Exposición. Qué se discute cuando la moda se mete en política
¿Hay una política de la moda? ¿Qué se discute cuando la moda se mete en política? Buen momento, a poco de la campaña electoral, para plantearlo y pedir pronunciamientos. La sustentabilidad, la importancia de un diseño genderless, las condiciones dignas de trabajo y la necesidad de una política estatal que apueste a modelos productivos por sobre los de especulación económica son los principales temas que deberían analizarse en la agenda de la moda de hoy. Con el fin de generar conciencia de la necesidad de debatir estas problemáticas se buscó materializarlas en la muestra Diseño en Acción, que hasta el jueves 9 se exhibe en Fundación Proa.
En favor del paso de preocupaciones a ocupaciones, María Laura Carrascal, investigadora del cruce entre el arte y la moda, consiguió representar estas cuestiones a través de la indumentaria en una sala que denominó Políticas de la moda. "Me pareció importante resaltar estos cuestionamientos, que abarcan desde las condiciones dignas de trabajo, las múltiples formas de pensar la sexualidad hasta la necesidad de políticas de estado que apuesten a modelos productivos. Todo bajo el disparador Políticas de la moda, que resume cómo se pueden pensar estos temas desde el soporte indumentario; también, apunta a interpelar al usuario".
La propuesta invita a reflexionar acerca de cómo los diseñadores dan cuenta de su modo de ver el mundo a través de múltiples elecciones: del empleo de materiales y procesos no contaminantes, a las tipologías que trascienden el género binario, el rescate de técnicas ancestrales, la experimentación con nuevas tecnologías y la concepción de prendas que sobrevivirán a las tendencias, entre otras.
Si lo que llevamos puesto transmite un mensaje en torno a lo que pensamos, quiénes somos o cómo queremos ser vistos, las elecciones que subyacen al acto cotidiano de vestirse están guiadas por mucho más que colores y formas, incluso para quienes manifiestan no estar interesados en la moda o en la política.
"Siempre me atrajo ver en qué medida las apariencias –con su cuota de poder– se cuelan en la relación entre las personas", dijo Susana Saulquin en el marco de la presentación de su obra Política de las apariencias. Y de alguna manera la muestra retoma su tema. Es que para la especialista en sociología del vestir, lo que estuvo históricamente digitado por la moda, hoy está atravesado por un cambio social y cultural muy poderoso. "El nuevo paradigma introduce a la ética, habilitando otras formas de pensar nuestra imagen. Estamos transitando el pasaje del parecer al ser, donde el ser aparece disruptivo por sobre el tener y el aparentar", describe.
La universidad es uno de los ámbitos donde se debaten y establecen paradigmas para el conjunto de la sociedad. Acerca de cómo se enseña y se aprende a diseñar bajo nuevos modelos, el profesor Gustavo Lento aclara que el diseño es la representación de las ideologías que circulan en el planeta y que el período actual, está signado por el cuidado de los recursos humanos y naturales.
"Los diseñadores somos intermediarios entre los sujetos y los objetos. Esta relación conlleva un alto grado de compromiso y responsabilidad, dado que implica la existencia de un otro que me interesa ¿Cómo no ser político? Pensemos, por ejemplo, en la señalética de un hospital público al que asisten personas que pueden no saber leer y escribir, o un folleto para un jubilado, o en un sistema de conservación de alimentos para la población que carece de energía eléctrica. Es necesario que un diseñador entienda las problemáticas cotidianas", apunta el creador de la plataforma de contenidos LentoModeOn.
En relación al diseño de indumentaria en particular, Lento destaca un aspecto fundamental: la necesidad de pensar el futuro del trabajo. "Detrás del diseñador de moda existe una confluencia de áreas paralelas y oficios muy importante. Como engranaje creativo del negocio, somos sujetos transversales que nos relacionamos cotidianamente, tanto con el presidente de la empresa como con sus operarios. Nuestro rol, en esa comunión de ideas, lenguajes y modos, es una construcción política. Tenemos que entender la problemática del trabajo en nuestro menester", advierte el profesor, y concluye: "Estoy seguro de que el mundo necesita mejores personas, a las que podríamos describir como seres más solidarios, considerados, fluidos, polifónicos y diversos; más pacíficos y tal vez, más simples. La figura del genio creativo aislado es antigua".
Por su parte, Laura Novik, docente y consultora especialista en sustentabilidad y moda latinoamericana, rescata el enfoque de Regina Root, la autora de Vestir la nación. La investigadora fue la primera en indagar de qué manera la moda reflejó las tensiones políticas de la época poscolonial. "Una de las cosas que sacó a la luz, fue cómo el peinetón –con la leyenda Viva la Confederación– representó la participación activa de las mujeres. Como profesora de Prospectiva, me pregunto: ¿Cómo nos verán los estudiosos del futuro? ¿Qué huellas dejará nuestro vestuario? Llevamos remeras con insignias y usamos los icónicos pañuelos para que nos representen a partir de sus colores, como los peinetones de nuestra época. Seguramente, los arqueólogos del mañana encontrarán nuestras zapatillas y ropa hecha con fibras no degradables que permanecerán en la tierra por siglos. ¿Qué dirán estos objetos acerca de quiénes somos?", plantea Novik.
"El sentido de urgencia de los reclamos ambientalistas globales liderados por las nuevas generaciones, nos da la pauta de en qué medida nuestras acciones en el presente están poniendo en riesgo su futuro. Las manifestaciones estallan en colores, los jóvenes van vestidos con lo que pueden comprar. Son como gladiadores del medioambiente que, envueltos en sus ropas tóxicas, nos reclaman un cambio urgente", concluye.
Considerar en nuestras elecciones, como usuarios o diseñadores, la idea de un futuro mejor y posible, tal vez sea nuestro gesto actual más político.