Jessica Trosman: "Acá la gente viene y se transforma"
Es la directora creativa de JT. En su showroom de París vendió toda la colección en dos días. Tiene pasión por su tribu, se divierte con lo que hace y quiere armar un taller de oficios
Un taller mecánico en cada esquina, veredas viejas, baches y autos rotos haciendo fila. Ahí nomás, el colmo del coolismo: el garaje más trendy de la Argentina, la casa JT recibe la ruluda sin filtro, directora creativa de la casa, Jessica Trosman. Estudió un año y medio Diseño de Moda en Miami y no terminó la carrera. Vino a la Argentina atrás del padre de su hijo Gerónimo y abandonó. Se recibió de Traductora Pública Nacional para dejar felices a sus padres. "Papá bajaba mucha línea y decía que en la vida hay que tener un título", se ríe. Y agrega: "Ese fue mi legado, yo hago lo mismo con mis hijos, les quemo la cabeza. Fue fácil la carrera. Estudié en El Salvador, amé esa universidad. Es como un colegio, no fue brusco. En la UBA me hubiese muerto. Venía de vivir en Miami donde me producía hasta para ir al recreo. Un divague. Soy judía y recomiendo El Salvador. Soy fan. Hasta vi teología", se ríe. En 2011 se desvinculó de la marca que hoy lleva su nombre y desde hace un año se dedica a trabajar para JT, su nuevo diseño. Vende en Italia, Egipto, Corea, Hong Kong...
–Más lejos no había.
–No, no había. Para mí Villa Crespo es lo más cerca del mundo porque yo nací acá. Acá sucedió Trosmanchurba, Trosman, en este mismo espacio. Era un garaje. Mi viejo no nos dejaba pasar para el otro lado porque estaban los repuestos para autos. Este lugar es muy especial. Está lleno de talleres mecánicos, no te pasa nada, no te roban nunca. Mi viejo fue uno de los que fundó Warnes. Desde que empezamos se puso de moda.
–Tu lugar en el mundo.
–Me siento bien. Hay algo que tiene una energía especial. Es propio, no tenemos que caer en un shopping. La gente viene acá y hay una energía diferente, toma algo en Yeite, el cafecito, va al local. Está la estampería, es un laboratorio. Esto se convirtió en un centro cultural.
–Y está la moda.
–Siempre me gustó la estética. Mamá me ayudó a cultivarme en esto. Me llevaba de compras a todas partes. A los 10 años les elegía las remeras a mis hermanos y corbatas a mi viejo. Tengo un par de cosas que son clave: el ejercicio del ojo y mirar un libro de arte, de diseño, de cualquier cosa. Abrir la cabeza es fundamental en cualquier carrera. Soy de cáncer y soy muy constante, muy laburadora. Mi viejo me decía que de un trabajo salen casas. Y de una casa no sale ningún trabajo. La plata que tengas invertila en un negocio, se te abre un mundo.
–¿Cómo fuiste evolucionando? Primero con Martín Churba...
–Con Martín fue increíble, empezamos jugando. Después de esa dinámica hicimos bien en separarnos. Después vino Trosman, donde hago carrera sola. Ahí se vieron las diferencias entre lo que venía haciendo y lo que quería hacer. Y hoy JT es el momento más maduro, donde le hablo a un público diverso, desde una chica joven hasta su abuela. Estoy como más segura. Vienen chicas de 18 hasta una mina de 70 que llega siempre en taxi. Me tocó el timbre y me dijo: ¡Por fin los encontré! Estoy con ganas de ponerme cosas más básicas, que no me incomoden, ropa funcional, pero con buen corte.
–¿Cómo es tu estilo?
–Siempre me dicen en el exterior que lo mío tiene algo que no se sabe cómo está hecho, pero queda lindo. Esa es mi explicación. No se entiende, pero está bueno. Tiene un 3D. Me gusta que no se vea cómo está hecho, es un mambo mío.
–Ropa con truco.
–Sí. Me encantan los orientales, son los número uno, Rei Kawakwo, Commes de Garçons... Soy fan. No les importa la tendencia. Son pensantes. Son como mis clientes: van a un museo y no cambian cada seis meses de gusto. Lo mío es antes y después de haber viajado a Japón. Corro a los pibes para sacarles fotos en la calle, saco ideas de sus técnicas. El nivel de producción es impresionante.
–¿Estarías en un shopping?
–No, hoy no es nuestra filosofía. Nos gustan los barrios, pero no los lugares obvios. Lo lindo es que nos encuentren, la experiencia de compra. En Japón estuve cinco días buscando un Margiela y no sabés lo que me costó encontrarlo. Era un cul de sac perdido.
–¿Van por más locales?
–Hay ganas de abrir varios pop up stores. Hicimos uno en Tortugas y nos fue bárbaro. Nos dimos cuenta de que a la gente hay que alcanzarle las cosas. Vendimos lo que sale en un mes, en una semana. Quiero hacer el camión que recorra el país (risas). Estamos pensando en un pop up en Nordelta. Me gusta venderle a esas mujeres que se interesan por la marca, que la ven humana. Que se meten en la tribu JT.
–¿Cómo es esa tribu?
–Una vez que te metés no podés salir. Estamos todos parecidos, con los pantalones más caídos. Acá viene la gente y se transforma.
–¿JT es una marca cara?
–No. Estamos más baratos que la ropa del shopping. Como plan de negocio la marca ofrece ropa atemporal, no queremos entrar mucho en lo que es liquidación, no nos van las promos de los bancos. Prefiero regalarte una prenda.
–¿Siempre ropa?
–Tengo un proyecto de casa, otro de hombre. Quiero armar un taller de oficios e ir a plantearlo al Gobierno. Las ideas no tienen bandera política. Hay que generar. Yo crecí con De la Rúa por medio de Dolores Navarro Ocampo, que nos llevo a Martín y a mí a Roma, explotamos. No pasa por ser o no ser. El otro día me vino a comprar Alicia Kirchner, fue muy groso. Tengo un idilio con ella. Me recabe. "Por fin te encontré", me dijo, me googleó. Subí la foto a Twitter. Y soy radical. Acá viene todo el mundo. Eso me gusta. JT es para todas.
–¿Te gustaría vestir a la Presidenta?
–Sí, antes le vendía, pero perdí el contacto. Es un desafío.
OBJETO QUERIDO . "Una obra de arte, un conejo guerrero que me acabo de comprar, con el que me sentí identificada. Luchador, creación de Alita Olivari. Tiene esa cosa rococó de la taza de té francesa que yo tengo"