Graciela Naum y Dolores Aguirre: “Trabajamos juntas con respeto y admiración”
Su buena relación es la base de un trabajo armonioso, complementado y enriquecido. Graciela y Dolores diseñan y arman la colección de GN, y hablan de su experiencia
Graciela Naum y Dolores Aguirre son madre e hija. Trabajan juntas en GN, la firma que Graciela fundó en 1986. El año último Dolores incorporó la colección cápsula BE.35, con prendas de corte más juvenil, dentro de la propuesta de la marca. Las dos juntas son pura energía y demuestran que la serenidad de una y la impulsividad de la otra, se complementan muy bien dentro y fuera del trabajo.
–¿Desde cuándo trabajan juntas?
D. A.:–Desde siempre. Me acuerdo que la primera vez que fui con ella a un “viaje de producto” tenía 12 años. Era febrero, mi papá y mis hermanos se habían ido a pescar al Sur y yo acompañé a mi mamá a Nueva York. Fuimos a ver colecciones, visitamos mayoristas de telas y avíos, estaba fascinada.
G. N.: –En esa época hacía ropa de chicos; recuerdo que la dejé elegir prendas y me llamó la atención el sentido que tenía para ver lo novedoso, aún a su edad.
–Te dabas cuenta de que Dolores iba a seguir tus pasos.
GN.: –Fue algo muy natural, siempre me ayudó. A veces tenía que trabajar algún sábado y ella me acompañaba. Fue algo progresivo y espontáneo.
–¿Qué hace cada una en GN?
D. A.: –Prácticamente hacemos lo mismo. Las dos trabajamos en el armado de la colección y hay una persona más que es la encargada de producto, así que las tres nos ocupamos de eso. También trabajamos con otra chica que está a cargo de la parte comercial. Te diría que somos un equipo de cuatro, que compartimos tareas.
G. N.: –Pude delegar bastante… Nos gusta escucharnos, ver las ideas de cada una y potenciarnos.
–¿Y cuándo opinan distinto?
D. A.: –Hay momentos donde tenemos diferencias, pero la última palabra es de Graciela (risas).
G. N.: –Aprendimos a trabajar juntas. Hay momentos en los que las cosas no fluyen, pero ya sabemos qué es lo que le molesta a cada una, respetamos nuestros espacios y tiempos, y nos divertimos trabajando juntas y lo disfrutamos.
–Con tu hija, ¿la marca cambió?
G. N.: –Creo que el ADN de la marca es uno y Dolores lo tiene incorporado desde siempre, porque tiene que ver con el estilo y la calidad. Ella aportó muchísimo, es de otra generación y me encanta su visión.
–¿Desde qué punto de vista sentís que la cambiaste?
D. A.: –Aporté frescura y modernismo. Me parece que hoy la marca viste a una mujer distinta pero que conserva un estilo.
–¿Qué aprenden cada una de la otra, con personalidades tan diferentes?
G. N.: –Dolo tiene mucha energía y la contagia, es como un remolino que pasa dando vueltas. Me encanta cuando podemos potenciar una idea. A veces a partir de una cosita muy simple que le surge, empieza a salir una colección o una línea. Ella también me escucha cuando yo tengo una idea y me dice: “Vos tenés el sentido comercial”.
D. A.: –Ella es serena y piensa las cosas. Yo soy muy impulsiva, la ansiedad con patas, así que de alguna manera nos complementamos. Yo debería aprender un poco de su calma. Las dos somos hiperexigentes, creo que en eso somos iguales.
–Además, tenés tu colección cápsula BE.35.
D. A.: –Sí, creció un montón. Nació como una cápsula con disparadores distintos a los de GN. Son prendas que, al intercalarlas con las de la marca, y le dan mucha frescura y modernidad. GN es ropa para que la mujer use en cualquier ocasión y BE.35 tiene esas cosas que te generan deseo y decís “muero por tener esto”.
–¿Qué prendas son sus preferidas de la nueva colección?
G. N.: –Elegiría un top de manga larga blanco de triacetato, que sintetiza elegancia y modernidad. Sigue siendo clásico, pero es modernísimo. Lo podés usar de día, con jeans o, de noche, con un pantalón crop, y estás impecable. A mí me gustan las prendas que son muy versátiles y atemporales.
D. A.: –Una chaqueta azul, hecha en rebrodé italiano con los puños tejidos con lúrex. Me encanta porque es muy canchera.
–¿Con qué diseñadores internacionales se identifican?
D. A.: –Mis íconos cambian y mis marcas y diseñadores favoritos, también. Muero por Céline, me encanta Phoebe Philo. También me gusta Alexander Wang, me divierte y creo que aporta juventud.
G. N.: –En una época estaba enamorada de Alber Elbaz, cuando estaba en Lanvin. Hoy me gustan Dior, Chloé y Valentino. En general estoy muy atenta al producto en sí, sigo mucho a las marcas italianas que tal vez no son tan conocidas como Loro Piana o Brunello Cucinelli. Son una exquisitez en la confección, tratan cada artículo como si fuera una obra de arte. Soy una apasionada de la calidad y de las técnicas que usan.
–La reina Máxima, ahora en Buenos Aires, usaba tu ropa.
G. N.: –La vestí bastante, ya no. Su agenda ya no tiene mucho que ver con la moda argentina.
–Y vestís a Juliana Awada.
G. N.: –Juliana es bárbara, todo lo que se pone le queda bien, siempre está impecable. La conozco, desde que era chica, siempre fue muy linda y cálida. Tiene un estilo definido y personal; me encanta cuando se viste de sport. Es una primera dama de lujo.
–¿Qué hay que tener en cuenta para esta bien vestida?
GN.: –Las dos coincidimos en que lo primero que tiene que tener una mujer para verse bien, es estar bien internamente. Una vez leí en una nota que no hay nada menos sexy que una mujer deprimida, y es verdad.
D. A.: –Cuando estás bien tenés otro brillo, no importa lo que tengas puesto, y muchas veces la gente te lo hace notar. Otra cosa importante es que hay que encontrar el propio estilo, resaltando la parte del cuerpo con la que más cómodas nos sentimos, más allá de la moda.
–¿Qué consejo le darías a una madre que está pensando en trabajar con su hija?
G. N.: –Las relaciones con los hijos hay que alimentarlas durante la niñez y la adolescencia. No podés empezar a trabajar con una hija con la que te llevaste mal toda la vida. Tiene que haber respeto y admiración mutua. Nosotras, siempre tuvimos muy buena relación y hoy se nota.