Gonzalo Villamax. El diseñador tucumano que llevó a Valencia su moda sin género
La última década presentó una camada de diseñadores que marcó la pauta para el siglo XXI. Son aquellos creadores que entendieron los cambios de la sociedad y acompañaron a la moda hacia una evolución natural. Cuestionan, ofrecen; ellos dan ideas audaces y las convierten en ropa para usar. Gonzalo Villamax vivió y diseñó en Tucumán. Hace dos años se fue a vivir a Valencia, España, donde acaba de abrir una tienda de ropa sin género. Es diseñador e ilustrador. Lo suyo es la sastrería interpretada en prendas prácticas, transformadas por el cambio de paradigma que atraviesa la moda.
–¿Por qué ofrecer prendas sin distinción de género?
–Yo plantearía la pregunta a la inversa: ¿por qué hacer prendas con género? No solo somos masculino o femenino y más, te podés sentir identificado con una o con ambas. La vestimenta no debería ser un impedimento para mostrar quiénes somos. Se trata de lo que queremos decir y eso es lo genuino: no sentirte atrapado en algo que no te represente o que solo represente una parte.
–¿Cómo es el proceso de armado de una colección genderless?
–La colección tiene en su mayoría prendas sin género, de hecho, los diseños están dispuestos en los percheros sin hacer diferencia de género. Hay prendas muy femeninas, otras masculinas, pero no las pienso para un sexo definido. Cada persona es libre de identificarse con ambos o jugar con ellos dejando de lado lo que se entiende tradicionalmente por masculino y femenino para encontrar lo que mejor les queda. La última colección es de líneas muy simples, creando estampas con recorte y pliegues y prendas oversize. Dejé de pensar en el hombre o la mujer como si fueran solo una fuerza femenina o masculina, todos tenemos ambas y cuando más cómodos nos sintamos, más cerca estamos de saber quiénes somos, eliminando el prejuicio. En mis comienzos como diseñador siempre jugué con prendas sin género, sin ser tan consciente. Lo hacía más que nada por las prendas que a mí hubiese gustado ponerme y no conseguía… tengo varios recuerdos donde chicos o chicas me decían que la ropa de hombre era "gay" porque era medio femenina… y siempre respondía que yo tenía amigos gay que solo usaban trajes. Con esto solo trataba de decirles que lo que te pongas no define absolutamente nada, que usás lo que mejor te queda.
–¿Cómo es tu tabla de talles?
–Trabajo con cuatro talles. Tener el taller en la tienda me da un extra donde puedo modificar y adaptar una prenda y también realizarla a medida. El patronaje es donde se trabaja para que la prenda sea ponible para quien la quiera usar y se sienta cómodo e identificado con lo que lleva.
–¿En qué se diferencian nuestro mercado y el español?
–El mercado español es muy exigente en cuanto a terminaciones, textiles y calidad. Los consumidores que entienden de diseño valoran el producto, les gusta saber la trazabilidad de la prenda, el proceso creativo, en que se basa la confección y el armado de la prenda. Contar con parte del taller en la tienda es de gran ayuda para los que les interesa conocer el proceso y en algunos casos poder co-crear con el cliente, este valor agregado está teniendo una buena repercusión. Otro factor que me sorprendió fue enterarme de que los vecinos tratan de hacer las compras en el barrio donde viven y de este modo apoyan al emprendedor para que crezca.
–¿Cómo son hoy tus días en Valencia?
–Estoy estudiando gestión y marketing de moda y un curso de "Materias primas, fibras textiles, origen y propiedades". Hace tres años vine de vacaciones a visitar a unos amigos y me enamoré de la ciudad. A mí las grandes ciudades no me gustan para vivir y Valencia es una ciudad pequeña que de alguna manera tiene algo que me recuerda a Tucumán. Por ejemplo, acá, como también en Tucumán, en época de primavera las calles se llenan de un aroma a azahar que me transporta a mi ciudad natal. También es un polo universitario, como lo es Tucumán. En ese viaje averigüé para estudiar y la mudanza tardó aproximadamente un año.
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–¿Cómo cambió tu rutina?
–Honestamente no tuve que hacer grandes cambios, sigo con mi forma de trabajo que es tratar de que todo lo que realice salga de mi entorno, compro en fábricas textiles de Valencia, trabajo con artesanos de la zona, tal cual lo hacía en Tucumán. Mi equipo fijo es una modista y un patronista, los tres trabajamos en conjunto hasta que la prenda está como la imaginé. Hay prendas que fabricamos en la tienda taller y otras mandamos a confeccionar a un taller cercano.
–¿Qué tal fue tu experiencia en Buenos Aires?
–Nunca viví en Buenos Aires, mi paso fue siempre por trabajo. Participé en eventos, ferias, desfiles y cursos. Me gusta muchísimo Buenos Aires, pero para estar un tiempo, nunca quise quedarme porque me abruman las ciudades tan grandes, porque tienen algo de impersonal que no me hace sentir cómodo.
–La escena de la moda y el diseño de Argentina se centra en Buenos Aires. Desde Tucumán, ¿cómo te insertaste en el mercado de diseño de autor?
–Sin duda me pude insertar porque, desde el Mapa de Diseño del INTI, hubo un proyecto político que empezó a descentralizar la mirada en Buenos Aires y comenzaron a ver lo que sucedía en el interior. Gracias a esa visibilidad pude mostrar mi trabajo en la capital y en diferentes partes del mundo.
–¿De qué manera tu diseño mantiene a Tucumán como inspiración?
–Tucumán siempre va a estar presente de algún modo porque hay algo que me remite ahí. Tal como lo hacia allí, ahora lo hago en Valencia, me nutro de mi entorno y trabajo con lo que tengo a mi alrededor. Creo que es la forma de sentirme como en casa y saber que tengo todo cerca.