El estilo de las parisinas es un tema del que quizás ya se escribió demasiado pero siempre podemos volver a hacer el intento de encontrar las claves que hacen que, a los ojos de muchos de nosotros, representen la elegancia bien entendida, una que no necesita de tantos artificios para lograr ese no sé qué que se les atribuye desde hace décadas. De la mano de musas inspiradoras como Françoise Hardy, Catherine Deneuve, o la archifamosa Brigitte Bardot el mito se fue construyendo. Y por algo subsiste.
Ahora bien, es importante notar que hablar de las parisinas como ese modelo de mujer a seguir, en cuanto a su estilo, es un recorte. Las imaginamos de cierta manera, la representación que tenemos de ellas es un estereotipo alimentado por las revistas de moda, en cambio en las calles, entre que París es una ciudad con un turismo permanente, en el que a la vez se suceden muchos eventos que convocan a personas de todos los puntos del globo (semanas de la moda, viajes de tendencia, incursiones de estudiantes) que se mezclan con el ajetreo de la ciudad, es notorio cómo se deja afuera de la idea de parisina a una enorme cantidad de personas que son de distintas etnias y que están asentadas hace generaciones en la ciudad. Por eso, está bien recuperar siempre al imaginario de parisina como tópico, pero está bueno saber que estamos dejando afuera a una cantidad importantísima de parisinas que no salen en los medios de moda o que no cumplen necesariamente con las improntas que les atribuimos desde siempre a las mujeres estilosas de la capital francesa.
Hablemos de lo bien que visten las parisinas sabiendo que hablamos de aquellas de clase media/alta o alta, que tienen acceso no sólo a los básicos de calidad que se resaltan siempre como impronta indiscutible, sino también a los accesorios de lujo a los que logran acceder al comprarlos o al heredarlos de sus madres o abuelas. De hecho, el mito dice que la parisina usa muchos ítems de marcas como Chanel, Hermés o Céline que se traspasan entre generaciones que entienden de elegancia y saben elegir aquello que no pasará de moda.
Otro recorte habitual y tramposo que hacen los medios de moda es llamar estilo parisino a todo aquel look que se ve durante las presentaciones de las semanas de la moda. Así, puede ser que entre las fotos de street style que se muestran como prueba de ese estilo, aparezcan celebridades o influencers que ni siquiera viven en territorio galo.
Aclarado esto, es cierto que lo que llamamos estilo parisino es un conjunto de particularidades que nos atraen y que intentamos adoptar como norte para vestirnos muchas de las mujeres que no queremos invertir ni mucha plata ni mucho tiempo en arreglarnos, porque vemos en esa representación, una forma práctica y amigable de encarar la moda.
Las claves del estilo
Prescindiendo de las marcas de lujo que tienen precios de vértigo para el común de los mortales, un poco nos vamos acercando al primer signo o explicación de lo que hace al estilo parisino tan tentador: vestir bien a partir de elementos clásicos (y básicos) que nos ayuden a vernos elegantes sin demasiado esfuerzo. Una gran característica de la parisina que estamos representando como musa, es que no se deja arrastrar de una forma evidente por las tendencias; de hecho, quizás, ella es la tendencia. Vamos a desmenuzar un poco las características que hacen de la forma peculiar de vestir que tienen, un ámbito de tanto debate y observación que termina en imitación.
- Es notorio que el arte que tienen es el de salpicar sus looks clásicos de buena calidad con algún elemento que esté en lo último de la moda o con colores que se destacan y rematan el vestuario con un giro divertido.
- Entre sus clásicos cuentan con carteras, zapatos, joyas, abrigos (de pelo, de lana y cuero) y sombreros que levantan los básicos infaltables de sus guardarropas: jeans sueltos que usan con cinturón, camisas y remeras blancas a montones, sweaters en colores neutros, prendas de color negro que se usan en muchísimas texturas con el reinado indiscutido de prendas de cuero, que pueden ser una falda o un pantalón o una chaqueta estilo motoquera (a esta última la van a usar debajo de un abrigo oversized, quizá, uno animal print). No faltan las faldas y mucho menos el clásiquísimo vestido negro que las va a salvar cuando surja un evento en el último minuto y no sepan qué ponerse.
- No van ajustadas por la vida y son bastante adeptas a las siluetas más masculinas. Siempre habrá parisinas usando blazers, las camisas las llevan uno o dos talles más grandes, y si es con corpiño negro, mejor. Saben que es fundamental tener accesorios como carteras o zapatos que no pasen de moda, que le hacen el juego al espíritu despreocupado que las caracteriza.
- Una de las claves que manejan a la perfección es tener en el placard elementos básicos de buena calidad, aunque sean pocos, porque de esa forma no tienen ni que perder demasiado tiempo en elegir qué ponerse, ni correr el riesgo de descuidar la elegancia y con eso, logran estar siempre bien vestidas. Nunca jamás, a una parisina, le va a faltar un buen trench para usar indistintamente si llueve o no (¡es cierto que en París nunca se sabe!). Y una táctica de oro que usan es que no importa lo que se pongan, salvarán cualquier look siempre que en los pies lleven unos stilettos o mocasines impecables.
- En cuanto al arreglo personal, son cultoras del maquillaje que casi no se nota (hasta que se maquillan los labios de rojo furioso). Ya sabemos que el perfume es un accesorio más. Van con el pelo muy al natural y casi al borde de estar despeinado; incluso casi no se tiñen ni aunque ya peinen canas, algo que les queda bien porque se mueven como expertas en manejar el equilibrio necesario para estar desarregladas en una parte del look y llevar las otras más impecables. De hecho son las reinas del desprolijo prolijo demostrando que para ser estilosas no hay que ser perfectas.
Entre las parisinas que hoy se toman como musas de estilo en las redes sociales y pueden servirnos de inspiración a mujeres de distintas edades, están Jeanne Damas, Sarah Nait, Kenza Saudon, Garance Doré (por supuesto), Audrey Lombard, Betty Autier, Adenorah, Caroline de Maigret, Louise Follain, Camille Charriere y Sophie Fontanel.