El lado oscuro de la belleza en Corea del Sur, donde el botox a los 15 es normal
Los estándares de belleza presionan a cualquier ciudadano del mundo, pero en el caso de Corea del Sur la exigencia de la perfección exterior viene adjunta con el deseo de modificar las facciones del rostro para crear una versión nueva occidentalizada
Cremas, geles, mascarillas, sérums, tonificadores, sueros, maquillaje y cirugías estéticas. Corea del Sur pareciera haberse coronado como la reina de la belleza mundial. Hablamos del fenómeno de la K-beauty -belleza coreana- que viene creciendo desde los años dos mil en adelante junto con la llamada K-Wave o la movida surcoreana que expone los resultados de la sinergia entre Oriente y Occidente como el K-pop y el K-drama. No olvidemos que el país asiático tuvo una gran influencia norteamericana después de la guerra cuando el norte quedó a merced de los soviéticos y el sur bajo el cuidado de Estados Unidos desde 1953 en adelante. “Son más de sesenta años combinando la serenidad oriental con las nuevas tendencias americanas y, sobre todo, occidentales”, asegura Jini-Yi Hwang, periodista nacida en Corea del Sur, que hoy vive en nuestro país y que se dedica a difundir la cultura surcoreana a través de su canal de Youtube (JiniChannel).
De todas maneras, la influencia norteamericana no es la única variable en juego para explicar el fenómeno de la K-beauty multiplicada exponencialmente hacia todos los rincones del mundo a través de las redes sociales en formato de tutoriales, fotos y videos. Por un lado, debido a que el país no cuenta con recursos naturales, toda su producción comercial está concentrada en la industria electrónica, automovilística y también en la cosmética, entre otras. Esta última, en concreto, mueve hoy alrededor de 13 billones de dólares por año. Por otra parte, el cuidado y la preocupación por la belleza personal también tiene una base cultural que pertenece a la idiosincrasia surcoreana. Así lo explica Mariana Nana in Seul, la famosa instagrammer argentina que vive en la capital y que relata sus aventuras a través de sus cuentas @nanainseulviajes y @nanainseulbranding: “Lo que pasa en Corea del Sur es un poco cultural y otro poco de occidentalización. Es una mezcla entre las exigencias actuales de belleza que afectan a todo el mundo y lo que viene incorporado por la cultura. Las surcoreanas se empiezan a poner botox desde los quince años. Hacerlo es tan natural como ir a la peluquería”.
El factor cultural viene por el lado del concepto de kibun, una palabra sin traducción exacta al español, que significa que en sociedad cada uno vale por la persona que es en todas las facetas de la vida, es decir, que el que duerme bien, come sano, es amable y siempre está dispuesto a ayudar posee un kibun que lo hace bello. Sin embargo, en Corea el kibun no sólo se debe percibir, sino que también debe verse o tal como diríamos acá: no alcanza sólo con ser sino que también hay que parecer.
Forever young
Los surcoreanos viven preocupados por su belleza. “La idea es parecer siempre joven”, cuenta Nana in Seul y si bien esta presión es sufrida por mujeres y hombres, son ellas las que más padecen la obligación por verse siempre lindas y arregladas. A las mujeres se les exige tener una piel de porcelana junto con una delgadez extrema y un look siempre a la moda. “Todo pasa por verse flacas. La mayoría de los productos de cosmética vienen con blanqueador por default. Una coreana promedio pesa abajo de 50 kilos con una estatura de 1,68 cm”, agrega la instagrammer. La premisa es parecer producidas, dar la impresión de que se ocupan de la imagen que le ofrecen al mundo de acuerdo con parámetros de la k-beauty mixeados con los dictados de una cultura esencialmente patriarcal. De hecho, de acuerdo con el ranking 2017 elaborado por el Foro Económico Mundial -World Economic Forum- sobre la igualdad entre el hombre y la mujer, Corea del Sur ocupa el puesto número 118 sobre un total de 144 países.
Dongan es el término en coreano que significa tener un rostro de bebé. Ser una dongan se ha convertido en uno de los objetivos más deseados por las generaciones que van de los veinte a los cuarenta años. Y para lograrlo no sólo se utilizan cosméticos sino que las mujeres también están dispuestas a someterse a distintas cirugías estéticas que las hacen ver más jóvenes y, a la vez, más occidentales -otro de los sueños del pueblo surcoreano-. Las operaciones más frecuentes son: la que apunta a conseguir un párpado doble, la que se concentra en afinar la nariz y la que reduce la mandíbula para darle un perfil delicado a la cara. “Operarse la cara en Corea es muy normal. Hay cantidad de clínicas dedicadas a la cirugía estética. Es una sociedad muy competitiva donde todas las variables influyen. Todas son muy fashionistas. Saben los colores que les quedan bien y están muy lookeadas todo el tiempo, ninguna sale de la casa a cara lavada. Caminás y en una sola cuadra te podés encontrar entre tres o cuatro locales de productos de cosmética”, explica Nana.
Mientras que en Estados Unidos, el país de las Kardashians, el cinco por ciento de las mujeres norteamericanas se hizo una cirugía, en Corea del Sur esta cifra se eleva al veinte por ciento de acuerdo con la Sociedad Internacional de Cirujanos Plásticos Estéticos. Esta obsesión ha llegado a convertirse en un serio tema de preocupación del Estado que en 2022 logrará prohibir definitivamente los avisos publicitarios de cirugías estéticas en los subtes y hasta proyecta una ley para eliminar las fotos de los candidatos en los curriculum vitae para que el aspecto exterior no sea una variable de elección.
“Los surcoreanos tienen una gran conciencia acerca del cuidado personal que para ellos debe ser integral. Allá hay saunas públicos y spas como kioscos hay en Buenos Aires. Ir al sauna es como ir a tomar un café o ir al cine. Corea, por ejemplo, es de los países que tiene los baños públicos más limpios del mundo”, cuenta la periodista surcoreana radicada en Argentina.
La belleza como diversión
Puede que para muchas cumplir con los parámetros de armonía requeridos por la sociedad oreana sea un calvario, quizás para todas lo sea, pero a su vez, no deja de ser una diversión concentrada en cirugías estéticas, moda y piel inmaculada. El maquillaje, al contrario, debe ser lo más natural posible, lo que se denomina gwang que es un estilo que resplandece y refresca la piel como si fuera un rocío suave matinal.
En Netflix se pueden encontrar varias series surcoreanas como la llamada Hello, my twenties! protagonizada por cinco actrices, algo así como un Girls pero en colores pasteles. En un capítulo de la serie se ve a una de las chicas más coquetas del grupo frente al espejo arreglándose durante largos minutos, tantos que su compañera de cuarto le comenta que cada vez pierde más tiempo en su belleza y que no le hace falta, pero la otra insiste y continúa con el proceso de diez pasos para conseguir la piel más pálida y luminosa. Es buen ejemplo de la obsesión por verse hermosas relacionado con los estándares que hoy demanda todo el mundo sumado al deseo de verse cada vez más occidentales.
Una dieta que ayuda
La variable alimentación no es menor debido a que la dieta normal de Corea del Sur ayuda a conseguir la belleza deseada: se come poca carne y, en cambio, se consumen muchas verduras y cantidad de arroz. A nada se le agrega sal ni azúcar. Los productos de pastelería no son demasiado dulces y el café y el té se toman amargos.