Esos cotidianos objetos de deseo
¿Qué compramos cuando compramos carteras y zapatos? Una ilusión, una experiencia, una actitud, una posición. Nada accesorio, muy simbólicos, despiertan mucho más que pasiones
Nuestra mirada busca, busca y busca. Hasta que encuentra y da con su objeto de deseo: una cartera, un par de zapatos... Una conjunción de factores psicológicos y acciones de marketing hacen que nos atraigan mucho. Los tocamos, inspeccionamos –algunas veces, hasta los olemos–, acariciamos los cierres, las correas, el taco, las terminaciones. Miramos dentro, miramos fuera. Y finalemente lo queremos. ¿Por qué?, si ya tenemos otros tantos en casa. Porque nos gratifica, nos alegra, nos identifica, habla de quiénes somos, qué pensamos y cómo nos gusta que sean, y se hagan. Esto nos define, y aunque suene reduccionista, somos de una manera o de otra, según las carteras y los zapatos que compramos.
Delia Cancela dice que "un par de zapatos es importante para poder hacer tap dance, y una cartera para no deformar los bolsillos". Una excelente definición.
Ocurre que cuando compramos zapatos y carteras nos estamos adueñando, también, de una experiencia de selección personal, un paliativo para la realidad que –si caer en la compra compulsiva– pueda ser muy estimulante. Jamás nos pueden quedar mal, si tenemos unos kilos de más, y eso nos hace muy felices. Además, siempre hay algo para cada cual, pensado a su medida y a su condición socioeconómica y hasta emocional.
Desde una Burberry a una tejida por artesanos wichi, cada cartera encuentra su dueño, su novio. No importa el valor, cuando uno da con algo que le agrada, sean unas botas de la marca de una tienda departamental o unos Manolo Blahnik, ese momento de gratificación no tiene que ver con cuánto gastemos, no reconoce jerarquía.
"Cuando compro una cartera, un zapato o algo deseado compro una pequeña historia de mí misma –dice María Eugenia Farrell, directora creativa de Prüne–. Por un momento, tengo que saber quién soy, imaginarme, y los accesorios son claves para esta definición. Compro ser actual, compro una armonía que me haga sentir linda y joven".
Jessica Kessel, diseñadora de la firma de zapatos que lleva su nombre, es una entendida en esto de "sentir" qué nos sucede cuando compramos carteras y zapatos. "En mi caso, siempre tuve debilidad por el calzado. Casi nunca los adquiría por necesidad real, sino por ver zapatos que me enamoraran; un objeto de deseo, algo con que identificarme, que quisiera para mi andar, como una pieza coleccionable".
En ese sentido, Agustina Aduriz Sojo, diseñadora de Olivettas, reconoce que "compramos una emoción-sensación tan fuerte que somos capaces de mentirles a nuestros maridos, engañar a nuestras amigas y endeudarnos, con tal de tener ese producto que nos hace sentir especiales, diferentes".
Al respecto, resulta interesante el significado que la técnica de la interpretación de sueños, utilizada por la psicología, le confiere a estos dos objetos. Y, si bien hay múltiples análisis, soñar con calzado puede ser un símbolo de libertad o de identidad. Esto remite, por ejemplo, a algunas culturas que aún acostumbran descalzarse para entrar en un templo o una casa como indicación de que nos ponemos a disposición del otro.
En cambio, soñar con una cartera nueva se interpreta, en ocasiones, como cambios positivos. Y a esto mismo se refiere Bárbara Levinas, creadora de Besha, junto con Guillermina Noe: "Cuando uno se compra carteras o zapatos se está comprando un premio; está cerrando una etapa, un conjunto, una idea; para mí tiene que ver con terminar una búsqueda". Destaca la importancia que adquirieron las carteras en las vestimentas, algo que según ella tiene que ver con muchas cosas, "entre ellas lo aspiracional", dice.
Y la respuesta a la pregunta "¿qué compramos cuando compramos carteras y zapatos?" puede resultar más romántica aún, como en el caso de Luz Maggio, brand manager de Hush Puppies, que asegura: "Compramos una actitud frente a la vida, una forma de pararnos. Elegimos como queremos transitar el día o la noche. Los zapatos hasta se ven en nuestra mirada. Si los pies duelen, no se puede disimular. Si los zapatos son los correctos, sonreímos, agradamos, nos sentimos seguras de nosotras mismas. Hablan de quienes somos, de lo que hacemos, de nuestro estilo".
Entonces, ahí estamos, mientras nuestra mirada busca, busca y busca. Hasta que encuentra, da con su objeto de deseo: una cartera, un par de zapatos. Lo queremos. Si podemos, lo compramos y salimos pensando en todo lo que viviremos con él, como dice Mauro Haas, diseñador de Natacha: "Compramos una historia, nos imaginamos cada situación en la que lo vamos a usar. Compramos un cómplice para una aventura, un casamiento, una fiesta, una cita... Nos mueven las ocasiones especiales, pero, sobre todo, las emociones".