El que hizo soñar con el futuro
Con la creación de la minifalda y el uso femenino de los pantalones, el modisto francés André Courrèges marcó un hito en la moda del siglo XX
Liberó a la mujer del corset, cortó su falda, la vistió con un pantalón formal y la sedujo con los psicodélicos pantsuits. Así, el diseñador francés André Courrèges, que falleció el domingo último en las afueras de París, se convirtió en un ícono de la moda francesa del siglo XX.
Sus creaciones se manifestaron en una década revolucionaria y de propuestas utópicas, con fuertes cuestionamientos a lo establecido como femenino. Debutó en la casa del español Cristóbal Balenciaga en los años 50, aprendió el oficio y una década después, con su apoyo, lanzó su firma de prêt-à-porter de líneas puras, geométricas, de marcada influencia arquitectónica; conceptos que tomó de sus estudios como ingeniero civil.
Consideraba a la moda como un "estilo de vida para escapar de las convenciones" y logró romper con muchas de la época. En momentos en que el anticonsumismo aumentaba, resultó un pionero al reciclar y dar otros usos a materiales no convencionales en el diseño de indumentaria. Impuso botas de media caña en PVC, vistosos cinturones en charol e incorporó el neoprene, foam, vinilo, nylon y otras fibras transparentes en sus innovadoras prendas.
No pocas se sumaban al movimiento de liberación sexual y logró acompañarlas con una falda a medida y pantalones al cuerpo. Si bien se disputó la autoría de la minifalda con la inglesa Mary Quant, que la popularizó, su vestido ultracorto en blanco omnipresente se convirtió en un must para la vibrante mujer de los años 60.
Fue el primero en aplicar una composición de color para generar energía y proyectar una onda positiva. Su predilección por el blanco en contraste con el negro y por los tonos pastel cerró su búsqueda por un look diferente, más aniñado y despreocupado.
La euforia por la conquista espacial iba in crescendo y, en 1964, presentó la colección Space Age que lo consagró. Impactó por su inspiración en el futuro y propuso un nuevo estilo de mujer, la llamada moon girl, que consiguió muchos adeptos, entre otros, Andy Warhol. Faldas cortas de formas arquitectónicas, botas metalizadas debajo de la rodilla, sombreros casco de astronautas, gafas Eskimo (la de las ranuras), abrigos de doble botonadura con ribete contrastante, vestidos en su blanco fetiche que por entonces se oponía al petite robe noire de Chanel. "Yo las rejuvenecí 20 años sin echar mano del bisturí", decía.
Y lo hizo con más: chaquetas de plástico, enteros con recortes geométricos, pantalones de pata ancha, vestidos con hombros al descubierto o a lo sumo manga corta y cinturas caídas, todo para conseguir liberalizar las formas de la mujer y ponerla en carrera al futuro. "La vestimenta debe huir de lo convencional", repetía Courrèges, e hizo de esta frase no sólo una forma de ver su oficio, sino también el mundo.
Un visionario del futuro, que supo ver lo que sería el siglo XXI, por lo que su obra aún sigue vigente e inspira; hizo de su trabajo creativo un reflejo de las ganas de avanzar de una época. Un innovador.