Hoy, un sueño hecho realidad
Desde el domingo hasta el 31 de octubre, el Malba presentará Dream come true, la primera muestra individual de Yoko Ono en nuestro país. Un repaso sobre su vida, su obra y su permanente coqueteo con la moda
Yoko Ono es una outsider, una extranjera del mundo, alguien que siempre se las ingenió para romper las reglas, a diferenciarse, estar, ser y vivir a la vanguardia. Fue la primera mujer admitida en la carrera de Filosofía de la universidad japonesa Gakushi. Uno de los hombres más famosos se enamoró locamente de ella y juntos rockearon las convenciones de una época. El mundo la odió, pero ella nunca despareció de escena porque, quizás, ese es su modo de ser: su figura pequeña en contraste con un fondo enorme.
Ella contra la corriente. Yoko versus la normalidad. Y ha hecho y dicho tantas cosas en el nombre del arte y del amor que la platea terminó rindiéndole culto. Eso sí, siempre contó con la atención de todos. Así, de a poco, a fuerza de coherencia e insistencia, fue comprendida. Hasta que hoy, en su vejez, por fin recibe el reconocimiento que, sin dudas, se merece. La Argentina participa de estos honores con su primera muestra en el Malba, en Francia también debutó con una retrospectiva (Lumière de L’aube, del 9 de marzo al 10 de julio en el Museo de Arte Contemporáneo de Lyon) e incluso, este año, ganó el prestigioso premio a la inspiración de la revista británica New Musical Express y fue una de las mujeres elegidas por Annie Leibovitz para su muestra Women: New Portraits.
De joven sofisticada a una avant-garde. Nació en Tokio, el 18 de febrero de 1933. Su padre era concertista de piano pero tuvo que unirse al clan bancario de la familia de su mujer para ser aceptado por ellos, y fue transferido a Estados Unidos antes de que la pequeña naciera. Su madre, que era una mujer culta que tocaba nueve instrumentos, le dio la mejor educación. Pero Yoko suele recordar su infancia con gusto a soledad y un incipiente resentimiento hacia la elite a la que pertenecía.
Por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que mudarse a las afueras de Tokio. Allí, según contó, ella y sus dos hermanos menores conocieron el hambre y el miedo. Hasta que se mudaron a Nueva York. Entonces, Yoko encontró su lugar en el mundo. Estudió en la escuela de arte Sarah Lawrence y pronto se sumó al avant garde neoyorquino. A pesar del desacuerdo de sus padres, se casó con un compositor japonés, Toshi Ichiyanagi, y vivió sus primeros años locos convocando performances en el loft donde vivían.
Trabajaba como moza o dando clases en escuelas públicas, mientras desarrollaba su arte conceptual. En 1961 se separó y sus padres la convencieron de probar suerte en Tokio, donde realizó algunas muestras pero entró en una depresión. Conoció a Anthony Cox, jazzista estadounidense y productor de cine, y con él tuvo a su hija Kyoko. Pero la relación duró poco y Yoko no obtuvo la tenencia de la nena porque Cox consideraba que su estilo de vida no era apropiado para criar a la niña, que fue rebautizada Rosemary. Pasó mucho tiempo sin verla. Cada cumpleaños de la niña, Yoko publicaba anuncios en los diarios pidiendo que se pusiera en contacto con ella. Hasta intentó secuestrarla, en otra de sus hazañas con John Lennon. En 1997 Kyoko la llamó, tenía 34 años y una hija.
Cuando Yoko volvió a Nueva York se unió a Fluxux, un colectivo artístico que sentó las bases del punk. Y fue en esta etapa, de consagración como artista, cuando conoció a Lennon en una de sus muestras, en la Galería Indica de Londres. Al tiempo, él dejó a su mujer, Cynthia Powell, y el 20 de marzo de 1969 el beatle y la artista oriental se casaron en Gibraltar. No sólo el país que demonizaba la raza amarilla la condenó, el mundo la culpó de la separación de los Beatles.
La balada Yoko y John duró un poco más de diez intensos años, en los que imaginaron un mundo en paz, tuvieron un hijo, escribieron las canciones más bellas, posaron desnudos, crearon la Plastic Ono Band y dieron mucho, mucho, que hablar. Hasta que el 8 de diciembre de 1980 Mark David Chapman le disparó a John en la puerta del Dakota.
La viuda alcanza su gloria. Tras algunos años de luto, la década del 90 la vio renacer. Volvió a volcarse al arte y a la música. Siempre en el plano experimental, con su look total black, realizó muchas exposiciones y editó varios discos. En su vejez, es cuando más activa se la ve: asiste a todo tipo de eventos sola o con su hijo Sean, la joven guardia musical le rinde sus honores permanentemente, incluso ella sigue dando sus frutos, como el disco que acaba de presentar, Yes, I am a witch too, la segunda parte del que lanzó nueve años atrás, con colaboraciones y remezclas de sus canciones.
Referente fashion. Desde hace un tiempo a esta parte, todos quieren cantar con Yoko, exponer con Yoko, fotografiar a Yoko y hasta diseñar con Yoko. El mundo se ha dado cuenta de que ha sido, siempre, la vanguardia. De hecho, su relación con la moda va más allá de su frecuente presencia en las front rows de algunos desfiles, y tiene sus highlights. Lo primero fue su experiencia como diseñadora de joyas para Swarovski en 2012. Se trató de una serie limitada de llaves de cristal que simbolizaban la paz, así como su infancia marcada por la guerra, sus sueños y aspiraciones. Y aunque nunca estuvo exenta de las críticas que apuntaban a la idea de que materialismo y el consumismo no aportaban a su famosa búsqueda de la paz. Luego, creó una colección cápsula de 52 piezas para Opening Ceremony, Fashions for men 1969-2012, inspirada en una serie de dibujos titulada Moda para hombres que Yoko le regaló a John como regalo de bodas.
Su figura, como la de todo icono, siempre ha sido inspiradora para la moda. El trío neoyorquino ThreeASFOUR se basó en ella para su colección primavera verano 2010 y, desde entonces es un referente para la firma, que responde a su estética. Otro caso es el de Zara, que hizo una línea de remeras estampadas con imágenes y frases suyas. Pero su coquetería con el mundo de la moda asciende a los más altos niveles cuando participa, con uno de los retratos más comentados, de la serie de Karl Lagerfeld, Little Black Jacket de Chanel.
En las redes. Su interés por Internet explica su proactividad. Ha realizado exposiciones virtuales, tiene más de 6 millones de seguidores en Twitter, usa Instagram, Facebook, hay un video en YouTube de cada acción que realiza y hasta lanzó una aplicación para iPhone, #SmilesFilm, donde invita a los usuarios a participar de un proyecto de arte inspiracional, cuya intención es tejer colectivamente nuestro futuro a partir de sonrisas.
Yoko Ono Dream come true
Es la primera exposición individual en la Argentina de Yoko Ono está compuesta por más de 80 trabajos, que incluyen objetos, videos, films, instalaciones, sonidos y grabaciones producidos desde principios de los 60 hasta hoy, y tiene como eje las llamadas Instructions Pieces, que Ono desarrolla desde hace más de 50 años.
El proyecto contempla dos instancias: por un lado, la propia muestra en las salas de Malba y, por otro, la exposición y difusión de gran parte de las obras en el espacio público (carteles, colectivos, anuncios publicitarios), los medios masivos de comunicación (diarios, revistas, radio y televisión) y las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, Tumblr). ¡Bienvenida a la Argentina!
Convocatoria
Hasta el 16 de octubre hay tiempo para participar de una instalación de Yoko en el Malba, Arising.
Se convoca, por medio de las redes sociales, a mujeres de América latina a intervenir con una foto y un testimonio; http: /www.malba.org.ar/arising/