en el curso de este último siglo hayan aclarado mucho el problema. Por otra parte, ¿es que existe un problema? ¿En qué consiste? (…)", escribía Simone de Beauvoir en 1948. Y así arrancaba su libro, El segundo sexo, quizá la biblia del feminismo, preguntándose las mismas cuestiones que tantos años después nos seguimos cuestionando respecto de este controvertido tema. Aunque ya no caben dudas de algo: su vigencia, lo que queda demostrado en el hecho de que la moda se haya apoderado de su leitmotiv.
La extraña pareja se oficializó el año último, en el cierre de un desfile de Karl Lagerfeld para Chanel, cuando el káiser recreó una calle parisiense dentro del Grand Palais y montó una falsa manifestación feminista. Mientras sonaba I’m every woman, las tops Cara Delevingne, Kendall Jenner y Gisele Bündchen lideraban la colorida puesta en escena, altavoces en mano, mientras detrás, el resto de las modelos sostenía pancartas con consignas como Ladies first, Free freedom o Make fashion not war. Antes de sumarse a la proclama para las fotos, Lagerfeld sacó a relucir varios diseños icónicos de la firma, como los trajes con los que la auténtica revolucionaria Coco Chanel supo liberar a las mujeres de su época sin autoproclamarse jamás feminista, vestidos de estampas psicodélicas de la década del 70 y hasta bolsos con forma de adoquín, en alusión al Mayo Francés. El impacto mediático fue enorme y la repercusión continúa haciendo eco, tanto en la moda como en el espectáculo y hasta en ambientes académicos. Por su parte, y tras ser acusado de oportunismo, Lagerfeld dijo a The Guardian: "El mercado lo dicta todo. Y ahora ha decidido que el feminismo es cool".
Tras el desfile de Chanel en la Semana de la Moda de París (Primavera 2015) se vio otro ejemplo concreto en alusión al tema. Tal fue le caso de Rick Owens, que ironizó con el estereotipo de la mujer feminista, poniendo en escena una performance interpretada por mujeres que encarnaban el ideal de lo antifemenino: de gran contextura y facciones fuertes, con actitud desafiante siguiendo una coreografía digna de una danza tribal.
Pero la palabra feminismo comenzó a levantar temperatura antes de estos polémicos desfiles, justo a fines de agosto de 2014, cuando Beyoncé salió al escenario de los MTV Video Music Awards delante de un cartel enorme que decía Feminist y empezó a cantar Flawless, donde samplea el discurso de la escritora nigeriana Chimamanda Adichie. "Decimos a las chicas: podéis tener ambición, pero no demasiada. Deberíais aspirar al éxito, pero no demasiado. Si no, el hombre se sentirá amenazado (…) Feminista: la persona que cree en la igualdad social, política y económica entre los sexos", sonaba mientras la bella morena, semidesnuda, se contorneaba frente al público. Sin embargo, su revelación no quedó en un show y usó su estatus de superestrella para denunciar la desigualdad que padecen las mujeres en Estados Unidos en un ensayo denominado Gender Equality is a Myth! (La igualdad de género es un mito), que forma parte de un trabajo dirigido por María Shriver Kennedy, ex esposa de Arnold Schwarzenegger.
Un mes después, en la Sede Central de las Naciones Unidas, Emma Watson lanzó la campaña HeForShe –eslogan presente entre las pancartas de Lagerfeld–, a favor de la igualdad de género. Y así, la ola feminista se siguió expandiendo entre celebrities y pasarelas. La actriz y ahora activista Eva Longoria también escribió su ensayo, Empowering Latinas (Dando poder a las latinas). Lena Dunhan, protagonista de Girls y escritora, declaró en relación a la moda del feminismo odiar a las mujeres que dicen no ser feministas. Taylor Swift dijo que fue Dunhan quien le enseñó a reconocer que dentro de ella vivía una feminista. Miley Cyrus se autodefinió como "una de las mayores feministas del mundo", y la actriz Zooey Deschanel dijo que "se puede ser feminista y llevar vestidos con cuello Peter Pan".
Y hay más pruebas para demostrar que el feminismo está de moda, como la irrupción en un desfile de Nina Ricci del año último de Femen, un grupo feminista ucraniano que obtuvo fama internacional por manifestarse sin corpiños. ¿Qué denunciaban? La cosificación femenina que lleva a cabo la moda. Pero si existe un paradigma de la utilización de la doctrina que defiende los derechos de la mujer como tema real dentro del mundo fashion es Miucca Prada, aunque esto no data de los últimos meses y se fundamenta en una coherente lucha de años, con presencia en verdaderas manifestaciones.
En una ocasión, Miucca declaró que "la moda era el peor lugar para estar si eras una feminista de izquierda" y la pregunta es qué ha pasado en el medio para que ella misma pudiese presentar una colección –la del verano 2014 cuando le pidió a varios artistas que condensaran su interpretación del feminismo– que repasaba algunos de los arquetipos femeninos que la moda ha ido construyendo a través de estampas. Rubén Troilo y Constanza von Niedherhäusern de Garza Lobos ensayan una respuesta: "La moda es una actividad que no podría sobrevivir con regulaciones y financiamiento exclusivamente público, por lo tanto es incompatible con el concepto económico de la izquierda, esto vas más allá del feminismo. Si se refiere a si la moda puede contener un concepto político, creemos que es posible siempre y cuando se complemente con un mensaje visual atractivo".
Contra la interpretación
"Sospecho que cada vez que una celebridad se ha declarado feminista a lo largo de este año se ha sorprendido por la cálida acogida que el mundo destinaba a su gesto. Eso ha producido un efecto de contagio", opinó sobre un 2014 dominado por el debate sobre el feminismo la escritora norteamericana Roxane Gay, autora del ensayo Bad Feminist (Malas feministas). Y es en este libro, que se ha convertido en un best seller, donde Gay toca un punto clave con respecto al tema: las etiquetas y el peso que tienen para las nuevas generaciones. Por eso resolvió llamarse a sí misma mala feminista, alguien que comete errores, tiene gustos problemáticos y no se considera un modelo a seguir, pero que sin embargo está comprometida con la equidad entre los géneros.
Y a pesar de que la batalla de siempre continúa, entre quienes se consideran auténticas feministas y las que son acusadas de ser poco representativas del movimiento, o directamente las que se oponen a la igualdad de géneros –como la asociación Women Against Feminism (womenagainstfeminism.tumblr.com), quienes parecen no haberse enterado de las aberraciones que aún padecen tantas mujeres en el mundo–, es cierto que se está gestando un cambio que, en principio, le ha dado al movimiento mucha prensa. Como declaró la francesa Christine Bard, autora de Historia política del pantalón, "la moda siempre se ha aprovechado de lo que flota en el espíritu del tiempo. En la pasarela hay cierto cinismo, ya que el sexismo reina en ese mundo como en los demás (…) Al mismo tiempo puede ser vista como un índice de la vitalidad e importancia del feminismo, del que se ampara hoy una nueva generación".
Desde el universo de la moda, la postura de la dupla de Garza Lobos es radical: "En moda y sobre todo a esta altura de la historia, en pleno año 2015, nos parece que la bandera del feminismo es un cliché estético. Es cierto que en muchas partes del mundo las mujeres aún luchan por igualar sus derechos con los hombres, pero en moda sólo se trata de una estética que remite a los años 70". Y luego agregan, respondiendo otra pregunta: "En la moda nada puede ser más importante que una imagen".
Que el feminismo esté de moda, sin duda suma a su causa principal: bogar por la igualdad de sexos. Luego, si se suceden acciones concretas, como la legalización del aborto en más países o políticas salariales de equidad entre sexos, se verá en el tiempo. Si sirve que Taylor Swift se declare feminista en Teen Vogue para que las adolescentes tomen conciencia de la desigualdad que siguen sufriendo tantas mujeres y hasta –por qué no– se animen a bucear en las ideas que Simone de Beauvoir creía muertas, resultaría un logro frente a la otra lamentable opción de la crítica por la crítica misma. Habrá que aprovechar esta ola para lograr que el feminismo salga reivindicado y no se convierta en una prenda de temporada.
Moda vs. violencia de género
Tantas veces, la moda colabora con causas nobles. Por la ecología, el hambre o la paz. Porque vestirse es un acto político y de comunicación, porque ciertas marcas tienen alcance masivo y son de gran ayuda para estas acciones o, también, lamentablemente porque está bien visto colaborar y esto trae más ventas. Por alguna de estas razones Rocío Girat, la joven marplatense que fue violada durante años por su padre, fue convocada para ser la cara de una línea de ropa de la marca Ona Saez para concientizar sobre la violencia que sufren las mujeres que son sometidas y abusadas. Violence is never in style (la violencia nunca tiene estilo) es el nombre de la campaña, que a través de sus prendas vehiculiza mensajes como I decide (Yo decido) o Speak (Habla).
Desde su fan page, la marca comunicó que Rocío "confía en que transmitir esa misión logrará transformar para bien la vida de muchas chicas, animándolas a que dejen el miedo a un costado y hagan la denuncia de sus casos".
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