El mundo de Gia
Otra Coppola se asoma, tímidamente, a las luces de la cinematografía. Es la primera nieta de Francis Ford y algo más que la sobrina de Sofia: su precoz heredera natural. Etérea, vanguardista, sofisticada y bohemia, Gia Coppola tiene una adorable cosmovisión que tienta a dar un vistazo a sus fotos y películas
Universos femeninos de adolescentes que toman sol, fuman, comen pâtisserie rosa chicle y se chupan los dedos. Pasean en bicicleta con sus vestiditos indie estampados, sus lentes redondos de marco ancho y se emborrachan, en la edad en la que el tiempo parece no tener límites. De fondo, el escenario oscila entre sus cuartos, donde abundan los guiños a bandas como The Strokes y a la moda -casi como principal inspiración-, y los paisajes de Los Ángeles con sus interminables filas de palmeras.
La estética, que aúna casi todas las herramientas de Instragram, con colores saturados y luces como destellos o filtros, mantiene un clima de videoclip, al ritmo a veces de un piano ligero, otras de un rock de tiempos lentos cantado por chicas. Hasta que los títulos, anunciados con tipografía grande y colores estridentes revelan: Directed by Gia Coppola.
Su padre, Gian-Carlo, el hijo mayor del director Francis Ford, también abocado al mundo del cine, murió en una accidente mientras manejaba una lancha antes de que ella naciera, el 1° de enero de 1987. Su madre, Jacqui Getty, diseñadora de vestuario, es más que una celebrity, un ícono de estilo y auténtica bon vivant. Gia creció en una mansión, en la cima de Hollywood. Rodeada de cine (como auténtica Coppola hizo su correspondiente cameo en El Padrino 3 ), moda y fotografía. Y a todo eso se dedicó.
Cuando terminó el secundario se fue a estudiar fotografía al Bard College de Nueva York. Pero una vez recibida abocó su carrera a los fashion films o cortos para marcas de moda. Y se convirtió en un referente de este formato, tan en boga para mostrar colecciones de indumentaria con las posibilidades del cine.
Rodó películas para Zac Posen (en su colección con Target), Orla Kiely, Wren y Opening Ceremony, entre otras. Y en cada una reforzó una impronta de la que ya se puede jactar. Relata historias de chicas que cuentan la moda, o es la moda la que cuenta quiénes son esas chicas. Ocurre que Gia Coppola tiene una relación tan fuerte con el cine como con el mundo fashion, casi por herencia. Incluso, ella misma se ha convertido en una it girl con lugar de preferencia entre las revistas y los blogs de moda del mundo. Hasta coquetea con el modelaje en alguna que otra campaña. Portadora de un look coherente con su personalidad, de vestidos cortos y chatitas, remeras rayadas o camisas lisas, eterno carré y cara lavada, suele elegir Chanel entre sus firmas preferidas.
Pero Gia no se queda en el rol de it girl ni los medios basan la cobertura de su accionar en dicho aspecto. Porque si bien parece disfrutar de la construcción de su estilismo, lo que la hace atractiva es su mirada, las imágenes que habitan en su cabeza, esas que plasma en exquisitas historias de mujeres bellas, glamorosas, que se mueven suavemente por climas oníricos.
Y con sólo hacer un repaso por los films que ha rodado (muchos se pueden ver en vimeo.com), uno puede comprobar dos sospechas: su talento y la gran ventaja de sus contactos. Non Plus One , un corto -empalagosamente vintage- que dirigió junto a Tracy Antonopoulos (modelo, directora de cine y amiga de Gia) para la colección verano 2010 de Opening Ceremony, es un buen ejemplo. Allí se dio el lujo de tener a Kirsten Dunst (actriz fetiche de su tía, Sofia) y a Jason Schwartzman (primo suyo, también elegido por Sofia para Marie Antoinette), quienes interpretan a un escritor cuya vida cambia radicalmente tras la aparición fantástica de una musa tan bella como Dunst.
Trench Trip, para United Arrow, o Writer's Block , para la colección de jeans estampados que cocrearon Diane von Furstenberg y Current
Elliott, son algunos de sus más recientes fashion films. Algo de Werner Herzog, un poco de David Lynch, otro toque de Woody Allen y mucho de Sofia Coppola. Gia ensaya un mundo que ya tiene mucho de propio. Lo que no es poca cosa para 25 años de vida.
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